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Cartagena Jazz Festival

Kandace Springs, un espíritu libre

La joven vocalista estadounidense pasó este domingo por la ciudad portuaria y dejó a los aficionados una actuación que quedará durante mucho tiempo en el recuerdo

Kandace Springs, sentada frente a su piano, durante su memorable concierto en el Cartagena Jazz Festival.

Kandace Springs, sentada frente a su piano, durante su memorable concierto en el Cartagena Jazz Festival. / Ayto. Cartagena

Kandace Springs, la cantante y pianista de Nashville, encarna el espíritu de las grandes vocalistas sobre cuyos hombros se sostiene, desde leyendas clásicas del jazz como Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan hasta eclécticas maestras como Nina Simone y Roberta Flack. Precisamente, sus últimos trabajos recogen ese gusto por el esplendoroso legado del género.

Descrita por su mentor Prince como poseedora de «una voz que podría derretir la nieve», Springs, como dos de sus ídolos –Norah Jones y Diana Krall–, continúa abriendo nuevos caminos. Su elección de mezclar géneros musicales, con una juvenil infusión de jazz, hace de ella un talento fresco y floreciente. Es una entertainer nata. Mantiene la tradición del jazz vocal, el esplendor, la intimidad, la calidez y el humor de las grandes damas del género, y sus actuaciones en directo suelen ser elogiadas por su voz potente y con alma, técnicamente deslumbrante y a la vez profundamente emotiva.

Vestida de negro, Springs mostró no solo una voz con mucho carácter, sino también sus dotes para dirigir una banda: la complicidad del trío se estableció inmediatamente. Junto a la contrabajista panameña Caylen Bryant –además de las cuerdas pulsadas utilizó también el arco– y la baterista Camille Gainer Jones percutiendo los parches y los hierros con delicada intensidad y sabia economía, desplegó una colección de estándares jazzísticos, piezas originales y miradas al rhythm and blues, y hasta interludios de inspiración clásica: Rachmaninoff, Mozart... Se dispuso a tocar el Rondó alla turca a toda velocidad e incitó a la contrabajista –una cabeza de dinosaurio coronaba su clavijero– a repetirlo, envite del que Bryant salió exitosa.

El recital comenzó con Taylor Moore atravesando el escenario, se sentó tras su batería y comenzó un solo con brío. Entró la corpulenta contrabajista y se unió para crear un groove funky de smooth jazz y lleno de soul. Entonces, Kandace Springs apareció en el escenario como una leona, con su peinado afro, saludando como una adolescente. Se sentó al piano e, impulsada por la talentosa baterista y respaldada por su polifacética bajista, ofreció un viaje que fue desde We’ll find a way, de John Lee, a otros estándares como Angel eyes, y una primera sorpresa: Soul eyes, la canción compuesta por John Coltrane que daba título al primer disco de Kandace en 2016, y que expresa la parte más intimista de la cantante. Siguió con baladas que siempre acarician el alma a través de la hondura de Billie Holiday, hasta llegar al climax con The first time I saw your face, que llegó a tocar con Prince, y su canción favorita del karaoke, que hizo a dúo con la contrabajista: Killing me softly with his song, temas que popularizara Roberta Flack.

Springs tiene instinto para elegir canciones de casi cualquier época y género. Volvió a su primer álbum con un tema propio, Place to hide, e hizo un precioso homenaje a Astrud Gilberto en Gentle rain. A caballo entre el piano acústico y el piano Rhodes, también dejó temas de cosecha propia y rindió homenaje a su padre, Scat Springs, en Run your race. Su música tiene la sutileza del piano y la sensualidad de la voz. Articulaba con expresividad, transmitiendo adecuadamente el mensaje de las canciones; se metió bajo la piel de los asistentes. Destacó la ausencia de ‘divismo’ (ella asomándose traviesa tras las cortinas, la batería tomando selfies...), algo que tan frecuentemente afecta a las cantantes. Ya con un público totalmente entregado, llegó el bis. Dio a elegir entre recordar a Etta James o a Nina Simone, Tocó Wild is the wind, de Nina, y un nuevo homenaje a Etta: su At last. Con su tono grave cargado de riqueza expresiva y su talante desprejuiciado, sedujo al público que colmaba la sala de cámara.

Esta gran vocalista viene para compartir trono con las reinas Diana Krall, Madeleine Peyroux o Melody Gardot. Fue el show de un espíritu libre, de una aún joven artista que abarcó un repertorio amplio con el que ha dado forma a su estilo, aún en desarrollo. Por mucho que afirme que Nina Simone es su modelo a seguir, tal vez se parece más a una Shirley Horn moderna. Kandace Springs se pasó por el Cartagena Jazz dejando una actuación para recordar.

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