ONG Cirugía Solidaria

La música ayuda a salvar vidas

M-Clan, El Kanka, Walls, Los Marañones o Nunatak fueron algunas de las bandas que formaron parte de la gala, celebrada en el Teatro Circo de Murcia, por el veinticinco aniversario de la asociación

El Kanka en el concierto.

El Kanka en el concierto. / L. O.

La ONG Cirugía Solidaria, que presta asistencia médica a poblaciones vulnerables o en riesgo de exclusión, celebró su 25º aniversario en el Teatro Circo de Murcia (TCM), con algunos de los mejores artistas del panorama musical actual, que colaboraron de manera altruista, ayudando a salvar vidas con la música. Una vez más, la solidaridad del rock, con un elenco impresionante de bandas y una dinámica organización, se volcó con la causa en un concierto muy especial de más de cuatro horas de música presentado por la sin par Jutxa Ródenas.

El fondo del escenario lo presidían unos grandes ojos suplicantes y esperanzados. Todos los músicos hicieron unos sets de entre 3 y 4 canciones; la planificación de horarios se cumplía con rigor, lo que se agradece. Total, que la gente se pasó todo el concierto con una sonrisa de felicidad en la cara. Enorme festival, enorme.

Abrió Sara Zamora derrochando groove y swing. Tiene presencia en el escenario, y en constante movimiento se dejaba arrobar por la música. Una aterciopelada balada, Thank you, le permitió mostrar su indudable magisterio desde el principio. Tiene un timbre cálido, mucha intuición melódica, una voz dulce y clara, un grupo sólido - sus particulares Dap-kings-. Con su potente quinteto facturando soul-funk-pop arrollador, al escucharla regresa la calma de saber que la vieja escuela, la de verdad, la de hacer vibrar sin altisonancias, tiene cuerda para rato. Solo la canción, como debe ser; así sonaron Farewell con aroma pop soul de los 90 a lo Whitney Houston, sofisticada y elegante, y la impresionante energía funk de We get it together, mientras el público braceaba como si estuviera en el Live Aid, Sara -que hace unos meses pasó por San Remo quedando en segundo lugar- preparó el ambiente para lo que sería una noche de música y emoción.

María de Juan, con una imagen poderosa, vestida de encaje como una novia -o una folclórica con tocado blanco-, tomó el relevo. Arrancó acompañada por el guitarrista y productor Anto Planes, con una improvisación a guitarra, mientras el músico y actor Salva -Se Ha Perdido Un Niño- proyectaba su sombra en los techos con un foco trasero que proporcionaba una imagen casi espectral, puro expresionismo. Su voz poderosa, su magia sobre el escenario, cautivó al público. María continuó abrazando su vulnerabilidad con una versión de Cucurrucucú, paloma, entre un silencio respetuoso, para terminar con su último single, No es pa’ siempre. Un canto al aquí y al ahora entre raíces y vanguardia, tomando protagonismo la etérea guitarra de Anto ‘Badalamenti’. Siempre libre, la sensibilidad artística de María de Juan presentó un set ambiental, sensual, nocturno, etéreo; las canciones sonaron especialmente pletóricas en directo. Su voz, fina y rebosante de personalidad, y esa carnalidad sensorial y espiritualidad que seduce, hicieron que brillara con fulgor.

M-Clan aprovechó el evento para anunciar su regreso a la ciudad el próximo año

Un acústico innovador y diferente ofreció Carmesí, sola, entre cacharros, manejando loops hábilmente, produciendo en directo las canciones de forma dinámica y única: así soltó Satélites apoyada con su guitarra, o su nuevo single, Tú Sólo Dime, de pop conciso y directo, un homenaje a esas personas que siempre están ahí para ayudarnos, aunque a veces pasen desapercibidas. Terminó sola con guitarra con Tan fácil imponiéndose al murmullo, recuperando una sensación de intimidad propia de sus canciones. Su dulce y profunda voz nos envolvió en un manto de sensibilidad.

Nunatak se presentaron despojando sus canciones de artificios y dejando que la esencia brillara con una luz diferente en un íntimo acústico. A dúo, Adrián Gutierrez y Pedro Hernández (guitarra y piano) abrieron su recital con la fuerza y épica sonora de Sol y sal, que porta un mensaje de solidaridad muy apropiada para el evento. Hubo algo especial en esta actuación que se percibió desde el primer instante; tan brillante en su sencillez que resultó complicado no dejarse seducir, y el público coreando las canciones como quien busca el sentido a la humanidad. Sigo corriendo en su versión de guitarra y cello, fue un ejemplo de esos himnos de esperanza y perseverancia que resonaron con fuerza entre los asistentes, recordándonos el poder de la unión para superar cualquier adversidad.

El Kanka salió solo con su guitarra, desplegó sus alas y todo fue feliz: hizo silbar, aplaudir y zapatear. Volar, una sencilla y pegadiza tonada a ritmo de vals, convirtió la sala en un inmenso karaoke. «¿Cómo lleváis la resaquilla del Bando; especial mérito que hayáis venido», agradeció el malagueño obsequiando con otro de sus momentitos felices, Canela en rama. «No se qué cantar. Voy a hacer una de puño y letras», bromeó antes de acometer Piensa en mi vestida de chacarera. El Kanka es lo que se dice un cancionista: tiene el don de escribir canciones tan emotivas y directas como Querría.

Acompañándose de un silbido ‘afónico’ se puso rumbero con Guapos y guapas, a la que siguió una versión de No estamos locos de Ketama, desparramando la alegría del sur. El Kanka cree en el poder terapéutico de la música y, como canta en Lo Mal Que Estoy (Y Lo Poco Que Me Quejo) tiene el alma en cuarentena. Encandiló con esta breve colección de cancioncillas tiernas, guasonas y optimistas –aunque fue el único que se marcó un bis-. Un bálsamo para el alma que te deja con una sonrisa de oreja a oreja.

M-Clan en petit comité -Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez-, también manifestaron su apoyo a la causa. Guitarra, armónica, pandereta, y un repertorio de grandes clásicos. La reunión fue más acústica y sosegada, pero rebosando rock, al mismo tiempo que manifestando su¡ sensibilidad. Con ellos brilla la clase e intensidad del medio tiempo rockero, la raíz de la música americana que siempre les ha alimentado. Ricardo se encargó de la guitarra, y Tarque se ocupaba de cantar, soplar la armónica o tañer la pandereta. Solos los dos, desnudaron las canciones que tan bien les han funcionado: Carolina, Miedo, dejando que el público las cantara, comprobando que la melodía sigue siendo tan deliciosa como siempre. Por no faltar, no faltaron ni Maggie -casi más suya que de Rod Stewart- ni Quédate a dormir. Resultó fascinante comprobar que disfrutan y retienen todo su poder sin mella alguna. Anunciaron que vendrían en 2026 de gira, y se despidieron con Carlos bailando una jota y lanzando su pandereta al aire. Demasiado corazón, que cantaba Wiily Deville.

Solidaridad y esperanza

Fernando Rubio & Inner Demons siempre traen música exquisita, y la derraman como una bendición sobre quienes le escuchan. Stay cool, It ain’t over, o Give what U don’t have, que te balancean con sus suaves cadencias reggae y proporcionaron buenas vibraciones. La piel de los presentes se erizó canción tras canción: llenas de melodía, de bellas armonías vocales y tocadas por auténticos magos de sus instrumentos, hasta la despedida con Thank You So Much for Being There. Sinceridad, delicadeza y concentración. «Puedes dar lo que no tienes, pero no puedes tener lo que no das», dijo Fernando a propósito del evento. Es todo lo que se puede decir en una noche así, una noche de dulce.

Los Marañones exhibieron el lucimiento de un grupo de primera clase. Su apuesta por el rock and roll destila poesía, sencillez y sensibilidad; resulta adictiva, carnal, irrevocable, compacta, festiva, canalla, pasional... La memoria del holandés fue el pistoletazo de salida para una actuación que ofreció una doble vertiente, la que acaricia y la que da calambres; brilló la luz de su pasión por hacer música y compartirla con el público. La máquina del tiempo, Fuera de Límite y Saluda al tren, con la que terminaron, son canciones/viñeta, costumbristas, elocuentes, y de una diversidad de estilos, mostrando sabiduría, humor y aplomo; un discurso capacitado para la sensibilidad y la inteligencia crítica. Su furia de juventud permanece intacta. Lo pasamos bien.

Las guitarras rugieron rabiosas con Walls. El joven artista murciano, cuya carrera musical empezó en el mundo de las batallas de gallos, es uno de los nombres más prometedores de la nueva ola urbana que está conquistando el panorama musical. Con un directo de fusión urbana de pop rock, Walls demostró un gran talento compositivo e interpretativo. El rock, el pop y el punk conviven en perfecta armonía en el nuevo catálogo de Walls. Con su carisma arrollador y una banda que demostró una solidez impresionante, ofreció algunos de los temas que lo han catapultado conectando profundamente con la audiencia, interactuando constantemente con sus seguidores. Puso fin a su fogosa actuación con Perro callejero, que grabó con Waor, un tema que fusiona la intensidad del rock con la esencia callejera del rap. Pisando fuerte y sobrado de una actitud que mantiene la esencia rockera e irreverente, puso patas arriba la sala, que se convirtió en un hervidero de energía, con un público entregado desde el primer acorde.

La velada terminó con una vibrante sesión Dj de Vruto, novísimo proyecto del productor y exguitarrista de Second Jorge Guirao, y Rafa López, más conocido como Don Fluor. El festival solidario fue no solo un evento musical de alto nivel, sino una demostración de cómo la música puede ser un vehículo poderoso para la solidaridad y la esperanza.

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