Entrevista
Pablo Albaladejo: "En realidad la novela histórica no me atrae demasiado; se tiende a idealizar el pasado"
‘Roma 1.500. Rebelión’ es la primera obra del profesor y periodista, una novela "de fantasía basada lejanamente en la historia" que parte de una premisa tan sencilla como divertida para los aficionados al género: ¿y si el Imperio Romano no hubiera caído?

Pablo Albaladejo con su primera novela. / Juan Carlos Caval
Fue una imagen la que sembró el germen de esta novela en la cabeza de Pablo Albaladejo: «Una joven patricia llegando a la ciudad de Carthago Nova en barco de vapor». Un choque de dos postales, por tanto, más bien: algo de la Inglaterra victoriana y algo de las legiones romanas. Decidiendo que se podía tener todo, publica ahora esa novela, Roma 1.500. Rebelión, una ucronía ambientada en Carthago Nova que ha tardado más de diez años en sacar de su mente –de hecho, afirma que quizá esta historia siempre estuvo en Cartagena y solamente había que saber excavarla–.
¿Cómo se siente poder decir que ya tiene una novela publicada, que hay un libro escrito por usted en el mercado?
Pues estoy muy contento. Haber escrito una obra que otras personas pueden leer, verla en las librerías…, no sé, suena a tópico, pero es un sueño hecho realidad.
Se lo pregunto porque siempre ha estado ligado a la historia y la escritura, pero entiendo que esto es diferente. ¿Cómo ha sido el proceso de escribir y publicar este, su primer libro?
Ha sido duro, pero a la vez reconfortante. Yo había escrito muchos relatos e incluso ganado algún premio con ellos; además, tenía esta idea rondándome la cabeza más de diez años, una idea que desbordaba las dimensiones de una historia corta. Pero a la vez me parecía que enfrentarme a una novela era un reto que superaría mi laxa disciplina y mi fuerza de voluntad, más bien escasa. Sin embargo, el verano pasado me puse frente al ordenador y las palabras comenzaron a surgir. He empleado alrededor de un año el escribir la novela, aunque, como te digo, la idea viene de muy atrás... Después empezaron los cambios, corregir, rescribir, y llega un momento en el que tienes que decir : «¡Ya basta!», porque, si fuera por ti, la obra nunca estaría acabada.
La ucronía que es esta novela también tiene lugar mucho tiempo atrás –bastante más, si me lo permite–, en el año 1500. ¿Por qué escogió esta época?
Aunque me costó mucho tiempo empezar a escribir, tenía clara una cosa: que la novela empezaba con la llegada de una joven patricia a la ciudad de Carthago Nova en barco de vapor; pero no de una chica cualquiera, sino de una que es más de lo que parece al principio... Ubicar la historia en un escenario similar a la Inglaterra victoriana –puede que un poco antes– me parecía muy evocador: las chimeneas industriales, los trenes… Pero había otra imagen que me atraía también mucho: las formaciones de legiones romanas armadas con fusiles. ¿Cómo de avasalladora podía ser esa máquina de guerra casi perfecta pero equipada, esta vez, con armas de fuego? En fin, que decidí quedarme con lo mejor de ambos mundos. Y, bueno: ese Imperio Romano mantiene, por supuesto, los símbolos de pasado (dioses, emperador, esclavos...). Es una mezcla de modernidad gótica y antigüedad.
Seguro que se lo han preguntado más de una vez, pero ¿sería muy diferente nuestra sociedad de hoy si siguiéramos viviendo en el Imperio Romano? ¿Cómo cree que sería el día a día?
Hay quien dice que todos los europeos seguimos siendo romanos. El emperador Caracalla, que aparece en la nueva película Gladiator II, extendió la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio y eso incluyó a Hispania. Y como nadie abolió ese edicto… [Risas] Ya en serio, el legado clásico se mantiene en el arte, en el derecho o en nuestra propia lengua. Creo que si el Imperio Romano siguiera existiendo nuestro día a día no sería muy diferente al que tenemos: casi todos los ciudadanos formaríamos parte de la inmensa plebe que ahora llamamos clase media, pero que en realidad es baja. Tendríamos a los patricios, una clase dirigente corrupta y únicamente preocupada en acumular más dinero, como ahora pasa con muchos políticos y las élites acomodadas. Y habría una masa de esclavos sin derechos a los que haríamos trabajar casi por nada, tal y como ocurre actualmente con los inmigrantes ilegales en muchas partes del mundo. En esencia no hemos cambiado mucho.
La ciudad que ha escogido para ambientar esta historia es Cartagena, Carthago Nova. ¿Por qué este escenario, de entre todos los posibles que podría tener un Imperio Romano del siglo XVI?
Creo que he tenido una suerte tremenda al crecer cerca de un lugar con tantos tesoros arqueológicos como Carthago Nova. Pero es que además la actual Cartagena conserva un diseño y una apertura al mar que es muy parecida a la que tenía en el pasado. No fue complicado imaginarla como una de las urbes más importantes de ese imperio romano fantástico. Y como muchos de los edificios que existían entonces se pueden visitar ahora –la Casa de la Fortuna o el Augusteum, donde transcurren importantes escenas de mi historia; el Teatro Romano; el puerto; los montes que forman una fortaleza natural...–, tengo la sensación de que la novela siempre estuvo ahí, tan solo había que saber sacarla.
Pero el libro no es solo un ejercicio de hipotéticos históricos: hay una trama de lucha de poder, de tensiones políticas... ¿Cuál es el argumento de estas páginas?
Sí, tenemos ese fondo histórico ‘romano-victoriano’, pero también una situación política muy tensionada que amenaza con una brutal guerra civil: el enfrentamiento entre el Oeste pobre y esclavista y el Este industrial y abolicionista. Se podría decir que hacía falta tan solo una chispa para que todo estallara. Y es en ese escenario de incertidumbre en el que Leontia, la hija del hombre más rico y poderoso de Oriente, recibe una misión secreta que puede cambiar para siempre el futuro del Imperio. Y, por otro lado, tenemos a Marco, un esclavo de las minas de plata de la Sierra Minera, soñador y obsesionado con lanzarse al mar. Y a Apio, un empresario esclavista de Carthago Nova que se ha hecho a sí mismo y es mucho más inteligente que el resto de los nobles de la ciudad. Todos ellos tendrán que recorrer un duro camino durante la novela, superando las barreras que el sistema había establecido para ellos y poniendo en cuestión la propia existencia de Roma.
Tres protagonistas y tres estratos sociales diferentes. Sin hacer spoilers, claro, ¿cómo se entrelazan sus vidas?
Diremos que eso es responsabilidad de la diosa Fortuna... Pero también es una suerte que ellos mismos se ganan. Leontia no está dispuesta a jugar el papel de princesa noble que se le ha asignado desde que nació. Marco es un líder aunque ni él se haya dado cuenta. Y Apio es simplemente un hombre adelantado a su tiempo. Los hilos del destino o su propia ambición hacen que se crucen en Carthago Nova durante un verano tórrido y desde allí la aventura se extiende a los campos de batalla de Hispania y a las calles y pasillos de los palacios de la enorme y decadente capital imperial de Roma.
Siendo profesor de Historia, ¿qué es lo que más ha disfrutado al crear el imaginario de esta obra? Supongo que habrá sido una gozada inventar, casi sin límites, los escenarios y particularidades de esta novela...
Pues sí. He tratado de crear un mundo creíble para las aventuras de Marco, Apio y Leontia. Y si trazar el argumento ha sido costoso, inventar ese universo alternativo fue en cambio todo un divertimento. He pensado por ejemplo que los inventos de los científicos romanos no debían ser completamente iguales a nuestra tecnología ni llamarse igual. Así, por ejemplo, he bautizado a los trenes como ‘celeros’ y a los cañones como ‘balistas de fuego’. He creado religiones alternativas siguiendo el ejemplo de Roma, que gustaba de adoptar dioses bárbaros (en Roma 1500. Rebelión, el ‘Buda Victorioso’, tomado tras la conquista de la India, es una divinidad muy popular). También he diseñado partidos políticos e incluso una enciclopedia ficticia que reúne todo el conocimiento de Roma, tal y como hiciera Isaac Asimov con su Enciclopedia Galáctica.
Precisamente Asimov sentía afinidad por la divulgación histórica. ¿Cómo se conjuga su influencia en esta novela? ¿Qué ha sacado de él?
Asimov es conocido por sus relatos de ciencia ficción y por ser el creador de la idea moderna del robot, con sus famosas tres leyes. Lo que no todo el mundo sabe es que, como comentas, fue un gran historiador y relató, de hecho, de manera magistral, la historia de Roma. Y ese conocimiento salta la vista en su ‘Serie de la Fundación’, donde crea un vasto mundo con su pasado y sus fuerzas políticas, que sirven de telón de fondo para sus novelas. Y aunque ese mundo está ambientado en un futuro muy distante, es en esencia Roma y el imperio bizantino. Así pues, de él tomé la idea de crear un mundo que, aunque parte del Imperio Romano, tiene más paralelismos con los Estados Unidos de la Guerra de Secesión o con la Europa revolucionaria de siglo XIX.
Comentaba antes que ha conseguido distinciones en diversos certámenes literarios, ¿también con piezas de este tipo? ¿Ha tenido siempre gusto por la novela de corte histórico?
Sobre los reconocimientos literarios, nunca había explorado el pasado histórico en mis relatos. Aunque se podría decir que todos ellos comparten con mi primera novela que parten de la realidad para lanzarse a un mundo extraño. Acerca de la novela histórica, en realidad es un género que no me atrae demasiado. Considero que en muchas ocasiones, sobre todo en las obras españolas, se trata de una mera idealización del pasado romano o de la Reconquista. Tampoco me gusta que los autores de novela histórica se erijan como divulgadores de la materia sin tener los estudios necesarios o sin haber realizado investigaciones. Por eso siempre tuve claro que Roma 1500. Rebelión no sería una novela histórica, sino una obra de fantasía basada lejanamente en la historia. Dicho esto, existen títulos que me han gustado mucho como Sinuhé el Egipcio (Mika Waltari, 1945), Yo, Claudio (Robert Graves, 1934) o El médico (Noah Gordon, 1986). Y justo ahora estoy leyendo Memorias de Adriano (Marguerite Yourcenar, 1951).
Ya ha adelantado que esta es la primera parte de una trilogía. ¿Qué podemos esperar del resto de entregas? ¿Las tiene ya en mente?
La segunda entrega de Roma 1500 tendrá un marcado carácter bélico, mucho mayor que la primera, pues el Imperio Romano se debe enfrentar a su gran rival, el único que se le ha resistido en el mundo conocido: China. Pero además hay un componente de aventuras, choque de culturas y descubrimiento, pues Roma llegará a América, un continente que por ciertas razones que se explican en la novela todavía no conocía.
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