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Entrevista | Jerónimo Tristante Escritor

Jerónimo Tristante: "El lector nota cuando el autor disfruta escribiendo"

El autor murciano y profesor de secundaria de Biología y Geología no solo narra historias, construye puentes entre la ficción y la memoria con precisión documental y una prosa ágil que invita al lector a descubrir secretos y tensiones ocultas

Jerónimo Tristante, autor de la saga de Víctor Ros y de la reciente novela ‘1973’.

Jerónimo Tristante, autor de la saga de Víctor Ros y de la reciente novela ‘1973’. / Lax Asís

Dieciséis años después de '1969', Jerónimo Tristante retoma la vida de Julio Alsina, aquel detective inconformista que se ganó la empatía de los lectores y que ahora regresa en '1973'. El autor confiesa que no fue una decisión premeditada, sino el resultado de una doble circunstancia: el tiempo necesario para escribir y el hallazgo de una historia que mereciera volver a poner a Alsina en marcha. Con esa premisa, el personaje reaparece en plena efervescencia del tardofranquismo, envuelto en una trama que combina crimen, política y espionaje. Entre París, Vera y el Madrid de 1973, la novela reconstruye una época crucial para entender la España que se abría paso entre sombras, alianzas internacionales y tensiones internas. Fiel a su estilo, el autor utiliza el género negro como herramienta para explorar la memoria histórica, sin renunciar al placer de la intriga y la aventura. 1973 es, a la vez, una continuación esperada, una mirada crítica al pasado y un viaje al corazón de un país en transformación.

'1973', la esperada continuación de '1969'. ¿Qué le llevó a retomar la historia de Julio Alsina después de 16 años de la primera novela de este detective? ¿Ha sido una decisión personal, demanda de los lectores?

Desde el primer momento los lectores se identificaron mucho con el personaje y reclamaban más historias. Tenían que cumplirse dos condiciones: que se me ocurriera una buena trama y que tuviera tiempo. Hace dos años encontré una historia que me apetecía contar y así nació '1973'.

Está ambientada en el tardofranquismo. ¿Había temas sociales o históricos que le interesaran explorar a través de Alsina?

Alsina siempre da una vuelta de tuerca más, lo que le lleva a casos muy grandes. En '1969' se topa con algo de alcance mundial, y en '1973' ocurre igual. Encontré un tema interesante detrás de la investigación de Alsina y disfruté mucho escribiéndolo.

Y en este caso, el marco espacial se mueve en torno a Vera, en Almería.

Está en París trabajando en una librería cuando la CIA lo contacta para investigar un parricidio ocurrido en Vera. Acepta por dinero y por la posibilidad de volver a España con pasaporte. El misterio está en por qué la CIA se interesa en un crimen de dos años atrás. Al tirar del hilo llega al Madrid de 1973.

¿Hay alguna vinculación especial por elegir Vera como uno de los escenarios principales?

Quería una localidad turística con contraste entre extranjeros y españoles. Puerto Rey me pareció sugerente por las playas y porque allí vivió Orson Welles. Además, pude documentarme con archivos locales, lo que me ayudó a describir el fenómeno del turismo en 1973. Me pareció sugerente por la inmensidad de las playas que, en aquel momento, aunque todavía son playas no muy saturadas, en aquella época eran paradisíacas para los extranjeros, y me pareció un escenario muy interesante.

Ha mencionado el Madrid del 73 y que juega un papel principal en la CIA, pero también está la Guerra Fría. ¿Hay cruce de espionaje en esta novela?

España era un aliado prioritario de EE. UU. y en Madrid se daban escenarios muy sugerentes: la visita de Kissinger, el proceso 1001, ETA, las luchas internas del franquismo y, por supuesto, el atentado contra Carrero Blanco, crucial para la transición.

¿Podemos considerar '1973' como el inicio de una nueva saga? ¿Hay más entregas, más aventuras planeadas para Julio Alsina?

Me gustaría escribir más, aunque ya tengo la saga de Víctor Ros, en la que estoy trabajando en la séptima entrega. Aun así, Alsina quedó en 1973, una época convulsa perfecta para nuevas novelas policíacas.

En relación con la saga de Víctor Ros, ¿es difícil separar a uno de otro a la hora de escribir?

Es fácil porque cambio de época y personajes, lo que resulta hasta relajante. Alternar proyectos evita el aburrimiento y mantiene la ilusión. El lector nota cuando el autor disfruta escribiendo.

Leyendo las novelas, se ve que hay un proceso de documentación muy importante a la hora de recrear los distintos años en los que se mueve cada una de ellas. ¿Cree que la novela negra es una buena herramienta para revisitar la memoria histórica?

Claro. La novela policiaca es muy lúdica: el lector juega a detectives, lo que permite tratar temas espinosos. El asesinato de Carrero, por ejemplo, fue obra de ETA sin duda, pero hay puntos oscuros que inducen a pensar que fue un atentado que tuvo cierto tutelaje, probablemente, de alguna agencia extranjera y que hubo gente del régimen que no se tomó mucho interés en investigar el asunto o que más bien miraron hacia otro lado.

¿Hay algún desafío narrativo o autoimpuesto a la hora de mezclar el personaje, la ficción, el crimen y a veces un poco la crítica social?

Hay que administrar bien. El componente policial me permite contar cómo era la sociedad, pero sin acumular datos que conviertan la novela en ensayo. La clave es que, mientras el lector sigue la aventura, viaje también en el tiempo a la España del tardofranquismo.

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