Danza
Broche final a la IV edición del Festival Determinantes

‘Muchos caballos galopando juntos pueden hacer temblar la tierra’, en el Festival Determinantes / Rafa Márquez
Tania Herrero
En ocasiones, la historia –y, en especial, la de la danza– se enseña como compartimentos estancos en la que una cosa sucede después de otra, como si existiesen verdaderos cortes en los que termina una época o influencia y comienza otra inmediatamente después.
Si vemos el panorama actual en otras ciudades, este fin de semana podríamos disfrutar de Win Wandekeybus en Madrid y de Anne Teresa de Keersmaeker en Barcelona, y la semana que viene de la Compañía de Martha Graham en Madrid o del Festival Mudanzas en Cartagena, donde toda la danza transcurre en la calle, entre otras muchas variedades .
Cada uno de ellos pertenece a un ámbito de la danza que hoy denominamos de forma amplia como ‘danza contemporánea’; de hecho, podríamos introducirlos en compartimentos estancos perfectamente, pero la realidad no es esa: coexisten e influyen unas en otras.
Otra parcela de la danza contemporánea es la vinculada con la acción social, y pudimos disfrutar de ella con la propuesta que el pasado y lluvioso viernes el Festival Determinantes, en su IV edición, programó para cerrar dicho festival en el que las Artes Escénicas y lo social se entrelazan para ensalzar otras realidades.
En este término, la coreógrafa Beatriz Palenzuela nos adentra en una obra donde se combina la experiencia de cinco bailarines profesionales y la de los participantes de un taller de cinco días de duración. Esta experiencia culminó con la representación de Muchos caballos galopando juntos pueden hacer temblar la tierra en el Teatro Circo, bajo un cuidado diseño de luces por parte de Víctor Cadenas de Gea y un espacio sonoro desarrollado por Evil Kate.
Silencio, respiración, voz y pasos, ruidos que conforman una primera parte que va subiendo la energía poco a poco y adentrándote en el universo que Palenzuela quiera explorar y compartir, el cuerpo como contenedor y vehículo de energía social.
Natalia Navarro, David Eusse, Pablo Venero, Andrea Ordóñez y María Ganzarain llevan el peso de la actuación y en la parte bailada muestran de forma impecable sus habilidades técnicas e interpretativas transitando por el release, el flowing low, el contact improvisation y el animal flow. Dentro de su interpretación hay que destacar uno de los momentos más intensos e impactantes de la obra, en el que la alineación en una diagonal puede llevarte a imaginar que se trata de un fusilamiento.
En esta ocasión, el resto del elenco estuvo formado por Poleth Villena Andrade, Gabriela Morales Gamarra, Sofía Acosta Martínez, Javier Lusarreta , Fernando Alburquerque , Aliena López García , Irene Manso Sanz, Marta Losana Larrazábal , Marta Campillo Fernández , Natalia Quiñones Molina, Cristina Pérez Abellán
‘Muchos caballos galopando juntos pueden hacer temblar la tierra’
Teatro Circo Murcia / Beatriz Palenzuela Martinez / Babirusa Danza
La utilización de la energía, vinculada con las acciones trabajadas durante el taller, dotaba de una magnitud necesaria a los cuerpos de todos los intérpretes, creando la ilusión óptica de ser un decorado móvil que transita por diferentes agrupaciones animales –caballos, abejas, bancos de peces– donde, en algún momento determinado, la individualidad del ser queda absorbida por la masa pero no para ser silenciada, sino para ayudar a que su voz, su presencia, sea vista. Todos iguales y todos distintos, todos a una.
Una propuesta más que interesante para provocar en los participantes esa sensación de comunidad que las Artes Escénicas pueden y deben confrontar para el conocimiento de uno mismo a través del movimiento y para poner en valor aquello que somos. Una propuesta que muestra que la danza contemporánea es un lenguaje inmenso y variado con un universo que sirve como base para comunicar y llegar a alma con dialectos muy diversos.
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