La Banda de Jutxa

Fernando Rubio: el músico que todos quieren

Fernando Rubio posa con su guitarra junto al mar.

Fernando Rubio posa con su guitarra junto al mar. / David Checa Fenol

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

El hombre en calma es como un árbol que da sombra , las personas que necesitamos refugio nos acercamos a él, o lo que es los mismo: a su música. Y diría sin que me temblase el pulso que el nuevo miembro de mi banda, Fernando Rubio, es de los mejores músicos que existen en este país. Quien ha tenido el privilegio de saborear sus canciones sabe que no exagero lo más mínimo.

Este cartagenero tiene a sus espaldas la friolera de doce discazos de estudio entre los que ha publicado junto a las diferentes bandas que ha formado –Ley Seca, Fanáticos, Ferroblues, Malaventura y Bantastic Fand– y los de su aventura en solitario. Aunque, sobre todo, se vanagloria de haber sido parte como colaborador de proyectos de otros respetados músicos y bandas de la Región como son Joaquín Talismán y Los Chamanes, Ross y Second, entre otros.

Siempre que un compañero ha llamado a su puerta, Rubio ha ejercido de buen anfitrión, y créanme que han sido muchos los interesados en contar con su presencia a la hora de editar un disco. Cuando leo una crítica sobre sus trabajos me emociona la admiración que los avezados en esto de escribir de música exponen, pero vaya desde aquí un tirón de orejas a los compañeros que por el hecho de trabajar para un medio ‘grande’, adulador del streaming y las modas efimeras, pasan por alto prestarle atención, y ya no hablamos de promocionar a los músicos independientes, esos que para sacar un disco tienen que empeñar un riñón porque pocos les respaldan. Así no es el juego, hermanos. 

En el caso de Fernando, su capital es definitivamente contar con el público que le sigue desde el principio, y alegrarse cuando despierta el interés de un nuevo adepto que valora el tesón y la belleza, el estudio y el encanto de cada elepé que publica o concierto que interpreta. Evocación que traslada a los músicos que desde siempre ha seguido: DylanNeil Young, Otis Redding o The Beatles entrelazados a la frescura y ritmo de sus canciones hacen que acudir a sus directos sea siempre un acierto.

Recordamos, hablando de la música en directo, que tanto bien hace y tanto se extraña en una ciudad como Cartagena, en la que apenas un par de salas programan con asiduidad (vaya desde aquí una ovación a Mr. Witt), aquel memorable show de Andrew Bird con motivo del sincrético Festival de Jazz de Cartagena, dónde a Fernando siempre se le recibe tan bonito. Me habla esperanzado sobre el futuro musical de su ciudad, que cuenta con tres de los mejores ciclos y festivales de la Región (además del ya citado, La Mar de Músicas y el Rock Imperium) y de pronto nos deslumbra una majestuosa puesta de sol invernal en su rincón favorito, dónde nos encontramos: La Azohía. Tal vez esos halos de luz sean una señal que nuestros queridos Amador Blaya y Nacho Para nos mandan desde algún lugar, después de escuchar a su compañero en mil batallas recitar el Beast of burden: nadie nunca versionó esta composición de los Stones como Fernando y Amador calentado en el camerino antes de salir a tocar con aquella exótica formación, Soulfinger. Quizás ese silbante soplo de aire provenga de la armónica de Nacho dando la intro para entonar los acordes de Cheap chinese guitar y seguir haciendo bonitas canciones mientras nos dejen.

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