De macroproyecto a su desintegración en apenas unas horas. Eso ha pasado con las bases del Fútbol Club Cartagena, que se pusieron en marcha a bombo y platillo hace dos temporadas, presentándose como la panacea, el final de los males que han provocado que durante años hayan salido pocos jugadores interesantes de la cantera futbolística de la ciudad. Pero fue bonito, aunque me cuentan que no tanto, mientras duró. Y tan efímero ha sido, que ni siquiera ha dado tiempo a que cicatrizaran algunas de las heridas que surgieron cuando todo se puso en marcha, ya que fueron muchos los equipos de la zona que quedaron descapitalizados ante la desbandada de jugadores hacia el club de moda, hacia el proyecto de los proyectos, el que iba generar espectaculares futbolistas para el futuro. Y ahora, después de muchas horas de trabajo, Paco Gómez, el propietario del Cartagena, pone fin a sus equipos de base, de los que tanto había presumido tanto él como sus allegados, que hace poco más de una semana, presumían de haber conseguido que muchos jugadores de todos los puntos de la Región, algunos incluso de Murcia capital, no tenían problema en irse hasta La Unión para formar parte de este, sobre el papel, proyecto maravilloso. Se trataba de una idea espectacular, porque los mejores evolucionan más si día a día entrenan y conviven con otros futbolistas de su mismo e incluso mejor nivel. Teoría aplastante para un triste final.

El club, a través de su director general, Paco López, ha tratado de justificar lo injustificable. «Vamos a pasar de tener 8 a 28 equipos», dijo tras anunciar el acuerdo de filialidad con el histórico Efesé. Pero el mismo camino podía haber tomado cuando creó el proyecto y no ahora, que deja a más de un centenar de niños y adolescentes con todas sus ilusiones rotas. Paco López me habría convencido de verdad si el otro día hubiera esgrimido la auténtica razón de la descomposición: un ahorro económico importante en tiempos de crisis, y un campo de fútbol, el Gómez Meseguer, donde entrenar la primera plantilla. Y aquí es donde nos encontramos con otra gran falsedad. Hace menos de 365 días, el presidente del Efesé, Gómez Meseguer, criticaba abiertamente a Paco Gómez en una rueda de prensa. Le dijo, sin ningún pudor, que era un moroso, que le debía una suma importante de dinero y que no daba señales de vida. Los desencuentros continuaron hasta que hace unos días, como por arte de magia o bajo el influjo de las buenas vibraciones a las que tanto recurre el empresario alicantino, se solucionaron todos los problemas. Ya no había deudas ni cuentas por resolver. Todo solucionado porque las dos partes salen ganando.

La eliminación de los equipos de base con sede en La Unión deja claro que el Cartagena se mueve a impulsos, dando vaivenes, que no existe un proyecto sólido de cantera, y que se prefiere pagar a un futbolista consagrado 240.000 euros, pese a que en una plantilla sólo se utilizan 20 de las 25 fichas, en lugar de invertir en futuro. En cualquier caso, cada uno es muy libre de hacer con su dinero lo que quiere, y mientras que la situación siga como en la actualidad, con Paco Gómez como el único accionista y dueño de la entidad, es libre de hacer lo que quiera con su empresa, que en este caso es un club de fútbol.

El acuerdo de filialidad entre el Efesé y el Cartagena, pese a lo dicho anteriormente, debe ser positivo si se lleva a la práctica tal y como se han planteado. El problema radica aquí en las ilusiones rotas de niños que estaban orgullosos de vestir la camiseta de su equipo, que empezaban a sentir como propios unos colores, algo que hasta el momento, por culpa de desapariciones y nacimientos de clubes, no se había experimentado en la ciudad. Y, por otro lado, la entidad se puede enfrentar ahora a otro problema, ya que las instituciones públicas conceden subvenciones a las entidades deportivas por la promoción del deporte de base. ¿Quién pedirá ahora la ayuda, el FC Cartagena o el Efesé? ¿A quién se la concederán? En cualquier caso, quien hace la ley también hace la trampa. Y de eso, por desgracia, ya estamos muy acostumbrados por estas tierras.