Música
"Si vas a ingresar en el subsuelo, en la inadaptación, en la incomodidad, más vale que lo hagas desde la diversión"
El futuro ya está aquí y rebosa de posibilidades. Aló Presidente estrenan su primer LP, Gestión de subsuelo, producido por Paco Loco, que grabaron este verano

El grupo Aló Presidente. / L. O.
El futuro ya está aquí y rebosa de posibilidades. Aló Presidente estrenan su primer LP, Gestión de subsuelo, producido por Paco Loco, que grabaron este verano. Sorprende lo lejos que han llegado creativamente en cinco años, gracias a una inquietud sin límite, una imaginación vívida y la valentía de explorar lo nuevo.
Gestión de subsuelo -un disco dramático y de contrastes- recuerda al complejo de inadaptado de Memorias del subsuelo (Dostoyevski); es “un álbum sobre la distancia entre lo que fuimos y lo que somos, sobre la nostalgia y su reverso más turbio”, según la nota de prensa, y refleja un descubrimiento desalentador:"Hacerse mayor es una mierda, aunque fuese algo anhelado en la infancia.”
Aló Presidente han encontrado un nuevo lugar para destacar, consolidándose como grandes de una generación. El disco más ambicioso, seguro, inventivo y sonoramente aventurero de los murcianos hasta la fecha ofrece momentos de asombro y gravedad, con la actitud y el brillo estético de artistas como Fontaines D.C., las paletas sónicas de Pixies o Pavement, el hacer de los 90 en general, y el espíritu del Chairs Missing de los Wire.
Con Gestión de subsuelo, Aló Presidente acumulan muchos aciertos, y suben de nivel. Lo extraordinario de estas canciones es que, incluso después de solo un par de escuchas, suenan como clásicos instantáneos; una demostración de lealtad a la psicodelia y el punk. No hay banda que reitere el encanto del rock and roll con más convicción en este momento.
Gestión de subsuelo, vuestro primer largo, ya está en la calle ¿Cómo os tomáis Aló Presidente normalmente la salida de un nuevo disco?
Al ser el primer disco largo que lanzamos, ha sido como bautizarnos, pero conscientemente. Con los dos anteriores EP, la presión era menor que con un LP, aunque el segundo, Sucede porrazo, lo concebimos como un largo en miniatura. Estábamos nerviosos, pero en cuanto notamos que el agua ni estaba fría ni quemaba, el nerviosismo se convirtió en júbilo y gozo, y ahora sentimos que todo el trabajo previo valió la pena. Aun así, teníamos la seguridad de que era el disco que queríamos hacer, y eso siempre funciona bien como ansiolítico.
¿Cómo comenzasteis a pergeñar las ideas de “Gestión de subsuelo”? ¿Qué significado tiene para vosotros ese título?
Para Navidad de 2023-2024, solo teníamos dos canciones hechas. Sabíamos que queríamos hacer un disco, y por esa acordamos con Paco Loco agosto como fecha. Por curro, no nos pudimos poner hasta mayo, por lo que lo compusimos en dos o tres meses, cosa que, esperamos, contribuirá a la épica del relato. En retrospectiva, creemos que se respira esa urgencia. La idea de gestionar el subsuelo tiene que ver con ser un grupo underground y de cómo se fraguó el disco: mucha planificación y debate condensados en poco tiempo y en un encierro continuo. Fue un desquicie hermoso.
¿Qué dice este disco de Aló Presidente en 2025? ¿Qué conceptos filosóficos contiene? ¿Se podría describir como un álbum conceptual sobre el cambio? ¿Cómo surge esta idea?
Creemos que es un disco de pop-rock actual, crudo pero atmosférico, que intenta (ignoramos si con éxito) huir de lugares comunes. Al contrario de en lo musical, en lo lírico no había un concepto preconcebido, pero es cierto que, al verlo desde fuera, hay ideas que lo vertebran: cierta inadaptación y, por extensión, reafirmación en lo que uno es frente a la normalidad que impone la realidad. La música intenta recrear eso. Las guitarras de Rodrigo son una pasada porque acompañan emocionalmente lo que se cuenta.
Las canciones son en general cortas, pero dramáticas, y “Gestión de subsuelo” es un álbum de contrastes; suena como excesivo. ¿No teméis que el título pueda desorientar?
Sí, es un disco dramático y de contrastes. Era una de las premisas: hacer lo que nos diera la gana. Además, es el tipo de disco que nos gusta, versátil y lleno de estímulos; no se parece, pero teníamos en mente el espíritu del “Chairs Missing” de los Wire. Nos aburren hasta el bostezo los grupos que, por buenos que sean, hacen diez veces la misma canción, cosa que facilita el acceso a listas y la palmadita lumbar, pero que artísticamente te deja vacío. Y en cuanto al título, es cierto que habla más de unas coordenadas temporales concretas y de la composición. Puede que suene un poco pretencioso, pero nadie nos avisó, y tampoco se nos ocurrió nada mejor.
- Volvisteis a grabar con Paco Loco. ¿Cuáles son sus virtudes dentro del estudio?
Grabar con Paco Loco es como ir a un campamento de verano de fantasía rock and roll. Aprendes un montón cada día, y te das cuenta de lo amante de la música y trabajador que es. Todo lo que pasa ahí es por y para la música. En las sesiones, es inevitable hablar de la industria, pero todas esas movidas, cuando grabamos, se quedan en un satisfactorio y despreciable decimoquinto o vigésimo octavo plano, según el día.
La producción empieza desde la propia composición. Teniendo esto en cuenta, ¿le dais más importancia al timbre o a aspectos más clásicos como el ritmo o la armonía? ¿Cómo manejáis el balance entre estos dos focos del proceso compositivo?
Justo eso. Queríamos vaciar las canciones de acordes rítmicos, lo que obligaba a bases contundentes. El peso de la armonía lo lleva el bajo. Juan Antonio y Manu han hecho un trabajo genial en ese sentido. Tener un bajo y una batería tan bien empastados, tan motorik, ha permitido que las guitarras y los teclados vayan a su bola. En nuestra cabeza, la idea era que la batería y el bajo fueran una toma a tierra, y el resto, pinceladas al vuelo. El resultado es un diálogo desquiciado pero pactado entre guitarras y teclados.
En este disco seguís tirando de influencias totalmente dispares, mayormente de los 90 (Pavement, Pixies...), pero os las arregláis para que todo sea coherente. ¿Cómo lo hacéis? ¿Habéis recuperado material anterior que pudo quedarse en el tintero esperando un contexto más adecuado?
Nos sorprende y alegra que hables de coherencia. “Caraguapa” estaba hecha desde nuestro anterior EP, pero no estaba madura. Y “Fiesta de Halloween” tenía un par de años ya. A las dos le habíamos hecho ya el rodaje en directo. Entre ellas hay mayor relación que con el resto de canciones, pero le hemos dado un barniz psicodélico para que encajaran. Imaginamos que la coherencia viene por la forma de producir que comentábamos antes.
Otras características vuestras son la sensibilidad, la capacidad de crear emociones como el drama, o lo arriesgados e imprevisibles que sois. ¿Os lo trabajáis o sale solo?
Ambas. Tenemos muy interiorizada la intención de sorprender, a nosotros mismos los primeros. Los arreglos que no encajaban en la armonía perfectamente, pero que conseguían emocionarnos, se quedaban. Esa extrañeza viene dada por la incapacidad de definir exactamente qué te hace sentir el arreglo. Pero eso es lo guay. Sucede que la indefinición, por incómoda que sea al principio, es más gratificante emocionalmente a la larga; te ofrece más oportunidades distintas de disfrute si le das tiempo. ¿Es triste o alegre? ¿Es agresivo o dulce? ¿Es oscuro o luminoso? Pues a lo mejor es las dos cosas a la vez. Este disco va mucho de eso: de romper dualidades emocionales preconcebidas. “Yo no soy tonto”, el cierre, parece querer hablar de eso.
Desde la portada hasta las canciones, todo parece formar parte de una historia. ¿Cuál es el hilo conductor? He comprobado que ‘luv I’ y ‘luv II’ son un interludio; le da un aspecto como de opereta pop al disco. ¿Qué función le atribuís?
Hay algo de viaje interior, sónico y lírico, sí. Hay una historia no planeada de autodescubrimiento oscuro. Los interludios responden a varias intenciones. Hay audios de Whatsapp que complementan lo contado. En cuanto a sonido, nos apetecía cohesionarlo todo y experimentar con la electrónica a partir de las pistas. Un poco como los Beatles en el “Love”, de ahí el nombre. Nos ha servido para pasarlo bien. La portada es incómoda y fea aposta, casi ridícula, y condensa esa idea: si vas a ingresar en el subsuelo, en la inadaptación, en la incomodidad, más vale que lo hagas desde la diversión. Pásatelo bien, copón, y ríete de tus miserias de rockerito.
El lado equivocado tiene algunos momentos caóticos. Intuyo relaciones con la industria: las reglas del juego y quien quiere las acepta. ¿Cuál es vuestra disposición?
Las reglas son las que son. ¿Nos gustan? No mucho. Por eso, esa canción condensa muy bien nuestra actitud. Es una canción pop, pero con arreglos que generan extrañeza o incomodidad. Esa es nuestra postura: “Sí, vale, juguemos a tu juego con las reglas que tú impones. Pero dentro de ese marco, voy a estar todo el rato ‘inadaptándome’ para que los límites sean cada vez más blandengues”. El fracaso está asegurado por nuestra limitadísima capacidad mediática, pero lo bien que sienta... Un caos comedido, un terremoto contenido: en esa paradoja hay belleza. Los teclados de Salva son eso. Parecen de otra canción, entran lamiendo el travesaño, pero por la puta escuadra, socio.
Siempre se dice que cuando se compone una canción hay una parte de verdad y otra, mucha o poca, de pura ficción. ¿Cómo enfocáis la creación para contar lo que queréis con la máxima veracidad posible?
Una cosa es la verdad y otra, la honestidad. Nosotros somos muy honestos en nuestra mentira. Caraguapa es un buen ejemplo: un chaval que huye a la montaña porque la realidad se le hace bola. Es una dramatización ficticia de sentimientos más chiquititos que hemos sentido genuinamente.
¿Os habéis sentido más cómodos trabajando en un álbum completo más que sacando temas sueltos?
Ha sido superchulo trabajar en un disco. Queríamos aspirar a una obra más grande, porque como oyentes aún entendemos los discos como una obra en sí, aunque las canciones funcionen bien individualmente. Es más satisfactorio que lanzar temas aislados.
Precisamente me llama la atención la capacidad que habéis tenido de reinventaros sin perder vuestra personalidad. ¿Necesitáis conscientemente cambiar? ¿Seguir tu propio camino tiene sus riesgos?
Nos encanta experimentar en la composición y en los sonidos. Siempre intentamos ir un paso más allá en lo nuevo para que no suene necesariamente a quien nos ha marcado. No nos sentimos cómodos en la emulación. Hacemos la música que nos gusta sin pensar en el qué dirán. Algún amigo arqueó la ceja al escuchar el disco. ¡Incómoda alegría!
Usted está aquí, acústica y reposada, me suena a alguna melodía de REM. Y La soledad de un guardia civil tiene una ingravidez pinkfloydiana muy shoegazing. ¿Cómo encajan estas canciones en el disco?
Parece el “Everybody Hurts”, es verdad, no nos habíamos dado cuenta. La “orquestación”, sobre todo en la percusión, perseguía alguna balada Beatles como “Long, Long, Long”. Y sí, en “La soledad…” teníamos en mente el comienzo de Breathe (In the Air), aunque quisimos darle una base más dub o hip hop. Son canciones más reposadas y actúan como contrapunto a otras más Pavement, Pixies, como decías, o Fontaines DC o Wire. Nos parece interesante que el disco pueda sonar punk y psicodélico al mismo tiempo.
Todos sois docentes y trabajáis en la enseñanza. ¿Lo habéis tenido en cuenta a la hora de componer canciones o Hay cosas que es mejor no hablar? ¿Hacerse mayor es una mierda?
Hacerse mayor no es un desastre. Es una mierda si tu vida se rige al cien por cien por los estereotipos de la treintena. Fino Oyonarte habla de algo parecido en Avanzar. La portada es eso. Cuando metas el coche en el garaje, intenta ver cosas que te extrañen y te saquen de la rutina. Es una bella forma de chocarte contra la realidad. Y en cuanto a la docencia, no hay mejor lección que hacerles ver que de lo que no se puede hablar es mejor callar. O intentar una canción.
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