Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Entrevista | Silvia Conesa Cineasta

Silvia Conesa: "Aunque no tengamos una pantalla en la cabeza, ya la llevamos dentro"

La actriz, guionista y directora de cortometrajes de ciencia ficción se encuentra en el rodaje de su último proyecto: ‘Última generación’, el cual se mueve en un futuro de aislamiento provocado por la era de la hiperconexión

La directora cartagenera Silvia Conesa durante una de las sesiones de rodaje.

La directora cartagenera Silvia Conesa durante una de las sesiones de rodaje. / L. O.

Directora, guionista y actriz, Silvia Conesa (Cartagena, 1985) es una de las voces más singulares del nuevo cine fantástico español. Formada en la ESCAC y en el Instituto del Cine de Madrid, y fundadora de Gerion Films, Conesa ha cosechado más de 30 premios internacionales y más de 300 selecciones con cortometrajes como 'Evströnger', 'Polvotron 500' o 'Hamelin', obras en las que combina la sátira social con el imaginario de la ciencia ficción. Actualmente se encuentra rodando 'Última Generación', una fábula futurista contada desde la mirada de un bebé que anhela la atención de sus padres, absorbidos por las pantallas. Conesa aborda aquí, con ironía y ternura, una de las grandes contradicciones de nuestro tiempo: el aislamiento en la era de la hiperconexión.

Hablamos de 'Última Generación', su nuevo corto, que retrata un mundo donde las pantallas han reemplazado las miradas. ¿Hubo algún momento concreto que encendiera la chispa de esta historia?

Sí. La idea surgió hace unos seis años, cuando fui madre por primera vez. Paseaba a mi bebé de tres meses mientras contestaba mensajes en el móvil y, de repente, lo vi mirándome fijamente. Me di cuenta de que llevaba todo el paseo pendiente del teléfono, con el móvil literalmente entre él y yo. Me sentí fatal. Pensé en cómo vería el mundo un bebé nacido hoy, rodeado de adultos que solo miran pantallas. De ahí nació el corto: un niño cuyos padres no le hacen caso y que desea convertirse en el primer "niño pantalla".

Ese deseo del niño por ser una pantalla, ¿es una advertencia o un espejo de lo que ya somos?

Creo que es un espejo. El corto nace de alguien que anhela la atención de una mirada, algo profundamente humano. Aunque no tengamos una pantalla en la cabeza, ya la llevamos dentro. Estamos siempre pensando en ella.

El corto se presenta como una fábula contada desde una mirada infantil. ¿Cómo trabajó ese punto de vista?

Está narrado como un cuento, con la voz de una narradora que le lee la historia a un niño. Gran parte del corto está rodada en plano subjetivo, como si viéramos a través de los ojos del bebé. Eso me interesaba mucho: cómo percibe un niño este mundo. Además, así evitamos rodar tanto con un bebé real, usando manos y pies hiperrealistas para algunas escenas.

Dirigir a un bebé protagonista suena como un reto enorme. ¿Cómo se afronta algo tan simbólico con un personaje que apenas puede actuar?

Fue un reto, claro. El deseo del bebé lo conocemos gracias a la narradora, pero él no deja de ser un bebé. Hay que ponerse en su punto de vista: un bebé siente las cosas con inmediatez; si quiere algo, lo quiere ya. Esa sencillez emocional es la clave del personaje.

En sus trabajos combina lo tecnológico con lo artesanal. ¿Cómo se sostiene esa ambición visual en un proyecto independiente?

Soy muy defensora de lo físico. Los efectos digitales solo me interesan si parten de algo real. Por ejemplo, el bebé hiperrealista lo creó una artesana, pelo a pelo, aunque apenas aparezca en dos escenas. Era caro, pero necesario: debía parecer real. No quería recurrir a algo totalmente digital, ni sacrificar el resultado por falta de presupuesto. Prefiero lo artesanal, aunque cueste más.

El género fantástico parece su lenguaje natural. ¿Qué le permite la fantasía o la ciencia ficción para hablar de lo humano?

Me da libertad. No tengo que ceñirme a lo verosímil y puedo exagerar la realidad para verla mejor. Me gusta imaginar mundos y llevar las ideas al extremo, pero siempre con coherencia interna. Por ejemplo, al crear la sociedad pantalla, pensé cómo sería la habitación de un niño así, qué juguetes tendría, qué objetos antiguos conservarían. Si el mundo no es creíble, el espectador se desconecta.

Utiliza la fábula y el humor negro para abordar temas sociales. ¿Cómo equilibra el mensaje con el entretenimiento?

No están reñidos. A veces se piensa que lo social debe ser realista o dramático, y no tiene por qué. La sátira y la comedia también son herramientas políticas. La comedia fantástica me permite hablar de cosas muy serias sin solemnidad.

Soy muy defensora de lo físico; los efectos digitales sólo me interesan si parten de algo real

En cortos como 'Evströnger', 'Polvotron 500' o 'Hamelin' ya exploraba la deshumanización, el consumo o la educación. ¿'Última Generación' es una evolución natural?

Sí, nació cuando fui madre y pensé en la generación que está creciendo ahora y el futuro que tendrá. Es una evolución biográfica. Si 'Polvotron' o 'Hamelin' se iban a futuros más lejanos, 'Última Generación' habla del presente inmediato que vivo como madre y cineasta.

Además de directora, es actriz. ¿Esa doble mirada influye en su forma de dirigir?

Mucho. Como actriz, cuando escribo, ya pienso desde dentro del personaje. A veces me levanto del sofá y ensayo cómo se movería o hablaría. Me ha servido mucho para dirigir actores: me gusta ensayar, improvisar, probar. Cada actor tiene su técnica y me siento cómoda acompañándolos en ese proceso.

En los últimos años ha crecido la presencia de directoras en el cine español, pero el fantástico sigue siendo terreno difícil. ¿Aún hay barreras?

Sí, aunque estamos mejor. Hay más directoras nominadas y rodando, pero en el fantástico seguimos siendo pocas. Conozco a varias compañeras que hacen cortos, tenemos incluso un grupo de WhatsApp, pero que hayan dirigido largos hay muy pocas. Carlota Pereda, por ejemplo, con 'Cerdita' y 'La Ermita'. Ella ha abierto camino, pero aún queda mucho por recorrer.

Si pudiera pedir un deseo a las estrellas, como hace Lucas, ¿qué pediría para el cine fantástico español?

Que los productores se atrevieran más. Da la sensación de que muchos ya no buscan películas que les apasionen, sino las que "funcionan" según Netflix. Eso mata la originalidad. Cuando una peli pequeña triunfa, todos quieren copiarla, pero mientras tanto se han quedado muchas ideas sin hacer. Pediría que abrieran un poco más la mirada, que volvieran a apostar por el riesgo y por las nuevas voces.

Tracking Pixel Contents