La clase obrera y un órdago de Moncho Fernández sacaron ayer de la UCI al Club Baloncesto Murcia, que ganó al Xacobeo Obradoiro y sumó su segundo triunfo de la temporada. Después de las palizas sufridas en Málaga y Alicante y de cuatro días de terapia, el equipo murciano por fin adquirió el estilo de juego de su entrenador. Sin corazón ni orgullo no se puede jugar al baloncesto. Y el CB Murcia encontró ambas virtudes porque su técnico decidió jugársela con los obreros, con los únicos que hasta el momento habían dado la cara siempre y en todas las circunstancias.

El camino no fue fácil. Al contrario, tortuoso. Los actores secundarios hicieron el trabajo sucio. Los artistas también hicieron el suyo, pero aprendieron que debían hacerlo con humildad, siguiendo un estilo.

El técnico gallego sabía que se la jugaba. Tan consciente era de ello que puso en pista un quinteto inicial formado por Marco, Xavi, Robles, Powell y Moss. Órdago, lección de humildad a las estrellas, a los que más cobran. La jugada no le salió bien de inicio porque encontró a un rival que anotó seis triples sin fallo (8-18). Pero la decoración dio un giro cuando Xavi anotó un triple (11-18). Entonces entró el mejor Vujanic, quien entendió que debía defender, que es tan duro jugar en un equipo grande, como está acostumbrado, como en uno pequeño. Y el CB Murcia se metió en el partido gracias a la garra de Roger Powell, al talento de Vujanic y a un novato de 34 años llamado Xavi, el duodécimo jugador de la plantilla.

Los 'mileuristas' le enseñaron el camino a los 'millonarios' y el marcador alcanzó el equilibrio en el inicio del segundo cuarto (24-24). A partir de ahí los árbitros cobraron un protagonismo especial, casi inesperado. Sacaron del choque a Faverani (cometió tres faltas y le señalaron una justa técnica por protestar), y los errores tocaron la frágil moral murcianista, llegándose al descanso con seis puntos de desventaja (32-38).

Pero Moncho, y ahí estuvo la clave, mantuvo su órdago en el tercer cuarto. Incluso lo incrementó cuando apostó por Óscar García. El partido se volvía a escapar hasta que el ala pívot saltó a la pista con 38-44 (min. 23). Un parcial de 20-8 en el tiempo que el capitán estuvo en la pista -anotó cinco puntos y aportó garra defensiva- dispararon a los murcianistas en el tanteo, que llegaron al final del tercer cuarto con una renta de nueve puntos (62-53).

Estrellas con mono de trabajo

Pero lo mejor aún estaba por llegar. Las estrellas se pusieron el mono de trabajo y pusieron todo su talento a beneficio del equipo. Vujanic se gustó y encontró en Prestes un gran aliado. Scepanovic también lo entendió. Y llegó un auténtico festival de juego, con incluso un 'alley oop' que levantó al público de sus asientos. Increíble pero cierto. Un equipo que sólo cuatro días antes había hecho el ridículo terminó gustándose.

Moncho Fernández fue valiente y por ello su primera aventura en la Liga ACB, la más difícil para cualquier entrenador, no se acabó en la octava jornada. Sabía que se la jugaba y que no tenía otra solución. Los jugadores más comprometidos le enseñaron al resto que todos van en el mismo barco, que quien se mueve no sale en la foto con este entrenador. Lección de humildad y de autoridad.