Joaquín Sabina, un adiós con asterisco

El cantante ofreció este miércoles, ante un público entregado, la primera de sus despedidas en Murcia, que mañana disfrutará del genio de Úbeda por última vez si el artista, siempre calavera, cumple su palabra

Concierto de Sabina en Murcia

Israel Sánchez

«Y nos dieron las diez», y el mito saltó al escenario ataviado con su icónico bombín. Para «las once», ya tenía al público más que en el bolsillo. Y a «las doce», quienes poblaron las gradas y la arena de La Condomina ya sabían, con más claridad que nunca, que aquello era un adiós. Para «la una, y las dos y las tres» quedaba, seguramente, el reposar el que fue un concierto histórico (por muchos motivos; la mayoría de ellos, sentimentales), y quizá el agarrarse a que el genio de Úbeda ya ha intentado despedirse antes, sin éxito. Aunque lo cierto es que, después de unos cuantos años difíciles, con más caídas de la cuenta –algunas literales–, parece que esta vez sí, que Joaquín Sabina cantó ayer por última vez* ante el público murciano.

Algunos de los asistentes al recital del artista, anoche en Murcia.

Algunos de los asistentes al recital del artista, anoche en Murcia. / Israel Sánchez

El asterisco (*), por supuesto, es necesario de aclarar: el autor de éxitos como 19 días y 500 noches, Y sin embargo, Conductores suicidas y la referenciada Y nos dieron las diez volverá a subirse mañana al escenario del festival ‘Murcia On’, en la Plaza de Toros de la capital del Segura, pero porque es mucha la gente que quiere decirle adiós (por si esta vez es la definitiva). También porque él, después de cincuenta años de carrera, ha dejado amigos (y amores) en cada plaza que le ha visto desfilar. Porque el que es calavera lo es para siempre, y aunque los achaques son evidentes, Sabina siempre será Sabina.

El repertorio recorrió las canciones que más lo han dado a conocer, las de siempre, empezando por Lo niego todo. Aunque un cancionero como el suyo es prácticamente inabarcable y siempre habrá a quien le falte su pequeño himno particular. 

Ante un público entregado, al que saludó con afecto y dedicó varios guiños, Sabina fue recibido con ovaciones constantes. Los asistentes cantaron cada una de las canciones, alargaron los aplausos tras cada tema y, en más de un rincón del graderío del coso de La Condomina, se vio alguna lágrima.

Admitió, en una alocución al público, que él llegó a pensar que su anterior gira sería la última, pero fue la penúltima. «Y cómo no iba a venir a la Plaza de Toros de Murcia», apuntó, en la que (parece ser) la definitiva. «Y estamos aquí, con mucho calor, pero felices de estar con ustedes», manifestó al respetable, al que dio las gracias. 

Un momento de la actuación de Sabina

Un momento de la actuación de Sabina / Israel Sánchez

Una vez más, al protagonista acompaña una banda de altísimo nivel, y que, como es de recibo, no se ha escatimado con la puesta en escena: sobria, pero cuidada, en especial en lo que respecta a las visuales. Y él, Sabina, en el centro, sentado durante la mayor parte del concierto, como tiene acostumbrados a sus fans desde hace algunas fechas –no en vano, tiene ya 76 años y su cuerpo ha soportado algún susto importante–, pero mantiene intacta la socarronería que le hace ser quien es, que le ha hecho brillar como pocos y que, casi medio siglo después y ante su despedida, sigue siendo su carta de presentación. n

Tracking Pixel Contents