El fútbol rácano y sin recursos del Real Murcia logró el único resultado posible: la derrota ante un Levante confeccionado a última hora y con una mínima inversión. La excusa de que el equipo grana está en construcción no vale en esta ocasión porque su rival lo está más.

El Murcia del año del Centenario inició su declive ante el Levante allá por el mes de enero. Ayer, el proyecto millonario de ascenso de Javier Clemente, recibió una estocada en el estreno en casa. Las malas vibraciones que dejó el choque de la jornada inaugural en Vallecas se confirmaron en Nueva Condomina. El equipo evidenció los mismos defectos que hace una semana. El portero murcianista transmitió inseguridad, lo mismo que la zaga. El centro del campo no funcionó y el desborde y la velocidad que se le presume a algunas jugadores murcianistas, no existió. La única arma fueron los centros al área de Aquino. Recordó el juego del Real Murcia al que practican muchos conjuntos ingleses y el Athletic de Clemente, pero mal interpretado, por supuesto, con desconcierto.

Clemente introdujo novedades importantes de inicio. La más relevante fue que colocó a Aquino en el doble pivote junto a Guerreiro, una demarcación nueva para el murciano, que lo único que hizo de forma aceptable fue algún centro al área. Además, cometió el error garrafal de situar a De Coz como lateral zurdo. Los errores de bulto de éste a punto estuvieron de costarle algún gol a los granas y el vasco, antes incluso de terminar el primer período, decidió situarlo en la derecha, pasando a la izquierda a Lillo.

El Murcia no había entrado en juego (su único bagaje ofensivo fue un lanzamiento a las nubes de Despotovic) cuando se encontró con un gol en contra. Fue en una de esas jugadas que se dan a cientos durante una temporada pero que los árbitros no pitan casi nunca. Guerreiro sujetó dentro del área a Samuel, quien trataba de llegar al centro de Parri, y el colegiado señaló penalti. El asturiano ni siquiera llegó a caer al suelo. Elía no tuvo la inspiración del miércoles en la Copa y el lanzamiento raso de Parri hizo que subiera al marcador el 0-1. Otra vez como en Vallecas, a remar contracorriente, aunque estaba vez en casa y con la obligación de llevar la iniciativa en el juego.

Los granas, sin jugar nada parecido al fútbol, se encontraron con el empate en una jugada no menos polémica que el penalti. Aquino botó una falta y en el forcejeo se quedó tendido en el suelo el levantinista Robusté. Incluso algún jugador pidió que se enviara el balón fuera para atender al lesionado. Pero Dialiba, que no se percató de esta circunstancia, recogió el balón y puso su centro en la cabeza de Mejía, quien marcó a placer. Sin embargo, ni los jugadores visitantes recriminaron nada a los murcianistas, que se fueron al descanso con el marcador igualado después de un primer período futbolísticamente deprimente.

La segunda parte se inició con un atisbo de esperanza que llegó en un disparo de Núñez al larguero. Pero a partir ahí, ni la entrada del debutante Capdevila ni de Iván Alonso, cambiaron el curso de un partido pobre de un Murcia que no dio signos de vida futbolística. Tanto jugaron con fuego los hombres de Clemente que al final terminaron por quemarse. La sociedad levantinista Pedro Vega-Rubén, que ya había dado un aviso, llevó el desasosiego a la grada en el minuto 79 cuando subió al marcador el 1-2 tras un fallo garrafal de Mejía. El proyecto Clemente lo único que hizo ayer fue generar más dudas.