En su rincón

Dejándonos las tonterías

Jam Albarracín, músico y periodista

Albarracín, en su casa de Murcia I Javier Lorente

Albarracín, en su casa de Murcia I Javier Lorente / JAVIER LORENTE

Javier Lorente

Javier Lorente

Llevaba mucho tiempo detrás de este encuentro con todo un Grande de la música y del periodismo musical de nuestra Región. Estoy hablando nada menos que de José Ángel Martínez Albarracín, Jam Albarracín para todos cuantos somos seguidores, durante años, de este histórico líder de Farmacia de Guardia y de otros grupos musicales de los años 80 y 90, una época casi perfecta, no solo porque no existía el reguetón, sino porque la música era otra cosa, una actitud ante la vida, un camino de búsqueda y aprendizaje, no exento de grandes dosis de rebeldía. Mucho antes de MClan, Murcia tuvo en Famacia de Guardia a un grupo que se escuchó a nivel nacional, que salió en los mejores programas musicales de la televisión y que tuvo algunos grandes éxitos como Ella es demoledora o Mi cazadora de cuero, que bailábamos todos. Tenía yo unos maravillosos 18 años y me gustaba este grupo casi tanto como Radio Futura, y encima eran de aquí. Jam fue cantando in crescendo, componiendo y aprendiendo a tocar cada vez mejor el bajo, y luego creó otros grupos. No sé si alguna vez se tiñó el pelo, pero siempre fue un guaperas (quien tuvo, retuvo), y de los de cabeza muy bien amueblada, un tipo realmente sincero, honesto con su trabajo, como son los que nos dejan marcados. Con los años, lo vimos en su faceta de escritor profesional, periodista musical en la prensa regional, todo un maestro que también tuvo su programa musical en televisión, La Jam Evasión, y que, además, también fue un pionero en las redes en una histórica página: murciarock.com.

Ha pasado por la prueba dura de la temida grave enfermedad, todo un gran luchador y un superviviente de una generación de la que perdimos a tantos. Pero me alegra verlo estupendo, aunque lleva unos días con un problema en la rodilla: que el tiempo pasa, incluso para él. La foto tenía que ser con su bajo Fender, en un estupendo rincón de casa, con un poster del mejor disco de su admirados Sex Pistols, como no podía ser menos para un devoto del rock y de la música punk. Nos bajamos a una terraza del jardín de enfrente y, a mitad de la conversación, me excuso de que no habrá manera de poner por escrito nada que haga justicia a una conversación tan agradable con quien siempre he tenido como un referente en la música y en el periodismo cultural.

Me habla sobre su infancia en Caravaca: «Mi padre era un muy reconocido profesor de instituto, toda una autoridad en el pueblo, siempre es una suerte nacer en una casa llena de libros. Él y yo tuvimos nuestros más y nuestros menos, eran tiempos de rebeldía contra lo establecido, siempre creí que él no entendió que no terminase mi carrera de Filología Hispánica, pero con los años creo que terminó sintiéndose un poco orgulloso cuando la gente le decía que sabían de la conocida trayectoria de su hijo. Siempre tuve claro que la música iba a ser mi vida, pero siempre llevé dentro la afición literaria, escribía poemas y canciones y, después terminé con mis artículos periodísticos». Su casa la tiene repleta de vinilos y CDs, y me confiesa que desde muy joven siempre ha sido un coleccionista de música: «Ahora, desde que estoy jubilado, estoy gozando de esos magníficos ratos en que uno puede escuchar la música que quiere, tranquilamente, leer lo que le apetece y no estar obsesionado por el horario de trabajo y los plazos para terminar los artículos”.

«Siempre me ha gustado escribir, poemas o relatos cortos, pero me dejé Filología para fundar Farmacia de Guardia en el ‘81. Publicamos una maqueta que gustó mucho a Diego Manrique y a Ordovás, luego ganamos el Murcia Joven del ‘82 y a partir de ahí todo fue a mejor. Al final, me quedo con que siempre tuve la necesidad de decir cosas, gritar, comunicarme. La música es el mensaje más directo que existe, el lenguaje más universal posible. Nosotros fuimos aprendiendo a tocar cada vez mejor, y yo a componer…», y me sigue contando su larga trayectoria, aquellos tiempos en que amaban su condición de malditos, los nuevos grupos que montó o en los que participó, como Los Dementes, La Guardia Roja o Arma Joven.

Hablamos de la música actual: «he descubierto que el trap, por ejemplo, tiene mucho de interesante, pero me interesa desde el jazz hasta el rock, que nunca morirá pese a que tantos hayan querido enterrarlo, y que sigue siendo la gran música del siglo XX y nunca perderá su aire revolucionario, nunca morirá como nunca morirá la radio… ni la música punk, que no morirá, al menos mientras yo esté vivo». Del periodismo musical actual me confiesa: «La crítica musical ya no es lo que era, casi se ha perdido, ahora se escriben elogios y propaganda para no quedar mal con nadie, para que nadie se enfade. Un buen crítico debe ser coherente, valiente y no dejarse comprar ni con la amistad. Diego Manrique me dijo una vez que cuando llega un momento en que empiezan a darte premios, entonces debes plantearte que algo estás haciendo mal. Hay que ser honesto al cien por cien, y si no, dedicarse a otra cosa. Una vez, uno de mis alumnos en los cursos de periodismo musical me preguntó: «¿y tiene que ser 100%? ¿No puede bastar con un 70%?» Yo creo que todo el mundo no puede ser excelente, porque cuando llegue la excelencia nadie te va a creer».

Llevo muchos años viendo a Albarracín en los conciertos de La Mar de Músicas, «no me he perdido ningún festival de la Región, echo de menos el SOS4.8, el WARM Up me gusta, pero no tanto, la verdad. Siempre he tenido debilidad por La Mar de Músicas, un trabajo excelente de Paquito Martín. Se ha continuado con su línea, pero su ojo y oído para recorrerse el mundo y contratar a unos músicos que tocaban en la calle y traérselos y luego ver que llegan a primera línea mundial, eso solo lo podía hacer él».

Y hablamos de muchas más cosas, de la cultura en la Región, de su preocupación por el avance de la ultraderecha en el mundo: «Igual la cultura deberá dejarse, otra vez, de gilipolleces. La verdad es que se podría escribir la historia del siglo XX a través de la historia de la música…».

Deseando que lo hagas, maestro.