Entrevista | Diego Sánchez Aguilar Escritor
"Me gusta jugar con los géneros, utilizarlos, pero no someterme a sus convencionalismos"
El autor cartagenero regresa con ‘El órgano’ (Candaya), una suerte de thriller de poco más de cien páginas de inspiración gótica y romántica con el que ganó la pasada edición del Premio ‘Ramiro Pinilla’ de novela corta

El escritor murciano Diego Sánchez Aguilar. / L. O.
Diego Sánchez Aguilar, una de las voces literarias más particulares y trasgresoras de nuestras fronteras, ha decidido escribir una novela policiaca. Pero en este thriller no hay investigador –o sí: el lector... y, hasta cierto punto, el propio autor–, está construido a base de monólogos y en realidad es «sobre todo una tragedia griega y un mito» con un coro formado por montañas. Así es El órgano, una reinvención prometeica ambientada en un pueblo oscuro cuya iglesia acaba de arder y su organista, de morir.
El órgano se presentó hace nada en la Feria del Libro de Madrid, ¿qué tal esas primeras reacciones de los lectores?
Estupendas. Siempre hay un cierto temor cuando se publica un libro, pero tanto las primeras reseñas como los comentarios que me llegan de lectores son muy positivos.
Aunque no es ahora la primera vez que estas páginas se leen: con esta obra ganó el Premio ‘Ramiro Pinilla’ de novela corta. El jurado destacó la estructura del libro, ¿por qué? ¿Qué tiene de especial?
La estructura de la novela es peculiar porque juega con varios géneros. Por ejemplo, el esquema básico es el de una novela policiaca en la que un investigador llega a un pueblo para investigar la muerte del organista y el incendio de la iglesia. Pero, en lugar de crear una ficción policiaca al uso, lo que he hecho ha sido eliminar al detective. La novela se compone de varios monólogos en los que algunos personajes de ese pueblo explican al investigador (que es el lector) qué saben ellos de esa muerte y ese incendio. Para completar el juego de géneros, se intercalan entre esos monólogos unos ‘cantos’ de ‘Las tres hermanas’, que son las montañas nevadas que rodean el pueblo, y que funcionan como un coro de tragedia griega.
"Concibo la escritura de forma musical, tanto en lo que respecta a la prosa como a la estructura"
Su anterior novela, Los que escuchan (2023), se componía de historias cortas, y en 2016 se llevó el premio Setenil de relatos. Se luce en el formato corto, ¿qué le gusta de él?
Cada género tiene sus ventajas, y a mí, en general, me gusta jugar con todos los géneros, utilizarlos pero no someterme demasiado a sus configuraciones más convencionales. Así, Los que escuchan es una novela extensa con mil pequeñas historias dentro, pero mi colección de relatos Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino (2016) [con la que se llevó el Setenil] es un conjunto de cuentos que puede leerse como una unidad, como una novela.
Retomando la pregunta anterior, también destacó el jurado la personalidad de esas voces narradoras que mencionaba. Profundicemos en ello: ¿a quiénes se encontrará el lector en esta novela?
Puesto que no hay narrador, solo están las voces de los personajes. Por un lado están esas montañas de las que he hablado antes, que son como el coro. Luego están los personajes del pueblo, que más conocieron al protagonista ausente, que está muerto desde el principio, el organista. Estos personajes son el herrero, el idiota, el tabernero, el maestro y el cura. Cada uno de sus monólogos está muy trabajado en cuanto al sonido de la prosa y la personalidad del personaje. La oralidad y el ritmo son esenciales en este sentido.
¿Se atrevería a resumir de qué va El órgano? En tan pocas páginas, confluyen muchos elementos: parece un thriller, hay costumbrismo, tragedia…
Sí, está esa idea de jugar con los géneros para crear algo nuevo. Es un thriller porque el lector-detective quiere saber qué pasó con el organista, y porque los personajes que cuentan sus historias mienten para ocultar una verdad que solo se revela al final. Pero es sobre todo una tragedia griega y un mito. Es una versión del mito de Prometeo, que robó el fuego a los dioses, y es, por eso, también, una versión de ese ‘moderno Prometeo’ que fue el Frankenstein (1818) de Mary Shelley, así que también es, en cierto modo, una novela de terror, una novela de inspiración gótica.
Leyendo la descripción de ese pueblo de montaña marcado por la opresión, el silencio y el miedo, una no puede evitar pensar en esos pueblos que han explorado tantos autores, entre ellos Lorca. Parecen el caldo de cultivo perfecto para una historia oscura…
Este pueblo es oscuro, desde luego. Está rodeado de montañas, y más allá de él ya solo están los glaciares y el hielo eterno. He utilizado una ubicación indeterminada, que sitúa al ser humano en el límite, en la frontera con lo que no es humano, pues de eso trata el mito de Prometeo.
En estas páginas habla de la culpa, la obsesión, el sacrificio..., y ha descrito esta trama, efectivamente, como una actualización del mito de Prometeo. ¿Cómo se trae hasta el presente esa historia? Prometeo le dio el fuego a los hombres a espaldas de los dioses, ¿quiénes o qué encarnan estas figuras en El órgano?
Es el organista quien la encarna. Y lo hace a la manera romántica, de la forma en que el Romanticismo consideraba que el artista es un titán, un ser prometeico que debe robar a los dioses la verdad del mundo para ofrecérsela a los humanos.
Y... ¿cómo ha sido escribir sobre un músico, tener el recurso de relatar la creación musical, dotarla de misticismo?
Yo concibo la escritura de forma musical, tanto en la prosa como en la estructura. Esto es una pieza con cinco solistas, con sus monólogos, y un coro. Así que ha sido relativamente fácil ese acercamiento a la figura de un organista, de un músico que intenta captar la música de las esferas de la que hablaba Pitágoras.
En una entrevista por Los que escuchan me dijo que escribía desapareciendo, como investigador, para aprender de sí mismo y del mundo. ¿Ha sido así también con esta novela? ¿Qué ha aprendido?
Ese ejercicio de desaparición juega aquí con el lector. Puesto que no hay narrador, tanto el lector como yo mismo, como autor, vamos descubriendo que hay una idea de lo sublime y lo divino, pero que esta no se puede disociar del horror y de lo más terrible de lo humano.
A Madrid volverá precisamente para firmar en El Retiro, tras presentar el libro también en Murcia y Cartagena estos días. ¿Contento con cómo arranca la andadura de este nuevo trabajo?
Muy contento. Las presentaciones de Murcia y Cartagena [en Libros Traperos y La Montaña Mágica] han estado llenas de gente, de cariño. Siempre es una sorpresa encontrar que hay tantas personas que te siguen y te leen y que tienen ganas de saber qué es lo nuevo que has escrito.
Y, aunque acabe de empezar el recorrido de El órgano, ¿tiene ya alguna nueva historia en danza?
Sí, claro, tengo varios proyectos, algunos ya casi terminados. Pero no me gusta hablar de ellos hasta que están completamente listos para su publicación.
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