La raqueta de Lieja, que en Madrid retomó la competición después de casi dos meses de ausencia por culpa de una lesión, echó al traste las expectativas previas del duelo, que advertían en la siberiana una palpable superioridad respecto al resto. Tanto por sus méritos en los torneos recientes como por la autoridad desplegada en sus compromisos de Madrid. Fue la única que ganó todos sus partidos en la primera fase y, además, sin ceder set alguno.

Pero excedida de presión y con menor margen de error que su adversaria para alcanzar la cima del ránking, jugó sin la seguridad de los otros días. Excesivamente errática fue presa de la seriedad que despedía su adversaria, seguramente resguardada en la mayor experiencia.

El talento de Henin se impuso a la fuerza de Sharapova. Y afortunadamente para la belga el duelo no se dilató. Un aspecto que podía haber devuelto el equilibrio a un partido casi siempre desigual.

La ganadora de Roland Garros, Sydney, Dubai, Eastbourne, New Haven este año sólo necesitaba un puesto en la final para hacer saber que en el 2006 terminaría como primera del mundo. Más margen de error que la rusa, urgida del triunfo para obtener dicha recompensa.