Murcian@s de dinamita

Lola Gracia, la organizadora de eventos culturales

Lola Gracia

Lola Gracia / Ana Martín

Pascual Vera

Pascual Vera

Lola Gracia vale lo mismo para un roto cultural que para un descosido literario. Es Lola una mujer polivalente que se mueve en el –proceloso– mundo de la cultura como pez en el agua. Si quieres organizar un evento, estando la cultura por medio, encárgalo a Lola. Ella instaura eventos, inventa ciclos y trae a escritores, los presenta y establece con ellos sinergias con los que el público que asiste termina encantado.

Lola se ha pasado la vida organizando acontecimientos, pergeñando proyectos, entrevistando a personalidades, escribiendo enjundiosas columnas en la prensa…

Siempre le gustó el periodismo, pero no todo, lo suyo, confiesa, es el periodismo cultural. Siempre lo fue, desde que escribía en aquellas ingenuas revistas de su instituto.

Aquella joven del barrio de San Antolín hubo de abandonar a los suyos y a su barrio de toda la vida para marcharse a Madrid a estudiar algo para lo que sentía que estaba predestinada. Y allí estuvo durante toda la carrera, pero solo hasta licenciarse, porque la capital nunca le atrajo más que para cursar unos estudios que no se podían realizar entonces en Murcia. Pero Lola siguió volviendo en los veranos a su tierra para tomar contacto con el mundo de la prensa en la Región.

Ya cuando acabó primero de carrera se acercó a La Opinión para comprobar in situ el funcionamiento de un periódico: clasificaba BOE, repartía los fax… Después ya hizo prácticas como corresponsal en la playa, o escribiendo esas entrevistas que tanto le gusta realizar y que le permiten conocer a gente con la que disfruta, y explicarlos al personal a su modo. Acudía a actuaciones en los festivales que se realizaban en distintos puntos de la Región, entrevistaba a los personajes del día y se recluía en las redacciones a ultimísima hora para escribir en poco más de una hora hasta tres páginas diarias. Podía con todo, aquella joven entregada a la causa periodística y a la que una palabra de aliento bastaba para insuflarle ánimos renovados. O se le torcía un reportaje a una madre de cuatrillizos porque la joven estaba descansando tras el parto y tomaba rápidamente un recambio improvisando una entrevista a la atribulada abuela.

Radios, televisión, revistas agrarias, diarios, gabinetes oficiales… en todos los ambientes se ha batido el cobre, aunque ella se queja de que le ha faltado suerte para poder vivir con despreocupación del periodismo.

Tiene Lola un defecto que lleva décadas tratando de corregir, a lo que se ve, sin éxito: no sabe decir que no. Y eso le ha impulsado a embarcarse en proyectos que la han mantenido sin tiempo para ella.

Es el alma mater del ciclo ‘Escritores en su tinta’, el mejor título –del que es autor el escritor Manuel Moyano, se apresura a decirme– que este cronista haya conocido para unos encuentros con protagonistas de nuestras letras, que inauguraron hace ya 18 años Ana María Matute y Zoé Valdés.

Se queja de que, con frecuencia, las instituciones olvidan que la cultura vale dinero que no se pueden realizar eventos culturales sin pagarlos, y también del excesivo papeleo a que está sometida por la burocracia que conlleva la organización de eventos culturales.

Piensa que se publica demasiado, y que eso va a veces en detrimento de la calidad de lo editado. Asegura que sacar un libro tan sólo para ver tu nombre en el lomo no demuestra amar la literatura. Como también se queja de esos escritores que aseguran que la escritura les sale sola, «les sale solo escribir mal». Porque escribir, dice, Ees mucho más que poner una palabra detrás de otra».

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