El Real Murcia cayó ayer derrotado en casa de la Cultural Leonesa, aunque peor que la derrota fue la sensación de que los granas no aprenden de sus errores. Decidió José Manuel Aira, el entrenador del Real Murcia, mantenerse firme en su apuesta por un centro del campo muy distinto al del comienzo de temporada y que tampoco le está dando los resultados que esperaba el preparador leonés. Con Garmendia, Arturo y Armando formando la medular y con Acciari en el banquillo por segunda semana seguida por decisión técnica, el Murcia se ha vuelto un equipo menos potente en el centro del campo, motivo principal que provoca la escasez de ocasiones de gol que tanta factura le está pasando al equipo.

Los granas, tras el tropiezo de ayer, ya están inmersos en su peor racha desde que arrancó el campeonato después de tres jornadas sin conocer la victoria. Muchas para un aspirante a recuperar la plaza arrebatada en Segunda. El Murcia terminó ayer la jornada en cuarta posición, cuando hace un mes llegó a instalarse en el liderato de la clasificación.

En cualquier caso, el ímpetu de los murcianistas fue mayor desde el inicio que el de la Cultural y prueba de ello fue que en el minuto diecisiete, el lateral Pumar estrelló en el larguero un cabezazo que servía de aviso a los locales, quienes por otra parte no terminaban de despertar. En los siguientes ocho minutos, los granas ya habían tenido ocasiones para no llevar a cero el marcador. Arturo se atrevió desde fuera del área sin muchos problemas para el meta y Jairo, en un balón que se fue envenenando poco a poco, también se encontró con el larguero en otro lanzamiento.

Y cuando parecía que la propia inercia del partido invitaba a pensar en que el gol del Real Murcia podía llegar en cualquier momento, de manera sorprendente, fue la Cultural Leonesa el que aprovechó el asedio en contra para sacudirse los miedos de encima y comenzar entonces a tutear a uno de los grandes de la categoría. A los cuarenta minutos, el guión del Murcia se había vuelto ya repetitivo y cansino, ya que todo se traducía en lo de siempre, más peso en el partido que el rival, pero sin demostrarlo en el marcador. Así se le fueron dando ánimos poco a poco a los jugadores locales hasta que, en el minuto cuarenta y uno, el salvador grana fue David Prieto, ya que el defensa sacó debajo de la línea de gol un balón que, con Fernando ya batido, llevaba camino de poner la cosa muy cuesta arriba contra los murcianos.

Arturo y Javi Flores fueron los dos jugadores que más destacaron en los primeros cuarenta y cinco minutos en el bando murciano, aunque el sevillano estuvo demasiado impreciso en los pases para ser el jugador con más calidad de la plantilla. Los pupilos de Aira también desperdiciaron en el primer acto un par de faltas laterales de esas que hasta hace poco eran oro líquido para los intereses de los granas. En cualquier caso, sin Albiol ni Acciari sobre el campo, parece que los granas tienen que buscar otras vías de escape porque el balón parado en este equipo tiene que llevar la firma del valenciano y del argentino, después de lo visto, para que tenga éxito.

El Murcia, esta vez sí, se dio cuenta de que tenía un problema cuando la Cultural Leonesa estuvo a punto de marcar nada más ponerse en marcha la segunda mitad del encuentro. Fue en el saque de un córner que, de manera incomprensible, generó una oportunidad de oro para el local Pérez, quien tuvo la mala suerte de encontrarse con una gran estirada de Fernando para salvar a los granas de verse por detrás en la segunda llegada seria de los leoneses.

El portero del Real Murcia se ha hecho fuerte debajo de los palos desde el arranque liguero, ha tenido dos actuaciones bastante interesantes y también ha detenido un penalti este curso, pero permitió que Aketxe le metiera la cabeza en una zona en la que no debe mandar nadie más que un portero, concretamente en el área pequeña. La candidez del meta grana a la hora de aplacar el balón permitió al adversario meter la cabeza con la fuerza que, en este caso, le faltó a Fernando. Algunas imágenes dejaban entrever una posible mano del jugador leonés en el área grana, pero si ocurrió, el colegiado, al menos, no la vio. Con el otro portero de la primera plantilla recuperado, Iván Crespo, el fallo de Fernando va a dar que hablar a lo largo de la semana.

En el setenta y cinco, Aira ya se había dado cuenta de lo mal que iban las cosas y sacó lo que podía desde el banquillo. Primero confió en un Albiol recién salido de una lesión, después se acordó de Acciari ya en plena tormenta y, por último, entró al campo un Gerard Oliva que todavía no ha marcado ni un tanto cuando está a punto de alcanzarse el ecuador del campeonato. El Murcia necesita que el delantero catalán vea puerta cuanto antes porque, entre que el público de Nueva Condomina ya le ha cogido la matrícula, y que no parece mejorar con el paso de las jornadas, corre el riesgo de caer en el olvido.

Y es que, al margen de que el gol podría haber sido anulado, el problema real de los granas es que ni generan ocasiones. Es decir, nadie puede decir en estos momentos que los delanteros del Murcia no están finos, cuando lo que cada semana se pone más de relieve son los problemas de este equipo para generar peligro desde el centro del campo a través del juego combinativo. Curiosamente, con Acciari en el once titular, a pesar de ser un jugador de corte defensivo, el equipo ha gozado de un equilibrio que parece que se ha esfumado en las últimas jornadas. Si encima los resultados no acompañan, Aira terminará entrando en razón apostando por lo que le funciona a este equipo desde que comenzó la Liga, hacer las cosas correctas, pero sin complicaciones, ya que cuando en este Murcia se quiere rizar el rizo, todo se queda en un mal peinado. Con una sola ocasión de Carrillo mediante un cabezazo forzado en la segunda mitad es casi imposible ganarle a cualquiera y mucho menos si el rendimiento del centro del campo grana va hacia atrás.

Los granas tienen que dar un vuelco de ciento ochenta grados para volver a ser ese equipo del comienzo de Liga que, con el mismo acierto rematador, sí que era capaz de hacerse fuerte desde donde lo hace siempre el equipo favorito, desde el centro del campo.