El Tour de Francia lloró ayer. Y muchos ilustres corredores del pelotón. Alejandro Valverde, ciclista murciano del Illes Balears, abandonó la carrera después de las molestias que sufría debido a una tendinitis rotuliana en su rodilla izquierda, producto de un golpe que se produjo en la cuarta etapa en la contra reloj por equipos. Abandonó en el kilómetro 76, en la zona del avituallamiento.

"Es un momento difícil, pero no merece la pena arriesgar", señalaba Unzúe, director deportivo del Illes. Había generado muchas expectativas en el público, había congeniado con un joven de Las Lumbreras de Monteagudo afable, sencillo, humilde llamado Alejandro Valverde. Sí, ése que dicen que hará grandes cosas en la ronda gala, ése que le sacó los colores al invencible Lance Armstrong.

Ayer fue su última etapa en éste su debut. Su maltrecha rodilla no le perdonó el esfuerzo realizado en Courchevel y ayer dijo basta, la misma de la que le habló a su madre un día antes de tocar el cielo con esa inmensa sonrisa en Courchevel.

Fue la noticia del día, que dejó en un segundo plano la victoria de etapa del australiano Robbi McEwen, del Davitamon Lotto. Ha sido Valverde el único español que se ha codeado en los metros finales con el 'todopoderoso' Lance Armstrong.

La carrera con la marcha de Valverde se queda un tanto huérfana. El murciano ha sido, sin lugar a dudas, una de las revelaciones de la carrera. No ha defraudado a las expectativas que había despertado al comienzo.

Valverde es uno de los debutantes en la carrera con una trayectoria propia de los campeones en su palmarés profesional desde que debutó en la temporada del año 2002.

Acosado por los medios, Valverde se mostró triste, compungido. Pero esto no es un adiós. Sólo tiene veinticinco años y sólo hace tres que debutó como profesional.