Entrevista

Santero y Los Muchachos: "Todo el mundo se ve atraído por lo elegante pese a resultarle más cercano lo popular"

«Siempre buscamos no aburrirnos de nosotros mismos, y creemos que en ‘Royal cantina’ hemos mostrado algunos sonidos nuevos». La banda valenciana presenta esta noche en Murcia su flamante disco doble, marcado por la influencia del rock and roll de los cincuenta hasta los setenta: «Nos representa como gente de barrio que somos. Al fin y al cabo, el rock es algo así. Intenta vestirse elegantemente para gente de barrio, para la clase obrera; en definitiva, la masa», aseguran

Santero y los Muchachos

Santero y los Muchachos

Santero y Los Muchachos es una banda valenciana compuesta por músicos procedentes de La Pulquería, Madnoise o Absenta: los hermanos Josemán y Miguel Ángel Escrivá junto a Soni Artal y Marc Guardiola. El cuarteto se acerca a presentar Royal cantina, su tercer álbum, esta vez doble (una proeza hoy en día), que muestra su dualidad eléctrica y acústica, con guiños a Rolling Stones, Beatles, Kinks o Jimi Hendrix, incluso a sus compadres Los Zigarros. Lo hacen con todo el ímpetu del formato eléctrico, sin estridencias molestas. Y les acompañan los fabulosos Tremendo Road. Miguel Ángel Escrivá, cantante, bajista y compositor, nos sitúa a Santero y Los Muchachos.

¿Royal cantina complementa a los dos anteriores discos? ¿Conviven las dos caras de la banda?

Sí, supongo que Royal cantina complementa los discos anteriores como en un propio disco las canciones se complementan unas con otras. Al final siempre tienes pendiente mostrar registros nuevos, no repetirte, y esto hace que tu espectro se renueve y sea más amplio. Siempre buscamos no aburrirnos de nosotros mismos, y creemos que en Royal cantina hemos mostrado algunos caracteres nuevos, algunas historias nuevas, algunos sonidos nuevos. En ese sentido, sí, estamos buscando completar nuestra obra, lo seguiremos haciendo. El día que no tengamos esta sensación supongo que habría que abandonar. En cuanto a la dualidad mostrada en este disco doble que consta de dos partes, lo vimos necesario, pero no partimos de esta idea. Lo vimos necesario conforme avanzábamos con las canciones. Al principio se trataba de un disco al uso, con un extra de un par de temas o tres. Íbamos a llamar Cantina a este pequeño extra, como un ‘bonus track’ donde sí queríamos dejar caer unos temas de carácter más natural, más como esbozos, sin trabajarlos demasiado, y grabarlos en directo, incluso con sonidos de botellas y ambiente de bar, pero la inspiración tiró de nosotros, y vimos que en este registro salían más canciones. Decidimos separarlo en dos títulos: Royal (uno más sofisticado, grabadas las baterías en un estudio profesional) y Cantina, grabado de manera más casera, austera; incluso las composiciones tienen también otro carácter, y palos como un bolero, llamado Carta de un admirador, o cosas por el estilo, más folk. Vimos que nos representaba también, porque llevamos una andadura a galope entre esta dualidad. En algunos escenarios vamos en eléctrico, en otros vamos en acústico, con lo cual estaba justificadísimo hacer esto. Por inspiración, por registro, y porque nos representaba.

Decís que los clásicos están en el trasfondo. ¿Quiénes marcan vuestro camino creativo?

Nuestras referencias en cuanto a sonido las marcan las tres décadas para nosotros más importantes del rock and roll, que son los 50s, los 60s y los 70s. Nosotros somos 3 amigos/hermanos. Estamos locos. Los Santeros somos Josemán Escrivá, que es mi hermano; Soni Artal y yo. Luego, como Los Muchachos, llevamos a Pau García Serra a la batería y otro hermano a las teclas, percusión y apoyo de voces. En Santero hemos tenido siempre esta pasión por las 3 décadas doradas, y hemos flirteado con referencias que todo el mundo conoce; al final creemos que asoman en nuestro sonido. La gente puede decir que cierto tema le recuerda a según qué banda, según qué momento de otra canción o artista, o un riff de Hendrix, o un momento Beatles o Stones, Richie Valens o cosas por el estilo. Al final, por eso el nombre Santero fue el elegido, porque se trata de una santería, de una devoción por los clásicos que nos marcaron el camino; nuestra religión es la del rock and roll, y estos son nuestros santos y nuestras imágenes.

En vuestras canciones hay un cuidado máximo de las armonías vocales. ¿De dónde os viene esa devoción?

Precisamente en estas décadas, sobre todo las dos primeras (50s y 60s), el tema vocal es algo muy recurrido. Nosotros tenemos en casa de siempre esta escuela, porque nuestro padre (Pepe Escrivá, que tocó en los Top-Son, un grupo que lideró en primera instancia Bruno Lomas) tenía esta escuela, y siempre nos lo ha dicho: «Hagáis lo que hagáis, las voces son vuestro instrumento más cercano, y debéis utilizarlo», y así ha sido. En cualquier banda hemos siempre tirado de estas armonías, y nos encanta jugar con esto. Es una escuela que tenemos muy marcada, y que ya nos sale de manera natural contar con ella.

Habéis grabado A mallow flowery rain con el artista ucraniano Remez. ¿Fue complicado? ¿Cuál fue el motivo de optar también por el inglés? ¿Qué has querido contar en esta canción?

Fue complicado y no fue complicado. Lo fue porque evidentemente todo era muy delicado. No contactábamos con Remez siempre que queríamos. Él está en Kiev, es un músico convertido a soldado, y estuvo en primera línea de batalla, fue herido de una pierna, no sabíamos mucho más. Le preguntábamos por su familia, si él estaba bien. Afortunadamente él estaba bien, en una posición un poco más cómoda, y pudo alternar su condición de soldado con sus pequeños momentos como músico. Entonces él nos plantea una colaboración con un tema suyo, y nosotros le contraofertamos componer un tema nuevo, donde contáramos esto, el encuentro de dos proyectos musicales por encima de un conflicto bélico. También hubo momentos difíciles con el tema del idioma. Efectivamente, él insistió mucho en hacer nuestras partes en castellano; él defendía mucho más el castellano que nosotros, y así lo hicimos. Finalmente yo me sentí más cómodo también para contar lo mío en castellano y cantarlo en castellano; él lo hizo en su idioma, y evidentemente teníamos que hacer armonías y cantar a la vez, y el inglés fue el más socorrido para esto, y ahí está: un tema con tres idiomas que ha resultado ser lo más natural y cómodo.

¿Por qué habéis sacado un disco doble? Menuda apuesta en estos tiempos.

Por mera inspiración y por mostrar esa dualidad. Básicamente, eso es Royal cantina.

¿Existe la Royal cantina o está solo en vuestro imaginario?

Royal cantina representa mucho de lo que somos, de lo que es mucha gente. Todo el mundo se ve atraído por lo elegante, lo sofisticado, pese a resultarle más cercano lo popular, las cosas más accesibles. Representa un poco todo esto, y nos representa como gente de barrio que somos. Al fin y al cabo, el rock es algo así. Intenta vestirse elegantemente para gente de barrio, para la clase obrera; en definitiva, la masa.

En Sálvame de mí aparece esa frase que dice: «Malditos Zigarros. A todo que sí y no están aquí, se largaron». ¿Cómo se lo han tomado?

Cuando tenía escritas estas partes, tenía claro que era un guiño amistoso y que tenía su gracia, pero, la verdad, el resto de la banda me lo hizo poner en duda, con lo cual le envié a Ovidi la demo, y me contestó con muchas sonrisas y hasta agradecido. Nosotros somos colegas: el vínculo mayor que tenemos es Adri Ribes ‘Cachorro’, el batería de los Zigarros, que nos ha echado un cable muchas veces grabando con nosotros. El proyecto, cuando empezó, sin un batería claro… Él fue el primero que se arrancó a grabar las demos, pero empezaba con los Zigarros y se fue con ellos. Pero, vamos, somos colegas y ahí está ese guiño amistoso.

¿De qué habla Piel lagarto?

Es una canción que tenía escrita hace muchos años, y fue mi hermano Josemán quien me convenció para retomarla. En su origen, habla de una ruptura que había tenido yo, y decidí eliminar algunas partes y dejarla como está, con una intención más sobre la propia evolución, el cambio de las personas, y la búsqueda hacia nuevos horizontes, pero sin dejar perder lo que uno es; esta cosa de cuánto podemos cambiar o cuánto no nos deja cambiar nuestra manera de ser. Ha quedado bastante agradable de escuchar.

¿Cuál es el denominador común de los miembros de Santero?

Amistad, familia y amor por los clásicos.