Entrevista | Ana Ballabriga y David Zaplana Escritores
"No escribimos sobre lo que sabemos, sino sobre lo que queremos aprender"
Este tándem acaba de publicar su octava novela juntos, una historia que, a pesar de estar emplazada en plena guerra de Ucrania, no es una trama bélica: ellos se centran en las odiseas de sus personajes, y esas incluyen thriller, acción y lo espiritual

Ana Ballabriga y David Zaplana posan en Cartagena con sendos ejemplares de su último libro, ‘Aramat’. / Iván J. Urquízar
Una fotografía en la prensa encendió la chispa de Ana Ballabriga y David Zaplana para escribir juntos Aramat (Contraluz, 2025). A cuatro manos, también, responden a esta entrevista sobre un libro que, afirman, no está escrito «para convencer a nadie», sino para «hacer reflexionar al lector». En él, cuentan la historia de una mujer que parte en busca de su vientre de alquiler, desaparecida en plena guerra de Ucrania: conectadas por un hijo, sus vidas se entrecruzan a través de lo onírico.
Han ubicado muchas de sus novelas en las ciudades que conocen: Cartagena, de donde es David y residen; Candasnos, de donde es Ana... Y ahora, Kiev. ¿Por qué ese salto? ¿Les une algo a Ucrania, o querían viajar con esta novela?
La idea de Aramat surgió de una foto en prensa en la que aparecía una sala llena de bebés abandonados. Eran hijos de madres de alquiler que, tras el estallido de la guerra, no podían ser recogidos por los padres que pagaron por ellos. Por lo tanto, la elección de Ucrania como escenario no fue aleatoria, era el escenario natural de la historia que queríamos contar. Nosotros siempre decimos que no escribimos sobre lo que sabemos, sino sobre lo que queremos aprender. Y de Ucrania no conocíamos casi nada, así que nos pusimos a investigar.
Y ¿cómo lo han hecho? Me refiero al proceso de documentación para ubicar una historia en una localización tan lejana y en una situación actual tan compleja...
Contactamos con Oksana Mysiv, una mujer ucraniana residente en España, que nos introdujo en la cultura, las tradiciones y los detalles de Ucrania y de la guerra. Su aportación fue fundamental, ya que Oksana nos contó algunas experiencias personales y el funcionamiento de los canales de ayuda a su país durante el conflicto. Así que a través de ella y la posterior documentación, a través de prensa, podcast, libros, vídeos, etc., fuimos deshojando las múltiples capas de Ucrania, aprendiendo de su cultura, historia, mitología y espiritualidad, desde figuras relevantes como el pintor y poeta Tarás Shevchenko hasta los mitos eslavos y la tradición de los molfares.
¿Ha cambiado su visión del país tras este trabajo?
Mucho. Y esperamos que la del lector también cambie, ya que hemos conocido en profundidad el origen de la guerra y la entidad histórica y cultural del país.
"Nuestro objetivo al tratar un tema tan polémico como este es despertar una reflexión en el lector"
¿Qué les atrajo de un escenario en guerra? Imagino, por ejemplo, que es una forma de llevar los personajes a un extremo...
Sí, la historia de Tamara es una historia de transformación. Además del viaje que hace en busca de su hijo, realiza un viaje interior en busca de sí misma y su objetivo vital. Y este viaje interior se acelera al darse en un contexto tan complejo y peligroso... Porque la guerra como escenario en Aramat somete a los individuos a situaciones extremas y los obliga a confrontar sus miedos y a mostrar sus verdaderos valores. No es un simple decorado, sino la fuerza que impulsa la trama y moldea a los personajes. Así pudimos abordar temas como la resiliencia, la capacidad de sacrificio, el trauma y la búsqueda de sentido y justicia en un mundo devastado.
Pero esta no es una novela bélica, ¿no? ¿O les interesaba indagar en aspectos de la guerra en los que no se suele profundizar?
Aramat retrata el caos y el peligro lejos de la primera línea, incluyendo los bombardeos en zonas civiles, las masacres y las torturas en zonas como Bucha o la alteración de la vida cotidiana bajo la ocupación rusa, como sucede en Melitopol. En todas las guerras, los atacantes tratan de destruir el patrimonio cultural e identitario del pueblo ocupado. El expolio de museos, la importancia del tesoro escita y la búsqueda de La Crónica de Néstor, como símbolos de la fundación del estado ucraniano, son elementos que aparecen en la historia. La guerra también sirvió para hablar de las redes civiles de ayuda y resistencia. Mostramos la solidaridad del pueblo ucraniano y la existencia de redes informales que ayudan a transportar personas y provisiones, que operan en paralelo al ejército. También aparecen en el libro las acciones de la resistencia civil y los partisanos. Al centrarnos en estos aspectos menos conocidos buscábamos hacer un retrato más complejo de la guerra, donde la lucha por la supervivencia se entrelaza con la defensa de la identidad, la cultura y los lazos personales. Esto lleva a los personajes a situaciones límite en las que muestran su verdadera esencia.
No es, por tanto, una novela bélica, pero tampoco es un drama al uso: es un thriller, una novela de superviviencia, de acción... ¿Cómo se equilibran todos esos matices?
El equilibrio se logra al no centrarnos en el frente de batalla, sino en indagar en cuestiones como las que te decíamos. En lugar de seguir una trama militar, seguimos la odisea personal de los personajes, principalmente las de Tamara y Aramat. Su viaje las enfrenta a peligros y situaciones muy complicadas, impulsando la trama de acción y thriller. Porque la supervivencia no se limita al combate, sino a la lucha diaria por encontrar comida, agua, transporte o alojamiento seguro en un entorno donde la muerte acecha constantemente.
La protagonista inicial es Tamara, que debe enfrentarse a no pocas tragedias a lo largo de estas páginas: no puede tener hijos, desaparece esa madre gestante a la que recurre, se adentra en un país en guerra... ¿Cómo es este personaje? Hace falta carácter para enfrentarse a todo eso...
Al principio de Aramat, Tamara es una mujer muy inquieta que no puede parar ni un segundo, lo que muestra un desasosiego interno, una falta de paz interior y de aceptación de su vida. En ese momento, tiene un sueño que la impulsa al cambio. Ella no es feliz con su vida ni su marido, y la búsqueda de ese hijo desaparecido se convierte en una excusa, aunque inconsciente, para abandonar su rutina y cambiar su vida por completo.
La otra figura clave del libro es Aramat, la madre gestante. Espero no estar haciendo spoiler, pero su nombre es ‘Tamara’ al revés...
Sí, es un juego que hicimos con los nombres, que representa de forma simbólica la profunda conexión y el paralelismo entre ellas a lo largo de la historia. Tamara y Aramat están profundamente conectadas por un hijo (una desea a ese hijo y otra lo va a parir). Esta conexión se manifiesta en forma de sueños compartidos y visiones. Ambas historias están atravesadas por la guerra y ambas mujeres van a cambiar mucho a lo largo de la novela. Aramat representa la resiliencia y la búsqueda de justicia. A pesar de sufrir pérdidas terribles y ser explotada reproductivamente, demuestra una extraordinaria determinación. La necesidad de salvar a su familia evoluciona hacia una necesidad de justicia que enlazamos en el libro con el patrimonio y la cultura de Ucrania.
Por tanto, esta es la historia de una de esas madres que pierde el contacto con su viente de alquiler. ¿Desde qué enfoque han decidido tratar este tema, que está tan de actualidad?
Nosotros tenemos clara nuestra posición frente a los vientres de alquiler, pero no queríamos escribir una novela para convencer a nadie. La intención era mostrar distintos enfoques, opiniones y experiencias, para llegar a entender a los que toman estas decisiones drásticas, tanto por un lado como por otro. Después, con la información que el lector encuentra y la que pueda ampliar, nos gustaría que se formara su propia opinión. Es decir, nuestro objetivo al tratar un tema tan polémico como este es despertar una reflexión en el lector.
Entiendo, además, que a nivel narrativo es una trama jugosa: la mente de unos personajes que recurren a una empresa para ‘comprar un hijo’ y su hilo de pensamiento ya es, de por sí, algo digno de relatar...
El deseo desesperado por ser padres que lleva a Tamara y Agustín a contratar un vientre de alquiler es un motor emocional potente, sí. Antes de llegar a eso han pasado por todo un proceso de tratamientos de fertilidad y de intentos de adopción que no han funcionado. Para ellos, la maternidad subrogada es la última opción, pero tratan de convencerse, desde una perspectiva idealizada, de que las madres gestantes lo hacen por puro altruismo. El viaje de Tamara también consiste en descubrir la realidad de Aramat y sus verdaderas motivaciones para someterse a este proceso. La idealización inicial se confronta con las duras realidades del ‘negocio’ y la vulnerabilidad de la madre gestante.
El narrador usa la primera persona y también la segunda, parece que dirigiéndose directamente al lector, algo que le da un carácter muy inmersivo. ¿Por qué lo han hecho así?
Usamos la primera persona con Aramat porque queríamos que el lector se identificara profundamente con ella. Con Tamara usamos la segunda persona porque queríamos que el lector lo percibiera como la voz de su conciencia, para que viviera directamente con Tamara su evolución.
Siempre es habitual encontrar algo de magia en sus libros. ¿La hay también en este, aunque se ubique en plena guerra?
Sí, ya hemos comentado que el viaje de Tamara es también un viaje espiritual. En esta evolución, Tamara se encuentra con un molfar, una especia de chamán, que se convierte en su maestro y su guía para ayudarla a concluir el proceso. Además, durante toda la novela está presente la conexión espiritual entre las dos protagonistas.
En una entrevista anterior por La Ley del Hambre (2023) me comentaban que, tras la fantasía y el terror, en el fondo se trataba de una historia de lucha de clases. Este nuevo thriller se desencadena a raíz de la gestación subrogada. ¿Ven la novela negra como un potente vehículo para llevar mensajes sociales y políticos?
Sí. Nuestras historias siempre están cargadas de temas que nos interesan: temas sociales como el feminismo, la lucha de clases o los vientres de alquiler, en este caso. También temas espirituales, arte, historia… Para nosotros es importante plantear cuestiones que puedan hacer reflexionar al lector al que le interese.
En esa entrevista también me dijeron que siempre tenían en danza ideas para escribir, así que... ¿Cómo va eso ahora? ¿Ya hay nuevos proyectos en proceso?
Sí, tenemos un cajón lleno de ideas y otras muchas que aparecen por el camino, así que nunca se vacía. El año pasado nos divorciamos y todavía estamos valorando si la próxima novela la escribiremos juntos. Sea como sea, los dos tenemos ideas de sobra para continuar.
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