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Entrevista | Inma Pelegrín Escritora

"Las historias nos buscan más que nosotros a ellas, y también nos dicen cómo quieren ser contadas"

La autora lorquina, con una larga trayectoria como poeta, acaba de ver publicada su primera novela (en prosa): ‘Fosca’, con la que ganó este verano el Premio Lumen. Durante los últimos días la ha presentado en diversos eventos literarios de la Región

La autora lorquina Inma Pelegrín autora de ‘Fosca’, su primera novela.

La autora lorquina Inma Pelegrín autora de ‘Fosca’, su primera novela. / L. O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Inma Pelegrín se llevó a principios de junio el prestigioso Premio Lumen de novela. Lo hizo con 'Fosca' (2025), su primera obra en prosa —después de una larga carrera como poeta—, que en realidad llegó tan solo hace apenas unos días a las librerías. Así que ahora se encuentra inmersa en una suerte de ‘gira promocional’, algo que nunca le había pasado antes. Dice que el verso no trae estas cosas. Y está ilusionada con lo que se está encontrando tras esta nueva "puerta" que se le ha abierto (o que ha abierto ella misma con un texto fantástico). Pero es que no podía ser de otra manera, en vistas de la buena crítica que ha cosechado la historia de Gabi, un joven con verrugas en las manos y prosopagnosia que deambula por un entorno rural y que presencia un crimen que le cambiará la vida. El jurado que avaló este lanzamiento dijo que en el manuscrito encontraron ecos que van de Ana María Matute a Jesús Carrasco, nada menos. Hablamos con su autora.

¿Cómo está, Inma? Creo que son días de muchos eventos: el otro día en Cartagena, el pasado fin de semana en la Feria del Libro de Murcia... ¿Cómo lleva esta fase de ‘promo’? No a todos los escritores les gusta...

Pues yo lo estoy pasando genial, quizás porque es la primera vez. Para mí todo es nuevo; con la poesía no me pasaban estas cosas. Estoy agradecida y feliz. Ojalá tenga que hacerlo en muchas ocasiones más. Me encanta estar en contacto con la gente que asiste a las presentaciones, hablar con ellos y conocerlos en persona. Hasta que no los conozco, los lectores son un ente abstracto; cuando me cuentan sus cosas o me hacen preguntas –me encanta que lo hagan–, entonces, se vuelven reales. Es una sensación reconfortante.

Supongo que ayuda el hecho de que mucha gente ya se ha leído 'Fosca', y estoy también seguro de que estos eventos le han servido para recibir muy buenas críticas. Aunque... la mejor reseña de esta nouvelle se la hizo hace ya algunos meses el jurado del Lumen.

¿Cómo vivió la concesión de este premio? ¿Todavía dura la emoción?

¡Vaya que sí me dura! La primera reacción fue de incredulidad; bueno, y la segunda, y también la tercera. Ahora que han pasado unos meses y el libro está en las librerías y en las manos de los lectores, parece que ya empiezo a creerlo del todo. Pero a ratos (muy pocos) se me olvida y, cuando me acuerdo, vuelve esa emoción primera.

¿Cómo fue? ¿Cómo se enteró?

Estaba tendiendo ropa cuando me llamó un número desconocido. Preguntaron por mi nombre completo, con apellidos; pensé que me ofrecerían algún servicio de telefonía... Y, entonces, la sorpresa. Los colores de las pinzas de tender se volvieron mucho más vibrantes.

Como digo, la radiografía que hicieron de 'Fosca' debió ser sumamente estimulante para usted (por elogiosa), pero me llamó especialmente la atención una cosa: eso de «antinovela de iniciación». ¿A qué se referían?

La primera vez que lo escuché también me llamó la atención. Pensé, para mí: "Tres años intentando escribir una novela y resulta que no es una novela porque es una antinovela. Catástrofe". Luego me di cuenta de lo que querían decir y me agradó muchísimo. Se referían a que las novelas de iniciación son aquellas en las que un niño, durante el desarrollo de las mismas, adquiere una serie de enseñanzas que le hacen convertirse en un hombre adulto. Lo que quería decir con lo de antinovela de iniciación es que empieza como una de ellas para convertirse, después, en algo diferente. No hay aprendizaje, no hay moraleja. Me encantó que mi novela fuese considerada como algo distinto, algo que todavía no estaba inventado.

Tras una larga y premiada trayectoria poética, ¿qué le llevó a escribir esta ‘antinovela de iniciación’ (en prosa)?

Creo que las historias nos buscan a nosotros y no nosotros a ellas. Creo que también buscan la manera en que quieren ser contadas. Yo no hubiera podido contar todo esto utilizando poemas, necesitaba más palabras y necesitaba más libertad.

¿Y hay mucha diferencia —para usted— entre escribir poesía y prosa? Se lo pregunto porque cualquiera diría que sí, pero en 'Fosca' se mantiene esa esencia, esa musicalidad, si quiere, o ese cuidado casi reverencial de las palabras que exige la poesía (y que también ha sido ampliamente aplaudido, por cierto).

Pues creo que no hay mucha diferencia. Las palabras y el escritor están al servicio de la historia que se quiere contar; solo hay que escucharla a ella e ir descubriendo, mientras escribes, lo que va sucediendo. Lo hago así tanto en la poesía como en la prosa. Es un trabajo de descubrimiento, en definitiva. Así que a lo mejor no hay una pared entre ambos géneros; a lo mejor estamos demasiado acostumbrados a ponerle etiquetas a todo, a hacer categorías. De todas formas, de mis poemas siempre se ha dicho que son muy narrativos, así que es justo que ahora digan también que en mi novela hay características propias de la poesía. Y me agrada mucho que lo vean así, por cierto.

Supongo que esos elogios al lenguaje utilizado son de las mejores cosas que se le pueden decir a un autor sobre su obra.

La verdad es que sí. Me hace sentir muy bien, muy satisfecha de haberle prestado tanta atención. Es una obsesión que tengo cuando escribo.

¿Cuánto hay de Lorca, de su tierra, en ese lenguaje que utiliza en Fosca? ¿Es consciente o irrefrenable?

Ha sido buscado. He preguntado aquí y allá para escribir el libro. A abuelos, amigas, en el Parablero murciano, a mis familiares... Ha sido premeditado, completamente consciente. He buscado palabras de la zona, no solo de Murcia o Lorca; de una amplia zona. Palabras que, que yo sepa, también se escuchan en Almería, Granada, zonas de Alicante como Orihuela, el campo de Cartagena, etc. Y he querido que esas palabras queden por escrito para preservarlas, de alguna manera, porque son parte de nuestra forma de ser, de nuestra identidad. Eso con respecto a escribir. En cuanto a hablar..., sí reconozco que el lenguaje se vuelve, a veces, irrefrenable y se me escapan. Me gusta mucho cuando me doy cuenta de que acabo de decir una palabra de esas típicas de la zona.

¿Y cuánto hay de Lorca —o de esta amplia zona —en el paisaje y la atmósfera de esta novela? Porque son también aspectos clave para el desarrollo de esta historia y en el impacto que genera en el lector; la propia palabra ‘fosca’ es más fácilmente entendible aquí que en Galicia, por ejemplo.

Para eso están las descripciones. Mediante palabras, el lector puede saber cómo se siente alguien con una temperatura ambiental de 44 grados, por poner un ejemplo. Es más, si las descripciones son buenas, el lector puede sentir ese calor. Igual que si un autor nos cuenta cómo es la niebla, por decir algo, o la pampa argentina, el parque del Serengueti. Esa es la magia de la literatura: vivir otras vidas, conocer otras experiencias, sentirlas como propias. Por eso pienso que la atmósfera de cualquier narración es muy importante.

Sobre la historia (propiamente dicha), decía nuestra compañera Elena Pita que esta le vino buscando a usted, más que al revés. ¿Dónde está el germen de la historia de Gabi?

Pues en una serie de grandes casualidades a las que también podemos llamar ‘obsesiones’, como irme hace 30 años a vivir al campo, casarme con una persona que es agricultor, que me encanten los perros y la naturaleza, tener prosopagnosia, etc. Pero también hay una serie de pequeñas casualidades, como que para ir a la playa tenga que pasar por un cruce de caminos donde hay un stop y, justo al lado, una casa muy humilde (como sacada de otro tiempo), o que a una amiga le encante ir a comer pizzas de pinchitos morunos muy cerca de allí. O que algunos de mis compañeros de clase del colegio tuvieran verrugas. Una cosa me ha llevado a otra.

Gabi es un personaje muy particular. Háblame de él y, en concreto, de ese trastorno que es absolutamente clave y que conoce bien: la prosopagnosia.

Es algo con lo que te acostumbras a vivir. Es una condición por la cual puedes ver los rostros de la gente, pero no logras asociarlos con la persona, con lo cual no consigues identificarlos. Salvando las diferencias, es algo parecido a lo que sufren los daltónicos con los colores. Y Gabi presencia un crimen y, a pesar de haber visto quién lo ha cometido, no puede decir quién ha sido. A lo largo de la novela intenta descubrirlo.

Efectivamente, 'Fosca' es un thriller, pero un thriller rural. ¿Por qué ha cogido tanto vuelo este género en los últimos años? ¿Qué tiene el pueblo o el campo que tanto nos atrae y, a la vez, nos inquieta? ¿Por qué ahora parece mejor escenario para un crimen que una gran urbe?

Pues no lo sé. Creo que los lugares, los ambientes, son simples pretextos para contar las historias. Si es interesante, si causa asombro o disfrute de alguna manera, da igual dónde transcurran.

Supongo que por ese ambiente en el que se desarrolla la novela –una novela de 2025–, muchos han destacado la conjunción en Fosca de la tradición literaria con la modernidad. ¿Lo buscaba?

Buscaba hacer algo diferente. Quizás ha sido eso. Buscaba escribir una novela que me hubiera gustado leer.

¿Le han inspirado otros autores u obras? Es ciertamente cinematográfica...

La literatura se hace con la vida, que decía Joan Margarit. Así que todo lo que haya leído, visto o vivido seguro que me ha hecho quien soy y, por tanto, me ha hecho escribir Fosca. Todo lo que experimentamos, bueno o malo, nos construye. Y a mí también me parece muy cinematográfica. Me encantaría que alguien reparase en ella para hacer algo de eso...

Tengo la sensación de que hay muchos "mensajes" en 'Fosca': de humanidad (o crueldad) para un mundo que parece necesitar mucho de eso; de ecologismo, en un momento de incertidumbre medioambiental... ¿Es esto más que puro divertimento literario, pretendía dejar algún poso en el lector?

Como lectora, me gusta la literatura que no me dice lo que tengo que pensar, pero me ayuda a hacerme preguntas y a buscarle mis propias respuestas. Me gustan las historias que me hacen reflexionar, en definitiva. Así que cuando escribo, intento que mis textos no sean simplemente un divertimento.

¿Y qué poso deja en usted 'Fosca'? ¿Ha encontrado en la prosa una alternativa viable para próximos proyectos?

Pues está siendo como una puerta que se abre. Yo estaba muy cómoda escribiendo poesía, pero también tenía la sensación de que ya no era un reto; tenía un poco la sensación de que estaba haciendo siempre lo mismo. Ahora eso ha cambiado y me gustaría seguir explorando lo que hay detrás de esa puerta. Espero poder hacerlo.

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