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Arte | María Carbonell Artista

"La kufiya palestina es un buen ejemplo de cómo un tejido puede convertirse en un emblema político"

Tras una última experiencia 'rara' en T20 exponiendo en plena pandemia, la artista visual vuelve a la sala de la calle Victorio con una serie que nace de su investigación en torno al bordado y lo textil

La artista molinense María Carbonell posa ante una de las piezas principales de ‘Tirar del hilo’.

La artista molinense María Carbonell posa ante una de las piezas principales de ‘Tirar del hilo’. / L. O.

Lola López

Lola López

A la molinense María Carbonell un proyecto le lleva a otro. Así hasta llegar a este último, Tirar del hilo, que desde mediados de septiembre ocupa la murciana galería T20 con una reivindicación artística: la de los temas y técnicas históricamente considerados 'menores' por estar ligados a las mujeres. El bordado y la pintura floral son, al mismo tiempo, los dos pilares de este proyecto —que remite a las banderas de las sufragistas británicas, a la Bauhaus, a la pintura de los siglos XVII y XVIII— y aquello que esta artista trata de resignificar y desmontar para armar 'nuevas imágenes de lo femenino'. Porque la tela, asegura, 'nunca es neutra'.

Qué tal, María. Su exposición abrió la temporada en T20 y atrajo a mucha gente. 

Sí, fue una noche maravillosa. Me alegró muchísimo ver a tantos amigos, amigas y conocidos que se acercaron a acompañarme. La última vez que inauguré en T20 fue en plena pandemia, en octubre de 2020, y claro, no pudo celebrarse como me hubiera gustado. Íbamos todos con mascarilla, solo dejaban entrar en grupos de siete personas y, por supuesto, nada de brindar con una cerveza o un vino…, así que fue una experiencia un poco rara.

Artificial landscapes era aquella exposición. ¿Cómo fue para usted aquella época, por cierto? ¿Fue de las artistas que pasó el confinamiento creando o la situación no le dejó trabajar?

La verdad es que no, la situación no me dejó. Justo al principio del confinamiento me contagié y estuve bastante tiempo con síntomas. Incluso cuando ya se podía salir un poco, yo todavía no podía ir al estudio. Así que, más que un tiempo de creación, para mí fue un parón. Lo aproveché para descansar, leer, ver series, estar en contacto con la gente por redes…, y ya, cuando me encontré mejor, empecé a preparar proyectos y hacer cosas desde el ordenador. Pero en el estudio, realmente, fue una pausa.

Entremos ya en Tirar del hilo. En una entrevista anterior en este periódico, por aquella Artificial landscapes, comentaba que había supuesto un 'cambio de lenguaje'. Y ahora vuelve a T20... con otro. ¿Cómo aborda estos retos, estos cambios de lenguaje, de técnica?

Una de las premisas de mi trabajo es cuestionar mis propios procesos. Para mí es muy importante no caer en la repetición, porque de algún modo me aburriría. Necesito experimentar, probar cosas nuevas, incorporar otros procesos de trabajo. A veces eso se traduce en un cambio de lenguaje, otras en la incorporación de técnicas distintas. Pero no es algo forzado: cuando estoy trabajando en un proyecto, ese mismo proceso me va llevando al siguiente, siguiendo siempre una lógica, como parte de un continuo. Es algo orgánico: cada proyecto abre la puerta al siguiente.

Cuénteme, entonces: ¿cómo le llega la idea de homenajear la pintura floral y el bordado, campos artísticos tradicionalmente femeninos? ¿Qué le atrapa de esta historia?

Como te decía, cada proyecto nace del anterior. Tirar del hilo surge de la investigación que realicé para The Subversive Stitch, que formó parte de mi tesis doctoral y que se inaugurará en el Centre del Carme de Valencia en abril de 2026. Ese proyecto giraba en torno a las banderas que las sufragistas británicas utilizaron en las marchas para reivindicar el voto de las mujeres y a cómo fueron pioneras en emplear el bordado como herramienta política. A partir de ahí empecé a incorporar el textil y el bordado en mi trabajo, combinándolos con la pintura, y esa línea de investigación es la que me ha llevado ahora a Tirar del hilo.

¿Ha querido reivindicar, reapropiar para las mujeres, de algún modo, estos temas artísticos a menudo mal llamados ‘menores’?

Sí, me interesa trabajar con estos lenguajes que siempre se han asociado a lo femenino y a lo doméstico, y que por eso han sido considerados «menores». De algún modo, se trata de recuperar y resignificar estos lenguajes, que a lo largo de la historia han tenido un significado mucho más profundo que lo meramente decorativo.

¿Cómo lo ha hecho? ¿Cuál es, precisamente, el hilo conductor? 

El hilo conductor es justamente poner en valor esos lenguajes asociados a lo femenino –el bordado y la pintura de flores– mostrando cómo muchas mujeres a lo largo de la historia los utilizaron con un mensaje completamente distinto. Por eso hay referencias a las sufragistas británicas, que fueron pioneras en usar el bordado como herramienta política; también a artistas de la Bauhaus, como Anni Albers y Gunta Stölzl; a la española Matilde Calvo Rodero, y a pintoras de los siglos XVII y XVIII, como Mary Moser o las hermanas Ruysch. Todas ellas transformaron estos lenguajes, utilizándolos como medios de expresión y de reivindicación.

Las mujeres vistas como flores, como mariposas, como seres de luz, delicadas, bondadosas... ¿Acabaremos algún día con esta narrativa?

Ojalá. Esa narrativa ha estado muy presente a lo largo de la historia del arte y de la cultura. Pero las mujeres somos mucho más que esa visión idealizada de lo delicado o lo etéreo. Poco a poco vamos construyendo otros relatos, más complejos y más reales. Cada vez más artistas y creadoras trabajan para desmontarla y proponer nuevas imágenes de lo femenino. Aun así, todavía queda camino.

Su uso de lo textil en el arte va más allá de lo plástico, llega a lo personal: algunos de los hilos que usa son de su madre y su abuela, ¿no? ¿Qué papel juegan en tu obra, en su carrera y su proceso creativo?

En general, no suelo trabajar desde mi biografía, pero en Tirar del hilo sí hay una parte personal. No fue algo pensado de antemano: mi madre me dio las cajas con los hilos de bordar de mi abuela y decidí que quería utilizarlos. Ella fue quien me enseñó a bordar y me acompañó en el proceso de creación. Esa presencia de mi madre y mi abuela hace que Tirar del hilo dialogue no solo con una genealogía de artistas mujeres, sino también con mi propia genealogía familiar.

En su trayectoria ha explorado también la dimensión política de lo textil. A día de hoy, estamos viendo un ejemplo con la kufiya palestina. ¿Cómo nos relacionamos, como sociedad, con esa parte política de la tela? ¿Nos ayuda a conectar, o nos hace frivolizar?

La tela nunca es neutra: siempre lleva una carga simbólica y cultural. La kufiya palestina es un buen ejemplo de cómo un tejido puede convertirse en un emblema político y en un signo de identidad colectiva. Lo mismo ocurrió en el pasado con los bordados y banderas de las sufragistas británicas, o con el pañuelo blanco de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina. El riesgo está en que, al incorporarse en la moda o en el consumo masivo, se pierda parte de ese significado y se trivialice.

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