La aprobación definitiva del convenio anticipado del concurso de acreedores del Real Murcia se llevaba a cabo el 20 de octubre de 2010. En aquel momento, pese a que el equipo grana competía en Segunda B, los responsables murcianistas no lo veían como el mayor de los problemas. Y es que, el club disponía de un año de margen para comenzar a pagar la deuda. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el convenio conseguido por los murcianistas y que no incluyó quita por petición del propio Jesús Samper, que siempre ha defendido el derecho de los acreedores a cobrar las cantidades integras, se complicó desde un principio.

La temporada en Segunda B, aunque se cerró con un pequeño superávit gracias a la venta de Escudero y a la visita del Real Madrid en Copa, era el inicio de una etapa en la que los granas pocas veces han conseguido sonreír. La vuelta rápida a la División de Plata no contribuyó a mejorar las arcas del club. Todo lo contrario. Los esfuerzos económicos de Jesús Samper por confeccionar una plantilla para ascender a Primera no se vieron recompensados en el terreno de juego. Incluso en la campaña 2012-2013 el equipo entrenado primero por Siviero y después por Onésimo descendía deportivamente, aunque luego se salvaba por el castigo al Guadalajara.

Las grandes pérdidas que se generaron esas dos campañas y la caída de los ingresos agravaron la situación económica de un Real Murcia que sí pudo completar prácticamente el pago del primer plazo del convenio, pero que aún tiene pendientes cantidades del segundo plazo. Llegado el tercero, Jesús Samper decidía ejecutar la cláusula incluida en el acuerdo para aplazarlo al quinto. Dentro del mencionado convenio también había unas obligaciones deportivas. Y es que el plan de viabilidad elaborado por el Real Murcia y que era fundamental para que los acreedores y la jueza aceptaran el plan de pagos de Jesús Samper establecía que el equipo grana debería estar como mínimo dos campañas en Primera División. Eso ya no se podrá cumplir. Después de tres temporadas en Segunda, los murcianistas no solo no han logrado el ansiado ascenso, sino que el pasado verano veían como la Liga de Fútbol Profesional firmaba su descenso a Segunda B.