El Real Jaén, equipo que recibirá la visita del Real Murcia el próximo domingo, pone de manifiesto las miserias y la precariedad de la categoría en la que, sólo por error, milita actualmente el primer equipo de la Región. Hasta la fecha se habían visto amenazas de huelga por parte de algunas plantillas y alguna protesta que otra con los jugadores de rodillas sobre el césped, pero la delicada situación económica que sufren casi la totalidad de clubes, lleva a que ocurran situaciones curiosas.

José Miguel Campos, técnico murciano que el pasado verano fichó por el Jaén y que hace dos temporadas tuvo la oportunidad de llevar las riendas del Real Murcia, ha sido suspendido de empleo y sueldo por la entidad jiennense después de que demandara al club en los tribunales por sólo haber cobrado una mensualidad desde su llegada el pasado verano.

La convulsa situación que vive el técnico mazarronero comenzó a fraguarse justo a comienzos del año nuevo. Ya llevaba varios meses sin cobrar y decidió interponer una demanda en el juzgado de Lo Social para presionar a la entidad que preside Rafael Teruel, al igual que también lo hicieron 18 jugadores. No sirvió para realizar presión de ningún tipo, entre otras cosas, porque la junta directiva del cuadro andaluz decidió expedientar al entrenador tras no conseguir, después de varias reuniones, que retirara la demanda.

Lo cierto es que en las últimas jornadas Campos ya no estaba en el banquillo puesto que se encontraba expedientado a falta de que la decisión final que tomara el club. Bueno, pues la junta directiva del Real Jaén anunció a finales de la pasada semana que resolvió el expediente a José Miguel Campos con una sanción de cinco meses de suspensión de empleo. Suspenderlo de sueldo no fue necesario, puesto que ya llevaba varios meses sin cobrar.

El técnico estaba apartado de la disciplina del club andaluz desde el pasado 5 de enero al impedirle que hubiera dirigido al equipo en un amistoso con el Iliturgi, de Preferente. Los dirigentes explicaron en distintos medios de la ciudad que el preparador había incumplido el régimen interno de la entidad y que también había actuado con falta de «deslealtad» al presentar una denuncia contra la entidad que no le paga

conforme a lo que quedó reflejado en el contrato que firmaron ambas partes antes de comenzar la temporada.

Después hubo un acto de conciliación, pero las posturas estaban todavía mas lejos y alcanzar un acuerdo fue imposible. El de Mazarrón pedía que se le abonaran las mensualidades que tiene pendientes, ya que sólo ha cobrado una, y también solicitó la extinción de su contrato, que concluye el treinta de junio. También ofreció la posibilidad de perdonar una parte de su salario, pero los dirigentes andaluces no estaban por la labor de pagarle ni a él ni a los jugadores.

José Miguel Campos explicó ayer a este diario que «antes de Navidad se nos prometió que se iban a poner al día tanto con los jugadores como conmigo, pero no fue verdad». «Encima no dejan salir a jugadores que tienen otras ofertas de Segunda B. Yo me ofrecí a perder buena parte de mi dinero, pero son ellos los que no han cumplido porque no tenían ninguna intención de pagarme. Yo no he abandonado al Jaén, me han obligado a marcharme», añadió.