Música | Hoonine (Carmen Alarcón) Cantante
"La electrónica no tiene por qué estar desvinculada de la emoción o del alma"
Tras girar con Viva Suecia, la murciana Carmen Alarcón publicó el pasado viernes su nuevo EP, ‘Una foto al sol’ (2025), con el que se deshace de sus ataduras y se muestra más libre que nunca

Carmen Alarcón, en una foto promocional del nuevo EP de Hoonine, 'Una foto al sol'. / L.O.
«En Roca Roja (2022) había una parte de mi que todavía no sabía muy bien hacia dónde ir. Ahora me siento más centrada, con la dirección más clara», asegura Carmen Alarcón. Lo hace, quizá, en el mejor momento de su carrera, tras las experiencias con Estúpido Flanders y AA Mamá y después de presentarse en solitario como Hoonine hace ya tres años, con aquel primer –y citado– elepé.
Sin embargo, desde hace algún tiempo está girando como teclista de Viva Suecia y eso también le ha ayudado a entender la importancia de contar con un buen equipo (incluso cuando la intención sigue siendo lanzarse sola al escenario, parapetada tras sus sintes y demás maquinaria), y estos, a perder algunos «miedos» que arrastraba desde entonces.
«Ya no intento encajar –señala al respecto la murciana–, simplemente quiero contar quién soy», y eso es lo que ha hecho en Una foto al sol (2025), un nuevo EP que publicó el pasado viernes.
¿Qué tal, Carmen? Está a punto de entregar al público [esta entrevista se realizó la semana pasada] un trabajo que parece tener mucho peso emocional...
Muy bien, la verdad. Muy contenta. Ha sido mucho trabajo, pero estoy disfrutando mucho esta recta final. Ya tengo muchas ganas de que vea la luz y de poder compartirlo con todo el mundo.
Hoonine es un proyecto que parece muy meditado, muy ‘macerado’. ¿Cómo ha sido el proceso de creación de estas canciones?
Ha sido un proceso largo, porque más allá de construir una narrativa o un concepto, necesitaba aterrizar con claridad a nivel sonoro. Venía de hacer algo mucho más pop y más orgánico, y esta vez quise empezar justo desde el otro lado: partir de texturas, de sonidos sintéticos, de la electrónica. Ese cambio de enfoque fue un reto. Todo el trabajo se ha desarrollado a lo largo de 2024, y ha sido un viaje muy intenso, pero también muy bonito.
Lo preguntaba porque, precisamente, da la sensación de que disfruta particularmente con el proceso de producción: ese reto de buscar un sonido, una idea, jugar con cacharros para componer y grabar... ¿Cómo empezó esto?
Sí, sin duda es mi parte favorita. Estar en el estudio, experimentar con sonidos, construir desde la producción... es el momento que más disfruto del proceso creativo. Siempre he tenido una pulsión hacia la electrónica, aunque al principio más desde el rol de oyente. Fue a partir de 2018 o 2019 cuando empecé a interesarme más en serio por la creación. Y empecé a producir de forma más consciente en 2020 o 2021, aunque no siempre podía dedicarle todo el tiempo que me hubiera gustado. Pero en el último año he podido crecer mucho más en ese aspecto, y consolidarlo en una propuesta.
¿Cómo se relaciona eso con los cambios de registro que ha tenido a lo largo de su carrera? ¿Buscar sonidos le ha llevado a otros estilos, o las ganas de experimentar siempre han estado ahí?
Siempre he sido muy viajera en ese sentido, muy cambiante. Desde adolescente he tenido una inquietud constante por descubrir cosas nuevas. Me leía Pitchfork de arriba a abajo; estaba siempre buscando bandas, investigando. Esa pulsión ha estado ahí desde siempre, y creo que se refleja en mi música. Para mí, todo lo que he hecho ha sido producto de una evolución natural. Quizás desde fuera se perciba como un cambio brusco, pero en realidad ha sido muy orgánico. Nunca he forzado nada. Solo he respondido a lo que sentía en cada momento, y quien me conozca un poco entenderá perfectamente por qué hago lo que hago.
Muchas veces, a nivel sonoro, asociamos la vulnerabilidad y la honestidad con un sonido desnudo: guitarras acústicas, voz limpia... Pero usted, en estas canciones, presenta eso mismo... pero desde la electrónica. ¿Es complicado encontrar esa fórmula, no renunciar a una cosa ni otra?
Ha sido, sin duda, el gran reto de este EP: encontrar un equilibrio entre una lírica emocional y una producción más energética, más electrónica. No diría que ha sido complicado técnicamente, pero sí he tenido que encontrar nuevas formulas para expresarme. Sobre todo a nivel de letras, porque yo suelo escribir con bastante densidad, y aquí he tenido que condensar mucho, ir más al grano. Además, no hay tantas referencias en castellano que me sirvieran como guía. Pero estoy muy contenta con el resultado: creo que es honesto, que funciona y que refleja lo que quería contar.
¿Y por qué la electrónica para hablar de este tipo de historias, de búsqueda de refugio, de humanidad? A priori parecen antagónicos. ¿Quiso romper clichés?
Es que la electrónica no tiene por qué estar desvinculada de la emoción o del alma. Lo decía Björk: no es que la electrónica no tenga alma, es que depende de quién la haga. Los ordenadores o los sintetizadores son solo herramientas; el alma se la pone la persona que los utiliza. Desde mi punto de vista, la electrónica es simplemente un vehículo más.
Las relaciones, las conexiones entre personas, parecen el hilo conductor de las canciones de Una foto al sol. ¿Usa la música buscando eso, conectar?
Totalmente. Por mi forma de ser, tiendo a ser bastante introspectiva, y la música me permite gritar cosas que, de otra forma, no sabría cómo expresar. Muchas veces escribo buscando esa empatía: ver si alguien ahí fuera siente lo mismo que yo. También me sirve para verbalizar lo que me cuesta entender internamente. Mis letras siempre han estado muy atravesadas por cómo me relaciono con el exterior –no solo a nivel emocional o sentimental, sino también físico–, con los espacios y los lugares. Y este EP, en concreto, habla de eso: de mí como individuo moviéndome y relacionándome dentro de distintos entornos.
Su música se define con las palabras ‘club’ y ‘diario abierto’. ¿Todo se puede bailar?
Sí, creo que sí. Todo se puede bailar. Incluso aquello que, en principio, no está pensado para eso. Para mí, el club y el momento de la pista de baile son también espacios de liberación, donde las emociones encuentran una vía muy directa para salir. Hay una conexión muy potente entre el cuerpo, el sonido y lo que sentimos, que va mucho más allá de cómo suele concebirse el club. La electrónica, para mí, tiene un mensaje mucho más amplio que la idea de fiesta.
Han pasado tres años desde su primer trabajo con este enfoque, Roca Roja (2022). ¿Qué ha cambiado entre aquel y este nuevo disco en su manera de entender la música? Parece estar en constante evolución.
He cambiado muchísimo, tanto a nivel personal como musical. Estos años han sido bastante intensos, y ahora me siento mucho más en paz conmigo misma. No diría que soy más feliz, que es una palabra algo vacía a veces, pero sí que estoy más cómoda, más tranquila. Y esa sensación de calma y aceptación también se refleja en las canciones. He perdido muchos miedos que arrastraba entonces. Ya no intento encajar, simplemente quiero contar quién soy desde un lugar más libre. En Roca Roja había una parte de mí que todavía no sabía muy bien hacia dónde ir; ahora me siento más centrada, con una dirección más clara.
Y en cuanto al proyecto en sí, a nivel de apoyos e industria, ¿qué ha cambiado?
La verdad es que he tenido mucha suerte. Desde febrero de este año estoy trabajando con Warner, y ha sido un gran impulso, especialmente en todo lo que tiene que ver con los lanzamientos. Sigo también con Tonny Serrano y Raw, que es un pilar muy importante para mí. Y trabajar con Viva Suecia ha sido un regalo: me inspiran mucho, y han sido también un gran apoyo. Hay mucha gente que se está sumando al proyecto, y estoy muy agradecida. No sabía cuánto necesitaba ese acompañamiento hasta que lo tuve. Porque, al final, mis proyectos suelen ser bastante solitarios, y contar con un equipo me está ayudando muchísimo a seguir creciendo.
Hablando de apoyos, ha comentado en redes que ha reunido una banda para llevar estas canciones al directo. ¿Qué puede contar de eso? ¿Cómo serán los shows?
No será una banda como tal sobre el escenario: seguiré actuando sola. Pero lo que sí estoy construyendo es un equipo de gira más sólido. Una técnico de sonido, luces, tour manager..., todo lo necesario para que el directo tenga la infraestructura que merece. Este último año he aprendido cuánto influye tener un buen equipo detrás cuando estás en ruta. Por eso estoy apostando también por el diseño escénico y lumínico, porque quiero que el directo sea una experiencia completa. La gira arranca dentro de muy poco: la primera fecha es en el Bime Bogotá, y este verano haremos unas ocho fechas que se anunciarán muy pronto. Estoy muy ilusionada por todo lo que viene.
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