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Entrevista | Parade & Nacho Casado Dúo musical

"Nuestro trastorno es la música: somos dos personas obsesivas con las canciones, los sonidos, las letras"

El improbable dúo ha dado forma a un disco "especial", uno en la que ambos parten de un ideario pop para terminar deslizándose por sonoridades más próximas a la bossa, la balada melódica, el pop de cámara y el jazz

Esta noche presentan estas canciones en la Cooperativa Ítaca, dentro del ‘Ciclogénesis’

Nacho Casado y Antonio Galvañ, alias 'Parade'.

Nacho Casado y Antonio Galvañ, alias 'Parade'. / L. O.

Parade & Nacho Casado son unos alquimistas del pop que se profesan admiración mutua; ello ha posibilitado que aúnen fuerzas y graben unas canciones que parten del ideario pop para deslizarse por sonoridades como la bossa nova, la balada melódica, el pop de cámara o el suave arrullo del jazz. Antonio Galvañ (Parade), maestro del pop, y Nacho Casado (tras su paso por La Familia del Árbol, comenzó su carrera en solitario en 2018), embajador del mediterráneo y los sonidos con aire de bossa nova, han creado un disco a cuatro manos, una obra única que trasciende géneros, uniendo lo mejor de sus estilos. Publicado por Jabalina Música, el disco combina la delicadeza del pop refinado con la calidez y la sensibilidad emocional de la bossa nova. Esta oda suave y melancólica a los días más cálidos hará especialmente disfrutable cualquier momento de tu vida; reintroduce el sonido suave y relajado que tanto Parade como Nacho Casado han convertido en su sello distintivo. El tándem de Parade y Nacho Casado se presenta este sábado en ‘Ciclogénesis’. Es muy fácil amar esta música que destaca por su sensibilidad, por ser un abanico de sonidos que va del pop a la música brasileña, pasando por encima de géneros y fronteras.

¿Qué empujó a esta alianza de talentos? No parece que fuera una casualidad. ¿Cómo fue aquel encuentro?

Antonio Galvañ: Pues el interés mutuo del uno por el otro. A mí me gustaba mucho lo que hacía Nacho, y fui a verlo tocar a Elche. Estuvimos hablando después del concierto, y quedamos en hacer algo juntos. En principio iba a ser un single digital, después un EP. Poco a poco, al ver que teníamos complicidad y canciones, terminamos haciendo un disco largo. Nos caímos bien.

Nacho Casado: Siempre he sentido admiración y respeto por el trabajo de Antonio. Tenemos amigos en común, y conocerlo en persona, en un momento de cambio personal para mí, fue muy inspirador. Con el tiempo, fuimos construyendo una amistad basada en nuestro amor por el pop y la música de otras épocas. He tenido la suerte de conocer a muchos músicos a lo largo de mi carrera, algunos de los cuales ya admiraba, pero con pocos he sentido esa empatía y esas ganas de compartir y disfrutar haciendo arte.

En las notas de contraportada del disco The best of Stan Getz se cuenta que el saxofonista decía acerca de Antônio Carlos Jobim y João Gilberto: “No os dejéis engañar por la dulzura de su música, estos muchachos swinguean mejor que la mayoría, y lo hacen con toda naturalidad”. ¿Qué habéis querido destacar con estas notas? Más allá de lo obvio, ¿qué lecciones específicas sobre la armonía, la economía de notas o la cadencia han extraído de su trabajo y aplicado a su sonido pop?

N. C.: Te refieres al texto de Ricardo Aldarondo. Nosotros queríamos recrear eso que hemos leído tantas veces en las contraportadas de los discos que nos encantan: ese texto de un crítico o periodista musical que aporta una mirada sobre el álbum. Creo que lo más fascinante de esa música es su complejidad armónica y, al mismo tiempo, la naturalidad y accesibilidad con la que suena. Esa combinación es lo que hace tan grandes a esos genios: pueden construir algo sofisticado desde el punto de vista del jazz o la samba, pero que al oído resulta simplemente bello.

Cinco canciones cantadas por cada uno, interpretadas con el apoyo del otro, en una simbiosis musical muy poco habitual en estos tiempos. Parece que el proyecto fue creciendo tras vuestro encuentro. ¿Ha sido fácil el entendimiento?

A. G.: Tenemos muchos intereses comunes: el pop clásico, el sonido de los años sesenta y setenta, incluso los primeros ochenta más acústicos. Hemos buscado lo que nos gustaba a los dos, es decir, canciones inmediatas y emocionantes como las de los grupos que nos encantan, que van desde Brian Wilson hasta los Pale Fountains, pasando por los discos setenteros de Paul McCartney o Carole King. Las canciones están cantadas por la persona que las compone, pero a partir de ahí siempre hay un aporte del otro, ya sea en producción, arreglos, coros… Ha sido muy importante la colaboración; es lo que nos acabó de decidir a hacer un LP juntos.

N. C.: Creo que podríamos mantener esta unión en varios álbumes y seguir creando con un sentimiento fresco y precioso. Fue muy fácil y emocionante, tanto como está siendo nuestra gira en directo. Cada canción que íbamos descubriendo representaba un trabajo conjunto, en el que ambos aportábamos lo mejor que teníamos.

Este disco logra una fusión muy particular entre la melancolía pop y la calidez rítmica de la bossa nova. ¿Cómo fue el proceso para encontrar el punto de equilibrio donde estas dos atmósferas conviven de manera natural en las composiciones?

A. G.: Algunos han dicho que yo aporto la parte pop, y Nacho la de bossa nova, pero no es exactamente así.

N. C.: No lo sé, quizá justamente eso: que no nos lo planteamos en esos términos, sino que dejamos que la canción mandara y nos mostrara el camino. Yo trabajo mucho desde la intuición; si algo me hace sentir, me dejo llevar. Siempre he sido así, y con Antonio es fácil, porque siempre tiene algo especial que aportar.

¿Cómo fue el proceso de creación de este disco? Me gustaría destacar los arreglos de las canciones, revestidas de una elegancia un poco a lo Louis Phillipe. ¿Teníais claro desde el principio con qué elementos trabajar?

A. G.: Teníamos muy claro que debía ser un disco tocado por personas, y con no muchos elementos. El contrabajo, la batería, la guitarra española y el piano era la base de donde partíamos. Después, por supuesto, nuestras voces, y desde el principio estuvimos haciendo arreglos de cuerda, que era lo que le termina de dar el timbre distintivo a la producción.

N. C.: Justo, pensamos en vestir las canciones de la forma más acústica posible, y que la grabación fuera muy orgánica: gente tocando en una sala, con esa energía de los sesenta donde los intérpretes mandan y buscan emocionar. Me obsesiona mucho la interpretación, el cómo cantar y tocar para poder capturar ese momento en una grabación. Es curioso que menciones a Louis Philippe, porque venía de editar un disco en Japón y aparecieron muchas referencias a él. Justo había estado recuperando los discos suyos que tenía y que hacía tiempo no escuchaba. Creo que todo eso tiene que ver con el bagaje tan amplio que compartimos Antonio y yo, o al menos así lo sentimos humildemente. También hablaba con Antonio de que ahora, en mayor o menor medida, ya somos capaces de llegar a ese punto en el que nuestra cabeza nos dice cómo debe sonar un arreglo, una melodía, incluso una canción.

Fuisteis a grabar a Granada con el productor Jaime Beltrán. ¿Qué papel ha desempeñado en esta ecuación?

A. G.: Jaime ha sido esencial, nos entendió muy bien y supo aportar el sonido acústico que nosotros buscábamos. Y los músicos de estudio, Zeke Olmo y Alejandro Tamayo son brutales, hicimos un buen equipo. Ya habían trabajado antes con Nacho, y comprendieron a la perfección lo que buscábamos.

N. C.: Me encantó ese tiempo en el estudio porque fue intenso y emocionante. Es una forma de trabajar muy exigente, tanto por las sesiones como por el tiempo, y hay que tomar muchas decisiones en el momento. Fue duro y extenuante, incluso afectó un poco nuestro ánimo, pero el resultado está ahí para siempre, y ambos quedamos muy contentos. Fue un gran trabajo de todo el equipo.

¿Cómo era inicialmente el proyecto? ¿Cómo surgió esa idea? ¿Qué tenía de reto especial?

A. G.: Nos fuimos pasando canciones en crudo desde la primavera del 23. Ese verano grabamos las maquetas ya con los arreglos de batería, bajo y cuerdas que queríamos, pero secuenciados. En diciembre del 23 grabamos en el estudio, fue todo bastante rápido. Teníamos esa intención de no dejar mucho tiempo entre composición y grabación. Se hicieron algunas modificaciones menores de tempo y algunos pequeños arreglos, pero la referencia fueron las maquetas. Ya desde ellas se adivinaba el concepto de canciones vivas y cantables que han resultado.

N. C.: Fue un proceso vivo, profundamente artístico y, en muchos momentos, emotivo.

El lindo amor fue el tema elegido para empezar a mostrar el enorme trabajo en común. Parade menciona al arcipreste de Hita y su Libro del buen amor. ¿Cómo salió esta canción?

A. G.: Yo tenía claro que la canción iba a ser un homenaje al amor longevo, al que sobrevive al paso de los años. Para mí es lo más difícil, mantenerlo durante el paso del tiempo, y no hay tantas canciones que lo celebren. Esa era la idea central de El lindo amor. Al principio partió de una base Motown de batería, y se fue transformando. Las cuerdas grabadas por las chicas de Cosmotrío hicieron que despegara muy alto. Fue un shock escuchar en directo los arreglos que había preparado con instrumentos virtuales. El buen amor que reivindica el arcipreste en su libro me iba como anillo al dedo: sensato, equilibrado y virtuoso. Pero he de reconocer que su aparición es circunstancial, el lindo amor, el buen amor….

Nueva York, Tokio y Brasil fue el segundo single. La yuxtaposición de Tokio y Brasil es muy intrigante. ¿Cómo se manifiesta esta dualidad cultural en vuestra música? ¿Tokio representa la sofisticación pop y el diseño sonoro, mientras que Brasil aporta la emotividad y el ritmo, o es más complejo que eso?

N. C.: Sí, así es. Usamos las ciudades para reivindicar esos sentimientos. Es una canción sobre el paso del tiempo, romper esa saudade y darse cuenta de la importancia de sentirse vivo y de amar. También es una oda a los sonidos que amamos: desde el Brill Building en Nueva York hasta el pop de Shibuya, pasando por la bossa y la samba de Brasil. Muy buen apunte. Es una canción importantísima en mi discografía, le tengo mucho amor.

Incluís una versión Mañana mismo (la original, Tomorrow morning, es de The Blue Nile). ¿Qué os animó a hacer este cover? ¿Cómo funciona la química creativa entre vosotros? ¿Hay un rol definido para cada uno en el proceso (letras, melodías, producción) o es un intercambio constante de ideas?

A. G.: Yo admiro mucho ese “sonido de la joven Escocia” del sello Postcard de principios de los ochenta, y tangencialmente escuchaba también a los escoceses The Blue Nile, aunque no tengan mucho que ver con ello. Sus canciones son complicadas de adaptar, pero había una (Tomorrow morning) de su época más tardía que me enamoró, y no fue difícil encontrar una letra en castellano que funcionara. Se la mostré a Nacho y le gustó mucho, así que seguimos adelante, cambiando el protagonismo de la guitarra acústica de la primera por el piano y las cuerdas en la nuestra. Los coros de Nacho ponen la guinda, quedó muy emocionante.

N. C.: El ejemplo más claro —y que incluso nosotros mencionamos a menudo— es el de Lennon-McCartney: uno trae una idea y el otro ayuda a desarrollarla y aportar, hasta que al final se convierte en algo de ambos.

¿Cuál es el trastorno de Parade y Nacho Casado? ¿Qué ha sido para vosotros lo más interesante de esta experiencia?

A. G.: Por supuesto que nuestro trastorno es la música. Somos dos personas obsesivas con las canciones, los sonidos, las letras. Si no fuese así, no habríamos llegado hasta aquí, lo habríamos dejado hace muchos años. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, y creemos que nuestro álbum es algo único. Amor de padres.

N. C.: Una experiencia vital y pura, la de dos locos compositores y cantantes que adoran lo que hacen y han encontrado un refugio en esa locura constante. Como dos personas que hablan su propio idioma. Sin duda, es un disco especial por tantas razones, y para mí está a la altura de mis ídolos, con los que ahora siento que puedo hablar de tú a tú. Una suerte y un privilegio.

EL CONCIERTO

Parade & Nacho Casado

Fecha: Hoy, 20.30 horas.

Lugar: Cooperativa Ítaca, Murcia

Precio: 12 euros.

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