Arte
Cincuenta creadores para celebrar veinticinco años de Museo de la Ciudad
El centro de Murcia está este año de aniversario y lo conmemora con un libro y una exposición en la que se unen 25 fotógrafos y 25 intelectuales
Entre risas, José Luis Montero reconoce que "ha habido que pelear para poder cumplir los plazos de entrega". Ya se sabe cómo son los artistas... Apunta, socarrón –y casi que sin preguntarle–, que no piensa desvelar el nombre del que más se hizo de rogar, pero celebra que el libro llegara a la imprenta a tiempo para poder estar listo para la inauguración, "y eso que el mes de agosto es complicado para estas cosas...", recuerda este diseñador cartagenero, ahora también comisario.
Porque él, junto a su pareja, la profesora universitaria Charo Guarino, se han encargado de dar forma al proyecto central de las celebraciones por el veinticinco aniversario del Museo de la Ciudad de Murcia, que incluye una exposición –visitable desde el pasado jueves y hasta el mes de diciembre– y, efectivamente, una publicación que ejerce de catálogo y, además, recoge la integridad de los textos escritos para la ocasión.
La muestra se ha titulado 25+25. Museo intervenido y cuenta, sí, con cincuenta creadores, la mitad fotógrafos y, la otra mitad, escritores, o personalidades vinculadas de algún modo al mundo de las letras. Entre los primeros destacan, por ejemplo, Juan Manuel Díaz Burgos, Tomy Ceballos y Pilar Morales, mientras que entre los segundos aparecen nombres como los de Miguel Ángel Hernández, Manuel Moyano y Soren Peñalver; es decir, lo más granado de la Región.
O, al menos, lo más granado de las respectivas y extensas agendas de contactos de Montero y Guarino: él, el principal instigador del proyecto, se encargó de los fotógrafos (colectivo al que, aunque con timidez, admite que también pertenece), mientras que ella ha dado forma a la nómina de literatos.
"José Luis y Clara Alarcón, la técnica responsable del Museo de la Ciudad, me pidieron consejo, sugerencias, nombres de personas que podrían enriquecer este proyecto, y me acabé metiendo de lleno. Debo decir –añade Guarino– que he tenido suerte, porque prácticamente a todos a los que les propuse este proyecto accedieron encantados a colaborar".
Y eso que no era un encargo fácil. "La idea era extractar una serie de temas del museo (veinticinco) y que cada pareja interpretara el suyo con libertad absoluta", explica Montero. Por supuesto, aquí está el quid de la cuestión: fotógrafos y, llamémosles, literatos han trabajado mano a mano.
"Ha habido de todo: algunos ya se conocían o incluso eran amigos; otros, no, y han conectado muchísimo", explica el comisario, que incide: "Hay casos en los que igual la imagen ya estaba tomada y los escritores han trabajado sobre ella, otros en los que la pareja se ha reunido para tomar un café y extraer de ahí la inspiración para desarrollar su obra –como currió con Tomy Ceballos y Miguel Ángel Hernández, que han trabajado sobre el tiempo–, y luego tenemos historias increíbles como la de Andrés García Mellado y Aurora Gil Bohórquez, que quería ver trabajar a su compañero y quedaron en el jardín del Museo.
De las muchas fotos que él hizo, seleccionó una en la que aparecía un hombre con un maletín rojo; maletín que es idéntico al que utiliza Aurora para llevar los libros de sus talleres. Por supuesto, su texto gira en torno a las casualidades", reflexiona Montero, que reconoce que este proyecto, además de muchas llamadas de teléfono, ha dado lugar a multitud de anécdotas como esta.
Pero quien quiera leer el texto íntegro de Gil Bohórquez tendrá que buscarlo en el libro conmemorativo del proyecto, bautizado como Memoria 25. Porque, en la exposición, "de muchos escritos se han tenido que poner solo fragmentos, claro", advierte Montero.
"Han tenido, como digo, libertad absoluta, y los únicos límites que hemos puesto es, a los fotógrafos, que nos entregaran una única pieza, y a los literatos que no se excedieran de tres folios. Y hay gente que ha apurado al máximo –de esos hemos tenido que seleccionar un extracto para la muestra– y otros que se han quedado en apenas cinco líneas (pero muy interesantes)", avisa el veterano diseñador, que destaca la variedad de estilos y propuestas.
Las parejas
Aurora Gil Bohórquez y Andrés García Mellado; Antonio Botías y Juan Manuel Díaz Burgos; Vicente Cervera y Silvia Marte; Anabel Úbeda y Juanjo Martínez; José Antonio Molina Gómez e Isabel Núñez Penalva; Vega Cerezo y José Carlos Ñíguez; Ani Galván y David Salcedo; Manuel Moyano y Joaquín Zamora; Antonio Soto y Néstor Lisón; Luis Bagué Quílez y Rocío Kunst; Jaime Francisco Hernández García y Tatiana Abellán; Pedro Luis Ladrón de Guevara y Joaquín Clares; Manuel Madrid y David Flores; José Luis Martínez Valero y María Luján; Francisco Giménez Gracia y Pepe H; Santiago Delgado y Paula García; Matilde López Pérez y Pilar Morales; Francisco Javier Díez de Revenga y Manuel Zamora; Soren Peñalver y José Luis Montero; Cristina Morano y Mar Sáez; Teresa Vicente y Pepe Incha; Ángel Montiel y Fátima Ruiz; Inma Pelegrín y José Miguel Cerezo; Francisco Jarauta y Enrique Martínez Bueso; y Miguel Ángel Hernández y Tomy Ceballos.
"Ángel Montiel, por ejemplo, ha hecho un antipoema inspirado por Kaváfis sobre las fiestas, mientras que su pareja, Fátima Ruiz, ha hecho una reinterpretación de un cuadro de Garay que se puede ver en el museo. Bueno, y sobre la idea del propio museo ha trabajado Díaz Burgos, que se ha asociado con Antonio Botías", apunta Montero.
Por su parte, Guarino menciona el trabajo de Tatiana Abellán y Jaime Hernández, que han trabajado sobre una imagen de la virgen, pero de una manera un poco particular: "Sobre esa representación mariana, él ha escrito un pequeño relato que se llama Intercesión en el que alguien que está en el aeropuerto se da cuenta de que ha olvidado coger los pasajes y, de forma ‘milagrosa’, aparecen en su maleta porque su madre los introdujo allí antes de que se fuera de casa. En fin, un buen ejemplo de esa ‘libertad absoluta de interpretación’ de la que hablábamos".
No obstante, Montero dice que prefiere no "pormenorizar", ya que entiende que "el resultado general es lo realmente importante, y creo –añade– que se nos ha quedado una muestra muy coherente, pese a esa ausencia de reglas o límites".
Así que, por supuesto, dice sentirse "muy contento" con cómo han quedado tanto la exposición como el libro. "De hecho –desvela–, yo no tenía pensado participar como fotógrafo porque es una faceta que tengo aparcada desde hace ya unos cuantos años, pero da la casualidad –una más– de que Soren ha escrito un texto sobre los auroros y a dos de los personajes que intervienen en su escrito los tenía yo fotografiados en el Cementerio de Espinardo. Eso sí, la he puesto donde no se viera mucho", añade entre risas.
En cualquier caso, hay que decir que el montaje también tiene su historia. "Es que esto, en principio, iba a ser simplemente un libro, pero después pasó a ser exposición y, al final, se ha convertido en una intervención, como marca el título", explica Montero.
"Lo que hemos hecho es desarmar algunas de las piezas del museo para colocar estos temas a lo largo del recorrido", añade el comisario, que reconoce un esfuerzo –en términos de señalización– para aclararle al visitante que es una muestra temporal: "Claro, en un principio iba a ser en la sala de exposiciones, pero lo primero es que ahí no nos entraba todo, y luego que, conforme el proyecto avanzaba, me di cuenta de que lo ideal era integrar nuestro discurso junto con la colección permanente (un discurso contemporáneo junto a uno histórico)", aclara.
Y todo ello, para celebrar veinticinco años de un museo que empezó como algo pequeño, muy modesto –"y por empeño de Antonio González Barnés, que estas cosas se olvidan y hay que decirlas"–, y que se ha convertido en un espacio capital para entender la historia de esta ciudad.
"En un principio, casi todo lo que se tenía eran reproducciones, pero en este tiempo se ha logrado reunir una colección de piezas muy importantes, hasta el punto de que prácticamente todo son originales", afirma Montero, quien se encargó de toda la gráfica interior del centro de cara a su inauguración, el 18 de mayo de 1999. Desde entonces, siempre ha estado ligado al museo de una manera o de otra, y se deshace en elogios ante el trabajo que así se lleva a cabo: "Fíjate, pedí unos datos para cerrar el libro y las cifras son impresionantes: más de 640.000 visitantes, 3.190 piezas en catálogo, 4.000 volúmenes en su biblioteca... El problema empieza a ser que está superlleno y sigue creciendo", advierte.
Él dice que no sabe si verá el cincuenta aniversario, pero que espera que, para entonces, se pueda hacer una ampliación. Sobre todo si ese año, para la conmemoración, hay que citar en el Museo de la Ciudad a cien artistas...
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