Murcianos de dinamita

Sara Zamora, la vida en un escenario

Su reconocimiento va ‘in crescendo’, con conciertos en varios países y dos discos publicados

Sara Zamora

Sara Zamora / Goio Villanueva

Pascual Vera

Pascual Vera

Durante años, este cronista ha tenido cerca la sonrisa franca, rotunda y sin aristas de Sara Zamora. Y esto ha sido así porque durante siete años compartimos los estudios de bachiller su progenitor y quien escribe estas líneas, compañeros primero por mera proximidad de apellidos y, desde muy pronto, amigos por afinidad y compartir aficiones comunes. Y puedo asegurar que Sara ha heredado esa risa contagiosa y sin ambages de su padre.

Sara llena los escenarios en los que canta, pero lo cierto es que su tamaño artístico no la abandona nunca. Ella es un torbellino que derrocha vitalidad en cualquier momento, sin necesidad de estar en estrado alguno. Porque su estado habitual y natural es ese beberse la existencia derramando pasión por una vida que le encanta porque es la que ha elegido.

Sara se recuerda desde pequeña enamorada por todo tipo de espectáculos, desde que, siendo apenas una cría, organizaba en su casa de la playa en Los Urrutias todo tipo de espectáculos, cobrando a veces una entrada simbólica para eventos que inventaba: obras de teatro, sketches cinematográficos y musicales... O se escondía en el garaje para escuchar su voz en forma de eco entre aquellas reverberantes paredes. Enseguida comprendió que la música es lo que la motiva y hasta cautiva. Y, desde luego, lo que mejor sabe transmitir.

Y llegó el momento de dar un paso más, que a Sara le costó mucho: abandonar la docencia y abrazar definitivamente el mundo de la canción de manera profesional. Pero Sara lo tenía claro: había comprobado que lo que más feliz le hace es cantar sus propias canciones, las que ella misma compone. Tanto es así que no se imagina ahora su vida de otra manera que no sea sobre un escenario e interpretando sus creaciones.

Sara lo tiene claro: todo el mundo debería dedicarse a aquello que le llena, a lo que más feliz le hace, y no a lo que la sociedad espera de ellos. Su decisión de dedicarse a la música ha marcado desde entonces su vida, y está segura de que la marcará para siempre. De momento, su reconocimiento ha ido en una constante in crescendo, con actuaciones en varios países y dos discos de estudio, Do it (2019) y Time (2023).

En el último festival de San Remo senior, una categoría en la que actúan cantantes de entre 34 a 59 años, fue seleccionada entre más de novecientos participantes, defendiendo un tema propio y en inglés. Quedó segunda, obviamente tras un italiano.

Sus canciones son su vida en el sentido literal del término, pues son casi siempre absolutamente autobiográficas. Asegura que traslada a ellas las historias que ha vivido, como por ejemplo lo mal que lo pasó con un novio que era un indeseable. Hasta la forma en la que lo mandó a paseo está descrita en una de sus letras. Empoderamiento femenino, amor, desamor, sexo..., vida, en definitiva; esos son los temas de sus canciones

La pasada primavera fue a Nueva Orleans, y de nuevo la vida se convirtió en motivo de inspiración de sus canciones. Alguien dijo que Sara es una pantera con alma de mustang, los caballos salvajes americanos. Ella asegura que no le ha hecho falta inventarse un personaje y subirlo a un escenario para interpretar sus canciones. «Soy arrolladora, intensa, sensible, pero lo soy en un escenario y en la vida real, no invento nada». Alguien le dijo que podía pasar de una tacada de ser una diva a una camionera. Y así es Sara. Sin solución de continuidad. Una montaña rusa de emociones y pasión.

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