Literatura
Sánchez Aguilar abre la Feria del Libro de Cartagena con una llamada a la acción
El autor de ‘El órgano’ inaugura esta cita con un pregón en el que llamó a lectores a conquistar el arrebatado territorio de la lectura

Diego Sánchez Aguilar, ayer, durante la lectura del pregón de la Feria del Libro de Cartagena. / LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS
Lo de Diego Sánchez Aguilar fue, casi más que un pregón, una llamada a la acción. El escritor, encargado de inaugurar la Feria del Libro de Cartagena –su feria, la de su ciudad, «ahora más que nunca»–, fue incisivo y, sobre todo, crítico. «El mundo no quiere que leamos. Todo está diseñado contra la lectura. Aunque se hagan campañas intitucionales, aunque los profesores obliguemos a leer a nuestros alumnos, la sociedad está organizada en contra de la lectura. Porque, mientras uno lee, no está produciendo. El tiempo de lectura no genera dinero, beneficios; leer es una forma improductiva de perder el tiempo», reflexionó el autor de Los que escuchan (2023) y, más recientemente, El órgano (2025).
Mucho más productivas –desde un punto de vista mercantilista– son las redes sociales y las plataformas de streaming: «Estas están diseñadas para la adicción, con estudiadas técnicas psicológicas similares a las que llevan a la ludopatía, para que pasemos el mayor tiempo posible en ellas, porque cada minuto que pasamos ahí estamos generando beneficios», apuntó el cartagenero, recién reinstalado en la ciudad tras cinco años viviendo en Londres. «Si los libros son linternas que iluminan y revelan, las redes son como los faros de un coche que te deslumbran, que te dejan paralizado y cegado ante la realidad».
Por eso, para Sánchez Aguilar, leer es un «acto de resistencia» frente a la «dictadura de la distracción y el ruido». «Pero el espacio de la lectura es un territorio que hay que conquistar», advirtió: «Cuando alguien dice que no tiene tiempo para leer, debe luchar por recuperar ese tiempo que se nos está robando, y que es privado, exclusivo, solo nuestro. Hay que ganar esa batalla por el espacio sagrado de la lectura, por el lugar placentero y silencioso de la lectura donde se detienen todos esos gritos, y esa ansiedad infinita, y solo estamos nosotros, y esa voz silenciosa que recorre las palabras que alguien, más sabio que nosotros, se ha molestado en escribir».
Y, de la misma manera, ganar ese espacio es motivo de celebración, y «hay que hacerlo contagioso», incluso. Por eso «hay que llevarlo también a la calle, como hacemos hoy aquí», dijo el escritor. Además, «Cartagena ha estado muchos años sin Feria del Libro, y es una alegría ver que las casetas llenas de libros vuelven a ocupar nuestras calles, y que los escritores y los lectores vuelven a tener un lugar donde encontrarse y dialogar», festejó el pregonero, que recibió los aplausos del público asistente en la plaza de Juan XXIII, donde hasta el domingo estarán abiertos los más de treinta expositores –o casetas– de grandes almacenes y editoriales. También de librerías como La Montaña Mágica, «un auténtico lugar de resistencia lectora», y de asociaciones o proyectos como el Mandarache, protagonista de otra de esas «grandes victorias» de la ciudad portuaria por el espacio común que es la lectura.
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