No era la última bala. ElPozo Murcia ganó el partido que podía poner fin a la temporada tras vencer al Fútbol Club Barcelona por 2-0 en una intensa batalla que se decidió en los diez últimos minutos. Fue un encuentro duro, correoso e igualado, no apto para cardiacos. Y es que la vida era lo que se jugaba el cuadro murciano. Por eso, cuando arrancó el encuentro y se movió el balón, comenzó el asedio. El Palacio debía convertirse en un infierno para los jugadores blaugranas, y el público se estaba encargando de ello. Cada acción de ElPozo era aplaudida mientras resonaban los tambores, y los pitidos herían los tímpanos cada vez que el balón llegaba a los visitantes.

Los de Duda acecharon desde el primer instante la meta contraria. Además, varias acciones polémicas, en las que cayeron primero Adri y después Wilde, encendieron a los aficionados. Fue la chispa que prendió al Palacio. ElPozo ahogó al Barça, siendo la primera parte un continuo cerco a la meta visitante. El conjunto murciano era una legión romana. Todos se movían a la vez, basculaban a cada lado del campo según el lugar en que estuviese el balón y se lanzaban sobre la portería contraria nada más recuperar el esférico. Adri, con la querencia de su zurda, llevaba la clase. Kike, con su inteligencia, movía la pelota. Aun así, el gol no llegaba a pesar de las muchas ocasiones de que disponían. Por su parte el Barça, que aguantaba bien esas embestidas, llevó el susto con un disparo al palo. No estaban los blaugranas durmiendo, sólo esperando un error del rival. Pero ésa fue de las pocas ocasiones de los de Carmona en una primera mitad en la que la escuadra murciana, a pesar de llevar el peso del encuentro, se marchó a vestuarios sin haber marcado un tanto. La pólvora parecía estar mojada.

Tras el descanso, ElPozo saltó a pista consciente de que se podía acabar la temporada. La arena del reloj seguía cayendo, y lo único que parecía haberse detenido era el marcador a pesar de los intentos de los de Serrejón por deshacer las tablas. Tanto estaba perdonando ElPozo que el Barça comenzó a disponer de buenas ocasiones de inaugurar su casillero, pero el desacierto cara al gol no era cosa sólo de un equipo.

Se llegaba al ecuador de la segunda parte cuando empezó a vislumbrarse que los locales no sabían cómo derribar el muro blaugrana. Kike pedía el apoyo a unos aficionados que se levantaron de su asiento para tratar de ser el asistente del gol que le faltaba a los suyos.

Y con el público en pie, llegó el tanto de Franklin. En un córner, el canterano enganchó un balón fuera del área y destrozó la escuadra rival con un misil que llevaba la firma de todas las almas que presenciaban el encuentro.

El éxtasis se apoderó de un Palacio que demostró que el factor cancha puede ser definitivo, pero el partido no estaba cerrado y Carmona puso a Saad de portero-jugador para intentar la igualada. Se podía cortar la tensión hasta que Gréllo, en una contra, hizo el segundo. El pulso, que se había detenido por los nervios, volvió a los presentes. El sufrimiento despareció, al menos, por un día, ya que hoy toca una nueva final. Y Kike, que recibió una camiseta con los 563 encuentros que había jugado con ElPozo con el de ayer, deberá esperar otra nueva elástica.

Esta tarde, a partir de las siete de la tarde, se juega el definitivo partido entre ambos equipos, con el pase a la final en juego.