La popular humorista y presentadora de televisión Paz Padilla se sube esta noche –y mañana, y pasado– al escenario del Teatro Romea de Murcia con El humor de mi vida, la versión teatral del libro del mismo título, «una historia de amor y despedida, pero sobre todo una lección de vida, con la que se ríe y se llora pero con mucho humor». Así lo explica la gaditana, para quien esta obra es «un viaje entre el amor y la muerte con la que se aprende a vivir bien y a morir bien»; y, a su vez –y a nivel personal–, «un camino lleno de hallazgos, de errores, de pena y de humor, de mucho humor».
En esta pieza, dirigida por Pablo Barrera y con música de Juan de Materia Prima, «se aborda una historia de amor con un final triste, la muerte»; en concreto, la suya con Antonio Juan Vidal, fallecido en julio del 2020 por un tumor cerebral. Antes de eso, Paz Padilla nunca había pensado en la muerte: «Me cogió de forma inesperada, no estaba preparada», asegura la andaluza, que añade que «pertenecemos a una sociedad que vive de espaldas a la muerte por puro terror».
Con el monólogo El humor de mi vida, Padilla se siente feliz, más cuando la gente que se acerca a verlo le dice que esta historia «les ha servido para calmar su dolor». Por eso, insiste: «No podemos vivir de espalda a la muerte. Nos preparamos para el éxito, pero nadie nos dice que todo se puede acabar».
Por suerte, tras escribir el libro y ahora interpretar la obra de teatro, la humorista afronta la muerte sin miedo: «Como no sé cuando me va a llegar, disfruto cada segundo», dice. «Me he dado cuenta de que no se aprende de los momentos bonitos, se aprende cuando se atraviesan desiertos», añade esta gaditana a quien no le hace feliz ni el éxito, ni la fama, ni los premios, sino «la paz interior, estar tranquila aunque esté sola en una duna».
En este sentido, esta convencida de que lo importante en la vida es el amor: «Intento dar amor incondicional a todo el mundo, todos lo días, como una madre», y el teatro le ha ayudado a ello. «Hacer esta obra es un privilegio. Me emociona que el público viaje con la imaginación», cuenta Padilla, que reconoce que las tablas son «más exigentes» que los platós de televisión. No obstante, la cámara le gusta, y todo apunta a que El humor de mi vida llegará también, tarde o temprano, al cine.