En su rincón
Mª Luisa M. León: Escultora de cuarta generación
Su obra, centrada en la figura humana y en temas sociales, combina fuerza, sensibilidad y una profunda pasión por comunicar a través del arte

Mª Luisa en su taller. / Javier Lorente / loren
La obra de María Luisa Martínez León, escultora, pintora y docente, es tan monumental, sincera y te atrapa tanto como su sonrisa. Vive en Alcantarilla y su taller lo tiene a las afueras, en el Camino de los Romeros. Cuando me abre la puerta de la verja, me adentro en otro mundo: Hay esculturas por doquier, pavos reales, gallinas, pavos, gatos y perros en libertad, decenas de grandes lonas con reproducciones de sus obras y de sus exposiciones que cuelgan entre los árboles, como si de una exposición se tratase, una antigua piscina llena de galápagos, un criadero de tortugas, varias esculturas monumentales en las que está trabajando, su taller con forma de hangar, repleto de pinturas y esculturas, el impresionante taller de su padre, Anastasio Martínez Valcárcel, un maestro de la escultura al que me encuentro en pleno trabajo y que me hace pensar en volver otro día a hacerle una entrevista a él… En fin, un universo donde se respira arte por los cuatro costados, un poco caótico, pero que impresiona a cualquiera que se adentre en él.
María Luisa es licenciada en Bellas Artes, pero aprendió desde pequeña en los talleres de su abuelo y de su padre. Me recibe con una afabilidad y sonrisa que no pierde ni un segundo. Habla sonriendo, sonríe sin parar de hablar y de contarme mil cosas de su trayectoria, de arte, de sus alumnos, de sus hijos y de una familia única de grandes artistas, la suya, que empezó con su bisabuelo Anastasio Martínez Hernández, que fundó un taller en Murcia, a espaldas del Teatro Romea. Tiene un magnífico dossier con fotografías y recortes de periódico de toda la familia. Me enseña una revista de Barcelona, del año 1900, donde se anuncia el taller familiar de "Industrias Artísticas", especializado en esculturas y trabajos modernistas. Desde entonces, la cosa ha ido a más.
Me sigue contando: "La hija de mi bisabuelo, Paz Martínez, también fue escultora, una de las primeras de España. Luego está mi abuelo, Nicolás Martínez Ramón, que estudió Bellas Artes y que hizo el Cristo de Monteagudo, que al principio iba para poner en la catedral. Hizo otros muchos monumentos, como los caballos de La Fica, y que fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios. Mi padre Anastasio también estudió Bellas Artes y fue director de la Escuela de Arte de Orihuela. La cogió con 30 alumnos y la dejó con más de 700. Mi padre también tiene mucha obra pública: el viacrucis de la Santa de Totana, el Ángel de Sanidad, el monumento al Huertano, en total más de 1500 obras por toda España y otros países".
María Luisa lleva el arte en sus raíces, en su preciosa mirada azul y en sus manos poderosas y a la vez delicadas. Estudió Bellas Artes en Valencia y se doctoró con un trabajo sobre la escultura española del siglo XX. Ha sido profesora de la UCAM, de la Escuela de Arte, de varios Institutos de Madrid, Asturias, Gran Canaria y la Región de Murcia y, finalmente, de la Escuela de Diseño. "Los tres hermanos, incluida una hermana que perdimos muy joven, trabajamos de niños en el taller de mi padre. Nos dejaba tocarlo todo y desarrollar nuestra creatividad. Poco a poco fuimos aprendiendo el oficio. Pero agradezco a mi padre que fuera quien me animó a irme a Valencia, a aprender otras cosas y sacarme la carrera. He hecho de todo, pero siempre me ha gustado la figura humana, tanto en pintura como en escultura. La gente me interesa, me gusta relacionarme, aprender de los demás, descubrir el mundo de otras culturas. Casi por casualidad, conocí el mundo del ejército; me han encargado algunos trabajos, he pintado cuadros y hecho esculturas y en la actualidad estoy haciendo este monumento a los paracaidistas caídos que has visto". La obra es gigantesca, impresionan sus dimensiones y su estudio de la figura humana y del movimiento. Es una obra de encargo para la base de Alcantarilla.
Me confiesa que le gustan los retos; se ve en su taller. También le gusta el buen rollo; su sonrisa no es una pose y hasta tiene una pieza dedicada a ello nada más entrar a su estudio, una gran lechera con un texto grabado: "Deposite aquí su mala leche antes de entrar; la podrá recoger al irse». Me cuenta su viaje en una misión de paz en el Líbano, con los cascos azules, y que ha expuesto sus obras militares en Madrid, en Alcalá de Henares y en Paracuellos del Jarama. En la actualidad está dando forma a un nuevo proyecto que se va a titular In-Justicias del día a día, tratando temas como el bullying en la sociedad, en el trabajo o en los centros educativos. Me confiesa que le encanta la docencia, que todos los días aprende de sus alumnos y que sobre todo «no quiero estancarme, creo que siempre hay que estar investigando, buscando tu camino propio, tu voz y tu espacio". De lo que debería estar orgullosa es de ser tan positiva: «Yo soy así, siempre positiva; eso no quiere decir que no tenga problemas, pero yo creo que triunfa quien resiste y quien mira el lado bueno de las cosas; eso se refleja en mi persona, en mis obras, en mis colores. En el arte es importante llegar a la gente, transmitir. Yo les presento a mis alumnos una magdalena, muy apetecible, y otra aplastada y desmigajada. Les digo que las dos saben igual, pero que no llegan igual a los demás. El arte hay que saber comunicarlo, hacerlo atractivo». Me confiesa que está más cómoda como profesora de la Escuela de Arte que cuando estuvo de profesora de Instituto: "No hay nada mejor que un alumno que no va obligado a tus clases, sino que elige aprender contigo". Me habla de sus hijos, repartidos por el mundo: "Ellos tienen claro que hay vida más allá de la Región de Murcia; mi hija María Luisa, que estudia Bellas Artes, está de Erasmus en Budapest, Nicolás, ingeniería, y Jacobo, en Bilbao, y a mí me encanta visitarlos".
Está claro que le gustan los animales, que pueblan los jardines y huertos de su estudio, pero le gusta la naturaleza en general, los paseos por la montaña, visitar jardines, museos y cementerios en sus viajes… Y hace defensa personal; que no os confunda su sonrisa, que es una mujer fuerte y admirable.
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