Jazz San Javier

Emmet Cohen nos dejó atónitos

El estadounidense volvió a Jazz San Javier con los miembros de su trío habitual, Philip Norris (contrabajo) y Forswarth (batería), y el saxofonista Patrick Bartley, mientras que la Barcelona Big Blues Band, dirigida por el contrabajista serbio Ivan Kovacevic, se alió con el cantante y pianista esloveno Uroš Perić para hacer disfrutar al público

Uros Peric y la Barcelona Big Blues Band en San Javier.

Uros Peric y la Barcelona Big Blues Band en San Javier. / Pedro Saez

El joven pianista estadounidense Emmet Cohen volvió a Jazz San Javier con una actuación llena de energía que incluyó interacción dinámica y una inmersión en la historia del jazz. Vino en formación de cuarteto, con los miembros de su trío habitual - Philip Norris (contrabajo) y Forswarth (batería)- y el saxofonista Patrick Bartley

Con poco más de treinta años, Cohen es uno de los mejores pianistas surgidos en décadas, escalando todo tipo de rankings jazzísticos. Ha contribuido significativamente a introducir el jazz a nuevas generaciones, y está causando sensación como director de banda y con su Master’s Legacy Series (grabando junto a leyendas como Jimmy Cobb y Ron Carter).

Tras un minuto de silencio por la muerte del piloto de San Javier Borja Gómez, salió Cohen presentando a sus músicos en español. Tardó en aparecer el saxofonista Patrick Barley, pero fue pisar el escenario y lanzarse a tumba abierta por el bebop. Increíble. Todo un concierto ya en esa primera pieza.

Emmet Cohen es un entusiasta del jazz con técnica y creatividad extraordinarias. Ha absorbido y reinterpretado múltiples influencias y estilos de todas las fases de desarrollo del género, todo lo cual se pudo escuchar en la primera pieza, una composición original de Lee Morgan, Speedball, interpretada a todo trapo, impregnada de la fuerza del bebop, puro fuego y emoción, con una ejecución instrumental impecable. Nos dejó sin aliento.

El toque ágil y fresco de Cohen, su dominio del stride y su extenso vocabulario armónico quedaron bien expuestos

Patrick Bartley, compositor y director de orquesta nominado al Grammy, es un saxofonista versátil que ha acompañado a Roy Hargrove, Mulgrew Miller o Wynton Marsalis. Toca con virtuosismo y energía, con languidez cuando hace falta, pero sobre todo toca gran jazz, con una fluidez excepcional y un fraseo amplio, libre y audaz. Su increíble técnica le permite llegar muy lejos en la improvisación, pero sabe dominarla para ponerse al servicio de la música. Cohen dijo de él que era el saxo más solicitado del mundo ahora mismo. El mejor en vivo. Todo el mundo quiere tocar con él (y como él). Tiene razón; el número inicial fue tan impresionante que, sinceramente, podrían haber dicho: «Gracias,buenas noches» y el público se habría ido satisfecho.

A continuación abordaron otro estándar, If This Isn’t Love, que ya interpretara Cannonball Adderley, recordándonos cómo los músicos de jazz de élite comparten precisión, aplomo, ritmo y respuesta. Estas melodías prepararon el escenario para una interacción vertiginosa de estilos, desde el post-bop hasta el blues de Braggin’ in brass de Duke Ellington, una atractiva melodía iniciada con un refrescante toque de delicadeza ragtime, con la que se despidieron.

Joe Farnsworth, ‘El Jefe’, usó baquetas, una escobilla y las manos para tocar por todo su equipo, incluyendo el soporte del hi-hat y la parte frontal de su bombo, susurrando sobre un tenue riff de piano. Uno de los momentos de este ‘hombre pulpo’ más espectaculares fue un imperceptible cambio de baquetas, cruzándose los brazos como un rayo, dando paso a una conversación entre Norris y Cohen que terminó con un espectacular redoble de platillos. Todos atónitos. Por su parte, Philip Norris mostró un rico tono de contrabajo anclando la interacción entre Cohen y Farnsworth, quienes dieron la clara impresión de estar preparados para cualquier indicación musical en cualquier momento, robándose el espectáculo durante algunas de sus intervenciones. Cohen creó sonidos tan poderosos que sus dedos parecían flotar sobre las teclas; sin embargo, su música es mucho más que brillantez técnica virtuosa, y eso fue evidente durante todo el concierto. A la vanguardia de la modernidad, hizo referencia a titanes como James P. Johnson, Fats Waller, Willy ‘Lion’ Smith, Jelly Roll Morton, Art Tatum, Duke Ellington y Dizzy Gillespie, con florituras que recordaban a Nat Cole, Errol Garner y Oscar Peterson. Desde lo alto del auditorio se podía escuchar el golpe de su zapato marcando el ritmo.

La banda se caracterizó por su rango y dinamismo. Ofrecieron una fantástica clase magistral en yuxtaposiciones estilísticas. Aplicando tensión y relajación con eficacia para alimentar la emoción. Pieza tras pieza, entre las que incluyeron Little suede shoes (Charlie Parker), Yes or no (Wayne Shorter) o Round Midnight (Thelonious Monk), el piano fluyó con texturas complejas, pasajes extáticos de acordes en bloque, acentos enfáticos de una sola nota, florituras multinota al estilo de Tatum y citas oportunas de los maestros; el toque ágil y fresco de Cohen, su dominio del stride y su extenso vocabulario armónico quedaron bien expuestos. Fue una exhibición deslumbrante de talento, que haría enamorarse del jazz a cualquiera que no lo hubiera escuchado antes, y devuelve el entusiasmo a quien lo hubiera perdido.

El espíritu de Ray Charles

La Barcelona Big Blues Band y el cantante esloveno Uroš Perić se aliaron en un arrollador concierto en Jazz San Javier.

Dirigida por el fornido contrabajista serbio Ivan Kovacevic, la Barcelona Big Blues Band es una numerosa agrupación de rhythm and blues y rock and roll cuyo objetivo busca que el público disfrute de la misma manera que disfrutan ellos, y suele respaldar a algún invitado especial (alguien del jazz o de la familia rockera); en este caso, el formidable cantante y pianista esloveno Uroš Perić, con una técnica depurada que recuerda a Gene Harris y una influencia evidente del músico que más le ha marcado -el legendario Ray Charles- en su forma de interpretar. Su carismática voz, su simpatía, y su virtuosismo al piano conectaron a los asistentes al concierto con algunos temas propios y clásicos como Georgia on my mind, Unchain My Heart, Hit the road, Jack, o el boogie boogie Mess around, que dejaron sentir el espíritu del inolvidable genio del soul.

Abrió la sesión un poderoso boogie instrumental, Funky mama, y a la segunda salió Uroš irradiando un aura apasionada. Su forma de tocar el piano es relajada, con un toque bluesero y jazzístico, retro pero a la vez fresco. La sintonía entre ambas partes era total, y se apreció desde el momento en que entraron en materia con piezas como Darling I believe in, un original de Uroš.

Con elegancia rocker de punta en blanco, el grandullón Ivan Kovacevic dirige, enarbolando su contrabajo, esta formación de nueve metales (cinco saxos, dos trompetas, dos trombones), la guitarra con flow de Héctor Martín, y una batería. Sesión de swing a toda pastilla, desempolvando un legado histórico palpitante. Desfilaron temas como I’m Gonna Move to the Outskirts of Town, de Louis Jordan; You are so beautiful, de Billy Preston, o el clásico Ruta 66, de Chuck Berry, ambas interpretadas por la cantante eslovena Saša Lešnjek, una figura a tener en cuenta. Sorpresivamente salió Cohen, en camiseta, para tocar a cuatro manos el piano con Uroš, cambiándose varias veces de sitio en la banqueta según las teclas ‘necesitadas’ por uno y otro. «No estaba planeado. Es solo el amor por la buena música», puntualizó Uroš, y lo cierto es que contribuyó a amenizar esta fogosa sesión de músicas cargadas de energía, pasión y fe en la vida. Un repertorio diseñado para hacer temblar las paredes. 

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