La Banda de Jutxa

Raimundo Amador: el camaleón de la música

"Este erudito de la guitarra, autodidacta y ecléctico, siempre ha tocado para los más desfavorecidos"

El guitarrista sevillano Raimundo Amador.

El guitarrista sevillano Raimundo Amador. / David Palacín

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

«En un mundo de plástico y ruido, yo quiero ser de barro y de silencio», escribió Eduardo Galeano, y estoy casi convencida de que lo hizo mientras escuchaba Tangos de los gitanos, de Raimundo Amador... «Que no te importe ser diferente, ser diferente es lo que vale, que lo peor que podría pasarnos, primito mío, es ser tos iguales».

Cada cual guarda un recuerdo o vivencias que evoca a una canción o intérprete, aunque algunos jamás contarán con el privilegio de entender que esa reminiscencia pueda salvar vidas. Eso es lo que hizo Raimundo Amador conmigo.

Recuerdo mi hastío y el agotamiento extremo por todo lo que nos tocó vivir a los sanitarios en general, y a los que prestamos servicio en UCI en particular, durante los meses de pandemia. Pero en mi caso, de vuelta a mi hogar, la vida daba un giro y me arrinconaba en un espacio emocionante donde no sonaban las sirenas de las ambulancias, sino mi teléfono. Y al otro lado siempre estaba Raimundo y su mujer, Antonia, interesados por mi día, de la misma manera que lo hacían con cada uno de sus seis hijos.

No sonaba una sirena pero si una guitarra; sí señores, yo he pasado horas escuchando homilías de enorme amplitud emocional en las que se entrelazaban el blues, el rock y el flamenco más purista. He vivido noches de incontrolables charlas en las que el flamante miembro de mi banda me contaba cómo se gestó La leyenda del tiempo (1979) un disco clave en la historia musical de este país y que cambió por completo los cimientos del flamenco y abrió mentes. Una salvajada musical en la que titanes de la talla de Camarón de la Isla, Tomatito, Kiko Veneno y el propio Raimundo se unieron a otros compañeros que llenarían de talento este artículo y plantarían estandarte en el recién bautizado como ‘rock andaluz’.

Una realidad cargada de potencial

Raimundo viene de ‘Las 3.000 Viviendas’, el nombre de un barrio que, con demasiada frecuencia, se ha vinculado a la exclusión social y el flagicidio, pero el Polígono Sur de Sevilla es mucho más que eso. Gracias a la habilidad de unos pocos que han crecido allí, empieza a ser una realidad cargada de potencial.

Tal vez por eso, este erudito de la guitarra, autodidacta y ecléctico, siempre ha tocado para los más desfavorecidos, desde los tiempos de Pata Negra, la banda que formó junto a su hermano Rafaelillo y que tantos éxitos cosechó, y a la que por fin, el próximo 7 de febrero, se le rendirá homenaje en nuestro Teatro Romea con motivo de la trigésimo segunda edición de la Cumbre Flamenca de Murcia. Amador es de esos músicos que tiene la capacidad de amenizar una tarde en un centro de menas enseñando acordes con la humilde intención de hacerles olvidar por un rato los problemas que sufren estos menores, que viven en una situación de riesgo inminente, separados de sus padres, y subir con el mismo temple a escenarios de la mano del mayestático B. B. King o la sublime Björk.

Raimundo Amador es temperamento, raza, carisma y pureza, el espejo en el que quince nietos se ven reflejados como herederos de una estirpe de artistas, y de los que más pronto que tarde los tabloides hablarán, halagando el baile de Luisito y Toñi o el cante de Mercedes, todos ellos con apellido Amador.

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