Entrevista | Juan Álvarez Historietista
"Nosotros siempre hemos aplicado cierto erotismo a nuestras viñetas"
El dibujante mazarronero acaba de publicar, junto a su inseparable Jorge G., ‘Las manos de Cupido’, una recopilación de sus viñetas en la revista americana ‘Playboy’. Además, este jueves inauguran una doble exposición por sus cuarenta años juntos

Juan Álvarez, en una foto de la presentación de su anterior libro. / Juan Carlos Caval
Juan Álvarez (Mazarrón, 1960) es toda una institución en la Región; quizá el historietista de mayor éxito de entre los surgidos de las baldías tierras de Murcia desde que empezara a publicar en periódicos y revistas allá por los años ochenta. Pero su trayectoria es indisociable de la de Jorge G., que se ha encargado de colorear un alto porcentaje de sus viñetas. De hecho, este 2025 se cumplen cuarenta años desde su primera colaboración, y aunque el inagotable creador asegura que van a seguir trabajando juntos «hasta que el Olimpo quiera», es buen momento para echar la vista atrás. De hecho, el jueves inauguran en el Gaya y en Los Molinos del Río sendas exposiciones «bonicas del tó» a modo de celebración. Pero, además, acaban de publicar un libro que recoge las historietas que durante doce años estuvieron mandando a la icónica Playboy, bajo expresa supervisión de Hugh Hefner. Con Juan Álvarez hablamos de Las manos de Cupido (2025), que es como se ha bautizado este recopilatorio, y, ya de paso, nos cuenta el secreto de su vigorosa relación artística con Jorge G.
¿Cómo encaja el humor en una revista como ‘Playboy’?
Bueno, tenía contenido humorístico, como muchas otras. Incluso contaban con una editora jefe de Cartoon, como decían ellos; Michelle Urry, se llamaba. Y..., bueno, cuando Hugh Hefner crea Playboy lo hace siguiendo la tradición de las revistas norteamericanas de la época; es decir, lo hace con la intención de que fuera una publicación seria, con artículos de todo tipo, con entrevistas y, por supuesto, con un apartado dedicado al humor. De hecho, desde sus inicios, Playboy cuenta con los mejores humoristas gráficos del momento, y la filosofía al respecto siempre fue firme: mantener la calidad. Por eso, aunque la plantilla se fue renovando a través de los años, cuando entramos nosotros en el año 2000 todavía quedaban allí algunos autores veteranos. Es más, te diría que entonces la revista no se había abierto demasiado a nuevos estilos aún, y mantenía firmas que venían desde los años cincuenta o sesenta. Con lo que, imagínate: para nosotros fue algo verdaderamente maravilloso el poder publicar allí y formar parte de ese equipo.
¿Cuánto tiempo estuvieron mandando viñetas a la revista?
Nosotros estuvimos trabajando para Playboy, para la revista americana, doce años: desde el año 2000 y hasta el 2012. Ese año ya empieza a vislumbrarse el declive del proyecto..., pero bueno, por motivos que ya sabemos y que afectaron a otras tantas publicaciones alrededor del mundo: aparece internet, aparecen las redes sociales y todo eso va restando lectores al papel.
Tengo entendido que el propio Hugh Hefner eran quien daba el visto bueno a sus historietas...
Evidentemente, sí. Pero no solo a nuestras historietas, sino a todo el material que se publicaba en Playboy. Le gustaba tener controlada su revista, lo supervisaba todo. Y era una persona muy instruida, muy culta, y que quería la exquisitez en su producto. Además, ten en cuenta que, en su momento, Playboy se vendía a millones en Estados Unidos... Así que sí, por sus manos pasaban nuestras viñetas y cualquier artículo que fuera a aparecer en sus páginas.
¿Era muy exigente? Hugh, digo. O el consejo editorial de Playboy.
Era muy exigente, por supuesto; de ahí que en su revista muy pocas personas de fuera de su ‘círculo’ pudieran publicar. De la mano de su consejo editorial, elegía a los mejores y luego cada uno de nosotros, cuando íbamos a enviar nuestro material, éramos conscientes de que lo que entregábamos debía ser lo mejor. Ten en cuenta también que la competencia a nivel de magazines en Estados Unidos era muy grande por aquel entonces, y él era muy exigente con su equipo y también consigo mismo. Además, sabía que Playboy era una revista icónica y trabajaba mucho para que no hubiera ‘bajones’; si esto ocurría (como ocurrió), debía ser por cuestiones ajenas a la calidad de la revista.
¿Trabajaban con libertad o había directrices claras?
Nosotros nunca sufrimos ningún tipo de censura. La única directiva era que..., bueno, lógicamente era una revista con un componente erótico. Pero tengo que decirte –porque es importante aclararlo– que la versión americana no tenía nada que ver con las ediciones de Playboy que se hacían en otros países. Al final, Playboy era una franquicia y fuera de Estados Unidos era publicada por otras editoriales que, seguramente, pagaban una cuota a la matriz para salir con ese nombre, pero luego el contenido era mucho más... flojo, en todos los sentidos. Es que la americana era un tocho con lomo –no con grapas– y tenía mucho contenido de carácter social, político, cultural, humorístico, etc.
Y...
Y sí, chicas desnudas. A la gente le entra la risa cuando le hablas de Playboy, te dicen: «Claro, seguro que te gusta por sus artículos...». Y yo: «Pues sí, efectivamente». Porque era una muy buena revista. Pero, claro, en nuestro caso, si trabajas para Playboy, pues no vas a hacer una historieta de fútbol o de ping-pong. De todas formas, nosotros siempre hemos aplicado cierto erotismo a nuestras viñetas, tanto allí como en otras revistas o incluso en páginas de periódico. Ya anteriormente a publicar en Playboy teníamos al personaje de la Capitana Diana en Puta Mili y no mucho después llegó Lucía, gabinete de sexología, para El Jueves. No sé, nos manejamos bien en este encuentro entre el humor y el erotismo.
¿Y es difícil hacer humor de cuestiones tan... ‘íntimas’?
No. Bueno, a mí por lo menos no me ha costado mucho trabajo. Siempre he hecho humor y..., no sé, es simplemente cuestión de aplicarlo a situaciones de este tipo, muchas cotidianas. De hecho, en Los mendrugos [El Jueves] también había muchas veces situaciones un tanto subidas de tono, tanto por las relaciones de los personajes con sus novias como con otros líos amorosos.
¿Las sensibilidades fueron cambiando con los años? A este respecto, me refiero.
Sí, eso sí. Pero tampoco de una manera drástica. Quiero decir: se ha ido evolucionando, pero no hasta el punto de decir: «Guay, qué cambio tan brusco hemos dado». Por lo que nuestro enfoque tampoco ha variado demasiado; al menos, en lo que respecta a las historietas de corte erótico. También porque nuestros personajes femeninos siempre han sido mujeres empoderadas, independientes y feministas, en cierto modo; o, como mínimo, ha habido una relación de igualdad entre ellos y ellas en todas las historietas. Y esto es así porque yo toda mi vida he sentido que así debía ser, y me considero feminista, y lo menos que podía hacer era aplicar esa forma de entender las relaciones humanas en mis guiones. Y eso Hefner también lo veía.
¿Cómo se ven ahora estas viñetas, Juan? ¿Qué tal han aguantado el paso del tiempo?
Yo creo que se ven bien, que han aguantado bastante bien el tipo; sobre todo por lo que acabo de decirte. Y hay viñetas nuestras de Los mendrugos, por ejemplo, que quizá no han envejecido tan bien... Al final, aquellas iban sobre cuatro personajes masculinos y ahí sí que las dinámicas han cambiado. Pero en estas, como te digo, siempre aplicamos un enfoque muy igualitario, y las mujeres no son en absoluto sumisas (salvo que hablemos del juego erótico de la sumisión, claro).
Hay quien dice que hoy somos más mojigatos que entonces...
Pues no estoy de acuerdo. Lo que sí hemos hecho es evolucionar, y hacerlo para bien. Creo que, afortunadamente, el hombre ha ido entrando poco a poco en una etapa diferente en lo que respecta a su relación con la mujer; en una de acercamiento. Y el enfoque, claro, es distinto. Pero a eso se le llama ‘evolución’; no es que seamos más mojigatos.
Por cierto, ¿cómo acaban dos murcianos publicando sus historietas en una revista como esta (que, más allá del tono, es un icono planetario)?
Pues fue algo casual. Recibimos un correo de Ficomic [Federación de Instituciones Profesionales del Cómic] en el que se decía que la revista Playboy había convocado un concurso internacional de historietas y..., bueno, nosotros no íbamos a participar porque en ese momento teníamos mucho trabajo: estábamos con El Jueves, con Penthouse España, con Blue en Italia..., así como en algunos periódicos tanto locales como nacionales, o sea que curro no nos faltaba. Pero mi hermano Antonio, que en paz descanse, fue el que nos convenció; nos dijo: «Venga, presentaos, no tenéis nada que perder». La cosa es que, para entonces, quedaba muy poco tiempo para presentar propuestas, así que nos pusimos manos a la obra e hicimos una historia de tres páginas que mandamos a Estados Unidos sin saber muy bien a qué atenernos. Y, lo que son las cosas: para nuestra sorpresa, tres meses después nos llamaron para decirnos que les había entusiasmado nuestro trabajo y que estábamos dentro. Además, el jurado que había elegido a los tres finalistas estaba formado por Scott Adams, que era una de los mejores humoristas gráficos de la época; por Kevin Smith, el director de cine, y por Urry y el propio Hefner, o sea que más no se puede pedir.
Menos mal que le hicieron caso a Antonio...
Pues mira, esto es algo que nosotros solemos decirle siempre a nuestros alumnos (a los que hemos tenido en talleres y charlas de todo tipo): que nunca se corten a la hora de enviar trabajos a ninguna parte. Igual al director de la revista de tu pueblo no le gusta lo que haces, pero eso no quiere decir que el de una publicación alemana, inglesa o americana opine lo mismo. En este trabajo, uno nunca debe ponerse fronteras; eso que lo hagan otros, pero no tú mismo. Y hablo con conocimiento de causa porque eso es, en realidad, lo que hemos hecho nosotros a lo largo de toda nuestra carrera: perseverar, enviar y hacer visible nuestro trabajo del modo que sea, porque si te quedas en casa, no esperes que te llamen. De hecho, fíjate si llevamos y tenemos años nosotros, pero seguimos mandando cosas fuera, propuestas que creemos que son interesantes y que..., bueno, nunca sabes cuándo pueden encontrar su sitio.
A todo esto... son ya cuarenta años con Jorge; no hay muchos matrimonios que duren tanto. ¿Mantienen la pasión?
Efectivamente, este año cumplimos 40 años juntos. El secreto está en que nos respetamos y admiramos mutuamente. Esto creo que es importante en todos los matrimonios, ya sea artísticos o no artísticos. Y yo creo que por eso ha durado o sigue durando lo nuestro... Además, mis historias y su color han dado lugar a una simbiosis muy reconocible a todos los niveles que nos ha dado muchísimas satisfacciones; y como nos las sigue dando, pues vamos a seguir para adelante hasta que el Olimpo quiera. n
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