El 16 de marzo de 2003, Alberto García vivió el momento cumbre de su carrera deportiva cuando recibió el abrazo de su ídolo, el etíope Haile Gebreselassie, poco después de sostener con él un emocionante duelo en la final de 3.000 metros de los Mundiales en pista cubierta y conquistar la medalla de plata.

El atleta madrileño, que unos meses antes había recibido el premio nacional del Deporte, nunca pudo imaginar que sólo dos semanas después empezaría su calvario particular al dar positivo por EPO en los Mundiales de cross de Lausana.

El 17 de mayo de 2003, Alberto García se vio obligado a confesar mediante un comunicado que había dado positivo en el mundial de cross aun cuando se declaraba inocente. El 9 de junio de 2004 cumplió su sanción y cinco días después reapareció en la reunión de Rivas con un discreto octavo puesto en la carrera de 2.000 metros.

"Me sentí incómodo y nervioso, pero que no se preocupe nadie porque cuando tengo que estar bien es en julio y agosto", tranquilizó al público el atleta madrileño.

García recuperó la esperanza poco después al correr los 5.000 metros de la Golden Gala de Roma en 13:10.58, un registro magnífico para quien había estado 24 meses parado, pero los Mundiales de Helsinki le devolvieron a la cruda realidad: fue eliminado en la primera ronda, como los otros dos españoles (Jesús España y Roberto García), y con un registro 13:25.44.

En Tilburgo, García ha vivido su verdadero regreso a la elite internacional, en una especialidad, por cierto, que no es la suya.

El ucraniano Sergiy Lebid, ahora seis veces campeón, hubo de esperar al último kilómetro para saberse vencedor. Tal era la fuerza con que estaba batiéndose el español sobre la hierba y el barro.

"Es la medalla que más ilusión me ha hecho", declaró a EFE tras clasificarse segundo, por detrás de Lebid. "Con 34 años y después de todo lo que he pasado, esta medalla me sabe a gloria", añadió.

Alberto García había cerrado un paréntesis de 33 meses con una nueva medalla, siguiendo los pasos del fondista toledano Julio Rey, el hombre que -asegura- le abrió los ojos.

"Julio Rey (subcampeón mundial de maratón en París 2003) me llamó al principio y me abrió los ojos, cuando peor me encontraba. Me dijo que me iba a quedar solo y que debía seguir entrenándome y estudiando. Ahora estoy contento, no hundido, y me alegra ver que Julio es mejor atleta que antes", señaló García.

García empezó una nueva vida, aprovechó su inactividad en competición para emprender estudios universitarios de fisioterapia y no abandonó los entrenamientos.

"He empezado una nueva vida", relataba. "Creo en el destino y si me ha pasado esto será por algo. Lo mismo dentro de poco puedo decir que tengo una carrera universitaria gracias a esto. Fue un palo muy grande para mí y para mi familia, pero gracias a mi novia y a mi gente en vez de deprimirme miro hacia adelante. Estoy convencido de que cuando vuelva seré el de antes".

García ha empezado a cumplir su promesa en Tilburgo y ha demostrado, como Julio Rey, que hay vida después de un positivo, que es posible regresar a la elite mundial después de pasar dos años purgando culpas y luchando por probar su inocencia.

En agosto próximo, en los campeonatos de Europa de Gotemburgo (Suecia), Alberto García tendrá ocasión de revalidar su título de 5.000 metros y de tomarse el desquite ante Sergiy Lebid.