Menos de veinticuatro horas después de que el Real Murcia conquistara el título de Campeón de Campeones de Segunda B, el presidente del Real Murcia, Jesús Samper, dio el visto bueno a la renovación de Iñaki Alonso como entrenador del conjunto grana para las dos próximas temporadas. El abogado madrileño no ha ocultado nunca que la primera opción para el banquillo, siempre que se consumara el salto de categoría, era la del preparador vasco, quien ayer quedó vinculado a la centenaria entidad con el reto de hacer frente al ilusionante proyecto del próximo curso en la categoría de plata.

Todas las partes reconocieron ayer que la última reunión sirvió para marcar los objetivos más importantes. El propio Iñaki Alonso, en declaraciones a Onda Regional, explicó que «sabemos que este año toca consolidar al equipo en Segunda y el próximo hay que pensar ya en llegar a Primera División», dejando patente en sus declaraciones que la familia Samper ya le ha comunicado de forma muy explícita lo que

esperan de su trabajo. El entrenador de Durango recibirá una cantidad que ronda los 200.000 euros por campaña y que tendría suculentos

premios económicos en caso de alcanzar todas las metas establecidas, aunque este dato no ha trascendido.

En el caso de Iñaki Alonso, finalmente se ha firmado una modalidad de contrato que se está poniendo de moda en el panorama futbolístico nacional al contar con las poco conocidas cláusulas de salida. Este nuevo concepto de vinculación laboral, según explicaron a este diario diferentes agentes de futbolistas, permite que los clubes puedan realizar una evaluación periódica sobre los objetivos marcados a sus técnicos (en el caso del Murcia se apunta a que puede ser cada diez jornadas) y la entidad siempre tendrá la potestad de rescindir unilateralmente el contrato abonándole las cantidades correspondientes a su trabajo desde el día concreto del despido, siempre que no se vayan cubriendo los objetivos claro está.

Concretamente, en esta negociación ninguna de ambas partes se ha mostrado reacia a firmar un documento de estas características, entre otras cosas, porque Iñaki Alonso podrá ocupar finalmente el apetecible banquillo murcianista en Segunda División con unas cantidades considerables tras haber completado una exitosa campaña, pero al mismo tiempo el club puede prescindir de sus servicios con menos dramatismos de los normales cuando aparezcan los problemas que normalmente suelen condenar a un entrenador, los malos resultados.

Los pormenores del contrato de Iñaki Alonso no van a salir a la luz, ya que en las oficinas de Nueva Condomina, norma de la familia Samper, no se facilitan detalles muy concretos de los contratos que firma la entidad con sus trabajadores. Aunque no sea el caso del entrenador vasco, hay contratos de este tipo que permiten el despido del técnico si, por ejemplo, el equipo acumula cinco jornadas en puestos de descenso. Según ha podido conocer este diario, los rectores granas no han sido muy caprichosos en este sentido, pero sí han dejado claro que la misión principal es estar en Primera División en un plazo de dos años. No es sólo por una cuestión personal o de compromiso de Jesús Samper, ya que en el próximo ejercicio hay que comenzar a hacer frente a los pagos que establece la Ley Concursal para este curso. Concretamente, en la próxima temporada 2011-2012, hay que ´devolver´ un poco más de 2,5 millones de euros, lo que repercutirá casi con toda seguridad en el presupuesto final.

Las prisas de Iñaki Alonso por renovar finalizaron ayer de un plumazo y, de hecho, formó parte de la Comisión Deportiva que se encarga de tomar las decisiones más relevantes respecto al equipo, como la elección del director deportivo. Curiosamente, la negociación para renovar a Iñaki Alonso se ha producido porque el entrenador era de los pocos que no tenía en su anterior contrato cláusula automática en caso de ascenso, lo que ha llevado al de Durango a desesperarse por momentos y a protagonizar algunos episodios ya olvidados como su ´affaire´ con el equipo de la ciudad portuaria. En el Real Murcia han querido hacer las cosas bien y con cabeza, sobre todo, para no pillarse los dedos.