­El nuevo vicepresidente del Real Murcia, el abogado Guillermo Martínez Abarca, tuvo ayer su primera prueba de fuego después de verse las caras en Madrid con Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes, y con Javier Tebas, máximo responsable de la Liga de Fútbol Profesional y el gran instigador del descenso administrativo de la centenaria entidad a Segunda B el pasado verano. Después del encuentro de Abarca con los dos enemigos más íntimos del murcianismo y en el que el letrado murciano estuvo acompañado por José Antonio Cobacho, exrector de la Universidad de Murcia, el mensaje que quisieron transmitir ambos a LA OPINIÓN es que regresaban de la capital de España con el compromiso tanto de la Liga como del CSD de no perjudicar más al Murcia, «siempre que se llegue a un acuerdo con Hacienda para desembolsar una parte de la deuda».

Es decir, que ni Tebas ni Cardenal, según dicen ellos, tienen intención de solicitar la liquidación de la entidad deportiva más importante de la Región siempre que Samper se rasque el bolsillo para limar asperezas con una Agencia Tributaria que, en el caso de los granas, está poniendo más piedras en el camino que con otros clubes.

De todas formas, el abogado murciano no llegó solo a la capital de España, ya que para celebrar esta reunión solicitada antes de Navidad también influyó de manera considerable la figura de José Antonio Cobacho, exrector de la Universidad de Murcia y persona que ha resultado clave para que Cardenal, quien conoce a Cobacho de su etapa como profesor en la facultad de Derecho de la UMU, tenga a bien escuchar los lamentos de un club y una afición que se han sentido desamparados por los organismos que rigen el deporte a nivel estatal.

La mencionada reunión se produjo al mediodía en la sede del CSD. Al margen de que el clima del encuentro fue positivo y que tanto Cardenal como Tebas tienen la misma responsabilidad en la injusticia que se cometió con el Murcia el pasado verano, los dos quisieron calificar el encuentro de «moderadamente positivo» para los intereses del Real Murcia. Lo que nadie quiere escuchar, la frase que más teme el murcianismo, que no es otra que la hipotética liquidación del club, parece un extremo al que no va a llegar ningún acreedor de la entidad después de arrancar el compromiso y estrechar la mano con Tebas y Cardenal por el que se comprometen a dejar de perjudicar al Murcia en su batalla particular contra Jesús Samper, el presidente grana, siempre que se produzca ese acuerdo con Hacienda para desembolsar una primera cantidad que se tiene que acordar entre ambas partes. Esta cuestión sí parece ser la clave para que, además de asegurar la viabilidad del club, también se puedan borrar del mapa a dos enemigos en mayúsculas para Real Murcia, puesto que Tebas fue quien encargó el «traje a medida» que significó el descenso del Murcia, mientras que Cardenal se fue a pescar cuando una delegación de la plantilla grana se desplazó a Madrid para rogar que atendieran sus peticiones.

Este periódico informaba ayer martes del papel que estaba jugando Cobacho en el cara a cara previsto con Cardenal, a pesar de que el exrector ni tiene ninguna vinculación oficial con el Consejo de Administración del Real Murcia. Cobacho, desde el tren en el que regresaba a la capital del Segura, explicó a este diario que «mi aportación se traduce en echar una mano en lo que yo pueda para ayudar para sacar al Real Murcia de esta situación», además de definirse como «murciano y murcianista» como principales motivos por los que ha decidido aportar su granito de arena en este asunto. Su gran amistad con Martínez Abarca, el nuevo vicepresidente del Murcia, también ha sido clave para contar con otra voz autorizada que también está dispuesta a luchar por los intereses de la centenaria entidad.

De hecho, la vinculación del exrector con el club viene de lejos, ya que su padre, Francisco Cobacho, fue presidente del Murcia a finales de los años sesenta. Abarca ha comenzado con fuerza su compromiso de ayudar a Samper en todo lo posible. Hace apenas veinticuatro horas que se conoció su nombramiento y, un día después, ya estaba en Madrid tratando cuestiones.