Lance Armstrong salió de los Pirineos disparado hacia su sexto Tour consecutivo al ganar la decimotercera etapa disputada entre Lannemezan y Plateau de Beille, de 205 kilómetros, en la que repitió el mano a mano con el italiano Ivan Basso, mientras que el francés Thomas Voeckler retuvo el jersey amarillo.

Se repitieron los protagonistas de La Mongie: el gran Armstrong y el opositor indiscutible Basso, pero a la inversa. El texano obtuvo su decimoctava victoria de etapa, alejando más a sus rivales y dejando claro que llegará a París de amarillo. "No hay nada decidido porque quedan etapas muy peligrosas y puede pasar de todo. Estoy sorprendido conmigo mismo porque estoy muy fuerte", señaló. La demostración de lo que dijo lo plasmó para siempre alzando los brazos en vencedor.

Mientras tanto, Ullrich entró hundido, a 2'42", y el líder Voeckler, a 4'42". El resto sufrieron un azote mayor. Óscar Sevilla y Carlos Sastre se dejaron 6'34". Peor salieron Mayo y Heras, que perdieron 40 minutos y media hora, respectivamente. La general quedó con Voeckler al frente con 22 segundos sobre Armstrong y 1'39" respecto a Basso. Paco Mancebo es el primer español (quinto a 3'28"). Ullrich se precipitó a 7'01".

La jornada hizo estragos en Mayo, quien sufrió en el Col de Latrape y en el de Agnés, donde trató de marcharse, pero fue convencido para que siguiera. Ahí empezó a perder terreno Heras. En la cima el líder del Euskaltel, ganador ante Armstrong en la pasada Dauphiné, pasaba a 14 minutos. Al pie de Le Plateau de Beille empezó el festival del US Postal. Primero, echó abajo la escapada que mantuvieron desde el kilómetro 36 Rasmussen y Voigt. Luego llegó la selección del personal entre Rubiera y Azevedo para limitar el grupo a 10 corredores, entre ellos Pereiro, Mancebo y Sastre.

El mano a mano fue interesante. Basso quería repetir, pero todos los días no son fiesta y Armstrong hace las cosas a lo grande. Después el jersey amarillo puso la nota simpática al entrar eufórico a 4 minutos en medio del aplauso de sus compatriotas. No era para menos. El niño guardaba el preciado jersey por noveno día.