Entrevista | Marta Robles Periodista y escritora
"El amor es siempre el inicio, el nudo y el desenlace de cualquier historia"
La madrileña visita la Feria del Libro de Caravaca este jueves con ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’ (2022), un ensayo sobre el arte y las relaciones de los creadores

La escritora y periodista Marta Robles. / L. O.
Dentro de la programación de la Feria del Libro de Caravaca –que arrancó el viernes y se extenderá hasta el próximo lunes en la Plaza San Juan de la Cruz–, este jueves visita la localidad la periodista y escritora Marta Robles, una de las autoras más reconocidas del panorama literario nacional. La madrileña mantendrá, a partir de las 20.00 horas, un encuentro con sus lectores que girará en torno a su última obra publicada –con permiso de la guía Mañanas de luz dorada (2024)–, el ensayo novelado Lo que la primavera hace con los cerezos (2022). En él, Robles sumerge a su público en las vidas de creadores de muy distintas disciplinas (músicos, escritores, poetas, pintores, escultores, cineastas, fotógrafos…), muchas de ellas tumultuosas y salpicadas de asombrosos episodios, tan intensos como destructivos.
Llega a Caravaca con un ensayo que nos sumerge en las vidas de diferentes creadores, pero que, en realidad, lo que pretende es abordar la relación entre las emociones y la creación artística.
Así es. Lo que pretendo con Lo que la primavera hace con los cerezos es demostrar que hay una relación directa entre el amor, el desamor y la creación. Lo hago a través de las diferentes historias de grandes creadores: pintores, escultores, poetas, escritores..., en definitiva, creadores de todas las disciplinas, que muestran que verdaderamente el amor es fundamental en todos sus trabajos.
Elige como título de este ensayo un verso de un poema de Neruda.
Es el último verso del poema XIV de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), y para mí es símbolo del mejor amor. Todos nosotros, cuando amamos, pensamos que somos buenísimos, que estamos haciendo algo maravilloso a la persona a la que queremos, pero muchas veces amamos mal. De hecho, es mucho más frecuente el mal amor que el buen amor, y amar bien no es nada sencillo...
¿Y qué es el ‘buen amor’?
Para mí, es aquel que saca lo mejor de la persona a la que se ama; es decir, la que la hace florecer. Y eso, al final, es lo que la primavera hace con los cerezos, por eso elegí ese título. Además de porque Neruda es uno de los protagonistas de este ensayo.
Tras varias novelas (A menos de cinco centímetros, de 2017; La mala suerte, de 2018, y La chica a la que no supiste amar, de 2020), en 2021 publicó Pasiones carnales, un ensayo, y Lo que la primavera hace con los cerezos sigue esa misma línea..., aunque desde una perspectiva diferente.
Siempre escribo sobre el que creo que es casi el único tema que hay en la literatura y en la vida. Bueno, siempre digo que hay dos: el amor y la muerte, pero, si me aprietas, en realidad creo que es más importante el primero... Porque la muerte nos preocupa por lo desconocido y, fundamentalmente, porque nos aparta de nuestros seres queridos, ¿y qué es eso si no amor? Creo que es el tema que nos une a todos los seres humanos, lo que verdaderamente nos diferencia del resto de animales. Por eso, aún sin pretenderlo, incluso en mi saga negra, cuando hablo de casos oscuros y de maldad, termino hablando de amor. Fíjate que, efectivamente, el último título de la saga del detective Roures es La chica a la que no supiste amar y la próxima novela que sacaré con él de protagonista, en septiembre, se llama Amada Carlota.
¿Y por qué este impasse ensayístico?
Porque la historia de La chica a la que no supiste amar me tocó mucho el corazón. Por eso decidí hacer una pausa y centrarme en estos dos ensayos. El primero, sobre los reyes de nuestra historia, pero, en definitiva, también sobre el amor, porque la idea era demostrar que en las distancias cortas donde se toman las grandes decisiones. De hecho, Pasiones carnales lleva como subtítulo Los amores de los reyes que cambiaron la historia de España. Y después quise centrarme en los amores de los creadores, porque realmente creo que han determinado mucho el devenir de sus vidas y la historia de los seres humanos.
La muerte marca el punto final, pero el amor (y el desamor) nos hace seguir.
Muchas veces la gente me dice que es más creador el desamor que el amor, y les respondo que sí, pero, para que eso suceda, tiene que haber existido antes un amor de grandes dimensiones que te haya ocupado la cabeza, el corazón y el cuerpo, como decía Voltaire; si no, si es un simple enamoramiento, no se llega a los mismos frutos que cuando el amor es verdadero. Pero, te diré una cosa: a veces el amor es principio y también es final, porque tiene el poder de determinar todo lo que hace el ser humano. El amor es el inicio, el nudo y el desenlace.
Sobre los personajes que protagonizan este ensayo, ¿hay alguno que le sorprendiera particularmente?
Hay muchos. Pero una de las cosas que más me ha llamado la atención es descubrir cómo, a lo largo de la historia, muchos creadores ha sufrido brutalmente por haber tenido sexualidades diferentes. A mí me gusta la historia de Allen Ginsberg y Peter Orlovsky, por ejemplo. Ginsberg es uno de los padres de la Generación Beat, un tipo que movió muchísimo la cultura de la época –literaria y musical– con poemas como Aullido. Pues bien, él se enamoró de Orlovsky, que fue un proyecto de actor y heterosexual. Sin embargo, pactaron mantener una relación abierta, pero preservando la suya, porque se tenían mutuamente un amor verdaderamente extraordinario. Y lo que hicieron fue sacar el uno del otro lo mejor; es decir, hacer cada uno con el otro ‘lo que la primavera hace con los cerezos’.
Además de escritora es periodista, y repasa toda la actualidad semanal en el diario La Razón. ¿Por qué momento ve que pasa la sociedad actual?
El momento que atravesamos es complicado y, con demasiada frecuencia, muy desalentador. A mí me preocupa mucho pensar que nos hemos acostumbrado a creer que la política es, básicamente, el enfrentamiento entre partidos, cuando en realidad nuestros representantes tendrían que mirar hacia adelante por el bien común, independiente de su propia ideología. Porque esto es, de alguna manera, lo que se defendía en la antigua Grecia, que es de donde proviene el parlamento en el que están sentados nuestros políticos ahora. A mí me enerva pensar que al final dedicamos mucho más tiempo en los medios y en la vida a los enfrentamientos entre políticos y a las maldades que unos hacen a otros, a las 'fontanería' -para sacar lo malo del otro-, que a tratar de conseguir el bien común, que es lo que se le exige a un buen político.
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