Memoria histórica
Gloria Nicolás contra el olvido: los ‘nombres prohibidos’
La murciana presentó el pasado martes un proyecto fotográfico en curso que pretende sacar a la luz la historia de aquellos murcianos a los que el gobierno fascista obligó a cambiar incluso su propia identidad

La fotógrafa murciana Gloria Nicolás / Juan Carlos Caval
La Asociación de Informadores Gráficos de Prensa de la Región la definía en el programa de sus jornadas anuales –celebradas esta semana, de lunes a miércoles– como «una firme defensora del fotoperiodismo y de su importancia en la sociedad». También destacaba trabajos que ilustran su vocación y filosofía como el realizado en 2013 junto a la ONG CATS (Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo). Y aunque ha pasado ya más de una década desde que dejara de trabajar en prensa –de 2000 a 2013 formó parte de la plantilla de La Opinión–, Gloria Nicolás (Casillas, 1977) ni ha soltado la cámara ni ha perdido el olfato, por suerte. Porque, gracias a eso, la historia de Pasión –y, a la vez, la de tantos otros–, no caerá en el olvido.
Para entenderlo, hay que remontarse seis años atrás, a 2019, cuando aquello de ‘pandemia’ parecía un concepto de otra época. Y desplazarse hasta la murciana pedanía de Los Ramos, en cuyo centro cultural trabaja desde hace algún tiempo. «Aquí viene mucha gente a hacer cursos y talleres, algunos desde hace ya bastantes años. Y Pasión es una de nuestras usuarias, una señora mayor con la que siempre he tenido muy buena relación. De hecho, hablamos mucho, nos gastamos bromas...», explica Nicolás, que un buen día, sin pretenderlo, se encontró gracias a esta relación con un tema que no podía dejar escapar. «En una de estas, la convencí para apuntarse a una actividad que habíamos organizado en el centro, y para formalizar la inscripción teníamos que rellenar una ficha con sus datos. Total, que me dijo sus apellidos y añadió: ‘Pero no pongas que me llamo Pasión, sino Asunción’», recuerda la fotógrafa. «Y entonces me contó», añade.

Un retrato de Pasión, con quien se inició el proyecto. / Gloria Nicolás
Pasión nació en 1936, el año del golpe de estado (y del comienzo de la Guerra Civil). En concreto, en el mes de diciembre, pero no es hasta enero del ‘37 cuando sus padres la llevan al registro, donde es inscrita como ‘Pasionaria’. «Yo pensaba que ‘Pasión’ era un nombre religioso, pero no; al contrario. Ella nació en una familia republicana; su padre, de hecho, se alistó voluntario en la Infantería de Marina, en Cartagena, y acabó en la cárcel», cuenta Nicolás, quien, por supuesto, confirma lo que buena parte de los lectores de este artículo estarán pensando llegados a este punto: sí, su nombre ‘escondía’ un homenaje a Dolores Ibarruri, ‘La Pasionaria’, dirigente del Partido Comunista de España entre 1942 y 1989 y, con ello, primera mujer en liderar una formación política en nuestro país.
Pero, como suele decirse, la historia la escriben los vencedores, y estos, en algunos casos, se ahorran palabras (o nombres). Según pudo comprobar Nicolás gracias a la documentación que le facilitó la protagonista de esta historia, en el ‘38 y en el ‘39 se emitieron sendas órdenes ministeriales según las cuales se prohibían, «básicamente, todos los nombres que no estuvieran en el santoral católico –explica la fotógrafa–, ya que el resto, según los sublevados, ‘atentaban contra los valores del Gobierno nacional y contra la patria’», apunta la autora de este proyecto, intentando ajustarse de memoria a la justificación textual de la citada resolución (la segunda ratificaba la primera).

Un detalle de la inscripión de Pasión en el registro civil, donde se puede ver el cambio de nombre. / Gloria Nicolás
Porque sí, esta historia ha dado lugar a un proyecto de investigación (y fotográfico, por supuesto) que Nicolás ha bautizado como Pasión, Natura, Libertad. Los nombres prohibidos. Y la pregunta es obvia: de la primera ya sabemos, pero... ¿quiénes son Natura y Libertad? Su autora nos lo explica: «Claro, enseguida me di cuenta de que debía haber muchas más personas afectadas por esta orden, así que me puse en contacto con asociaciones dedicadas a la memoria histórica en la Región (Murcia, Cartagena, Mazarrón, Águilas...). La verdad es que pensaba que enseguida me darían listados de gente que se había tenido que cambiar el nombre, pero, para mi sorpresa, no fue así... De hecho, en muchos casos ni les sonaba esta historia o, si acaso, lo hacía muy vagamente», asegura Nicolás.
Pero gracias a la colaboración de estas asociaciones pudo continuar con su investigación. Aunque, eso sí, tuvo que cambiar el enfoque de su proyecto: «Mi idea inicial era hacer retratos de los afectados y, quizá, acompañarlos de un perfil, pero entendí que lo mejor era hacer un reportaje que contara claramente una historia que casi nadie conoce», señala. Y lo primero debía ser encontrar otros casos como el de Pasión, testimonios que pudieran acreditar que aquello ocurrió, que pasó de verdad.
Catorce casos localizados
A día de hoy, porque la investigación no está cerrada –de hecho, si conoces algún caso puedes ponerte en contacto con nosotros en laopiniondemurcia.cultura@epi.es–, Nicolás cuenta con catorce relatos debidamente documentados, la inmensa mayoría, de la Región. Y el nombre Libertad es el más repetido. Tiene una en Águilas, que pasó a llamarse Cristina, y otra en Cartagena, oficialmente, María de la Paz, y cuya hermana, Fraternidad, también tuvo que ser cambiada en el registro por Julia, mientras que el primo de ambas, Lenin, terminó sus días como Fermín. Porque ese es otro de los problemas a los que ha tenido que enfrentarse la fotógrafa: hablamos de una prohibición que tiene más de noventa años, y no son muchos los supervivientes que puedan ofrecer un testimonio directo, por eso, sobre todo, ha hablado con descendientes de personas afectadas por esta norma.

Detalle del libro de partidas de nacimiento del Hospital Provincial en el figura una niña llamada Libertad. / Gloria Nicolás
Pero aquí es donde entra en escena Natura. O María Lourdes. O Marie, ya que se trasladó a Francia con 14 años, «y allí eso de ‘Lourdes’ como que tampoco les convencía mucho». Con ella dio a través de las redes sociales. Bueno, en realidad con quien pudo contactar es con Nardo –otro ‘nombre libertario’–, hijo de Liberto, ya fallecido. Este fue quien le puso en contacto con Natura, su tía, con quien pudo reunirse brevemente. «Es curioso, ya que ella se reconoce más con Marie, mientras que a Pasión nadie le llama Asunción; incluso durante el franquismo tenía familiares, amigos y vecinos que, de forma inconsciente (o muy valiente) la seguían llamando Pasionaria. Supongo que cada caso es particular», reflexiona Nicolás.
Un "absurdo" silenciado
De momento, Pasión y Natura son las dos únicas personas vivas con las que Nicolás ha podido hablar, pero no pierde la esperanza de encontrar más gente como ellas, pues los ‘nombres prohibidos’ no solo eran los que podían hacer alusión, directa o indirectamente, al bando republicano (o a las tendencias políticas de los padres que lo eligieron). Porque el caso de Progreso, el último que ha encontrado, curiosamente en Los Ramos –y que a los 19 años pasó a llamarse oficialmente Mariano–, se puede llegar a ‘entender’ (dentro de la lógica «absurda» del Gobierno nacional), pero la persecución iba más allá. «En realidad, cualquier nombre laico era susceptible de ser eliminado. Por ejemplo, me llamó mucho la atención la historia de Violeta, de Mazarrón, cuya hermana, Acracia, también tuvo que ser renombrada en el registro. Y esto..., bueno, pero ¿Violeta?», se pregunta, asqueada, la fotoperiodista murciana, que cita otros nombres censurados de difícil explicación como Fraternidad, Armonía, Azahara... «o cualquiera que sonara vasco, por supuesto».
"Cambiarte el nombre era una forma de señalamiento; a ti y a tu familia"
Aunque si hay un caso que le marcó fue el de otra Libertad, una niña de Mazarrón que murió con apenas once meses en 1932 y a cuya familiar obligaron a retirar la lápida con su nombre... ¡ocho años después!, en el ‘40. «¡Me parece el colmo!», lamenta, agria, Nicolás, que entiende que esto, al final, no era más que otra forma de represión. «El hecho de que tuvieras que cambiarte el nombre era una forma de señalamiento; a ti y a tu familia. Cualquiera que tuviera que pasar por este trámite era tachado inmediatamente de republicano, con lo que eso implicaba... De hecho, es curioso –añade la murciana–: como se puede ver en las fotos de la documentación de Pasión, los nombres originales no eran borrados, eran tachados. Es decir, había una expresa intención de señalar a estas personas», argumenta.
Una historia en imágenes (o fotografías)
Porque, en este trabajo, hay retratos de Pasión y Natura, pero también fotografías de papeles como el recién mencionado –así como de partidas de nacimiento y de las propias órdenes ministeriales–, que confirman esta historia olvidada. Y también fotos de fotos, de familiares de los represaliados, etc. «Yo tenía claro que debía contar esta historia, pero también que debía hacerlo a través de la cámara, pues por algo soy fotógrafa. Y esta es la forma que he encontrado, que, a decir verdad, tenía un poco de miedo de que no se entendiera...», confiesa Nicolás.
Pero no: tras unos cuantos años de trabajo, presentó el proyecto el pasado martes en Las Claras y la respuesta de los presentes fue más que positiva. Y, en este sentido, aquello ha supuesto un «punto de inflexión» para ella: «De alguna manera, me quité un peso de encima. Porque, aunque vaya a seguir trabajando en ello, tengo claro que no voy a hacer un censo, que lo que quería era contar lo que pasó y ya lo he hecho», celebra, aliviada. Eso sí, no descarta en el futuro poder hacer «algo más», incluso una exposición. Lo que sea con tal de rescatar del olvido los ‘nombres prohibidos’, de recuperar la historia que algunos se empeñaron en borrar por miedo. Afortunadamente, no lo consiguieron.
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