Entrevista | Diego Cantero Cantante de Funambulista

"Prefiero decir 'te amo' a 'te quiero' y 'te odio' a 'no me caes bien"

El cantautor molinense regresa a su Murcia querida para presentar en la Sala Mamba! su último disco, ‘Animal’, un álbum más directo que los anteriores; menos reflexivo y más «visceral», en el que incluso deja caer algún dardo

A Diego Cantero, Funambulista, le gusta la vida, y hacer canciones. Cuando le ves cantar tienes la sensación de asistir a algo más que a un concierto, de estar frente a uno de los mejores cantautores de nuestro país. Ha dejado atrás su etapa en una multinacional y ha montado su propio sello, Señorita Rock and Roll, para tomar las riendas de su destino artístico y publicar Animal (2022), grabado entre España y Puerto Rico, con canciones viscerales, luminosas, llenas de optimismo y vitalidad como Me gusta la vida, El mismo lugar y Superpoderes. Además, el molinense ha estrenado recientemente el single Dos mares y una mirada, una colaboración con Turismo de Murcia aprovechando la campaña de promoción de la Región en Fitur. Porque él es, junto con el tenista Carlos Alcaraz, embajador de esta tierra; de ahí que su concierto de este sábado por la noche en la Sala Mamba! de la capital del Segura sea especial. Se trae como artista invitado a Malafé.

Cuando cantaste Me gusta la vida en el concierto por el cuarenta aniversario del Estatuto de Autonomía de la Región, la Plaza de Toros de Murcia se vino abajo...

Fue una pasada. Además, era mi primera vez allí... Bueno, hicimos un concierto en pandemia, pero, claro, con todo el mundo sentadito y aforo reducido, pero no es lo mismo. Así que imagínate lo que significó para mí...

Será porque era Murcia y la Plaza de Toros, porque tú estás acostumbrado a recintos grandes. Por ejemplo, el Wizink Center, donde empezó la gira de Animal.

Es que... tú sabes que yo empecé tocando en barecitos, en salas, y que mis referentes hacían teatros, no grandes recintos. Así que para mí esto es algo que viene como regalado, porque era algo que no esperaba. Y sorprenderme ahora, veintitantos años después de empezar en la música, es algo realmente bonito.

Tú siempre sorprendes también, y además lo haces a través de canciones como las de Animal, tu séptimo álbum de estudio, el primero que editas con tu propio sello, Señorita Rock & Roll. ¿Te viste empujado a ello, o lo viste claro? ¿Era una oportunidad de controlar, de llevar tú las riendas?

Sí, lo vi claro. Después de todos estos años, he conseguido hacerme un buen equipo que me daba la posibilidad de dar este salto. Porque ser independiente no significa estar solo, sino -en mi caso- haber podido eligir a las personas adecuadas con las que trabajar.

¿Has compuesto ahora con más libertad?

Creativamente, siempre he tenido libertad. Estando en multinacionales, nunca me dijeron qué debía o no debía hacer. Pero uno siempre quiere ser el dueño de su obra y ser el que toma las decisiones en lo referente a mi carrera. Porque ahora tengo un trabajo que no solo es artístico -de componer las canciones-, sino que hay que atender a un montón de cosas de caracter... empresarial, digamos. Pero estoy bien rodeado, y eso es lo que me ha hecho atreverme a intentarlo.

Y ni corto ni perezoso, te fuiste a Puerto Rico. El disco tiene aires caribeños...

Pues sí, tiene mucho que ver con esos sonidos, con esos ritmos, ese sabor. Uno tiene que saber también dejarse asesorar y buscar las cosas donde nacieron. Imagino que si un japonés quiere hacer un disco de flamenco, sabrá que tiene que visitar el sur de España. Nosotros, para meter unas buenas bases de percusión y unos pianos que suenen latinos, decidimos irnos hasta Puerto Rico.

Se nota la influencia de Juan Luis Guerra, Carlos Gardel, Chavela Vargas...

Sí. Creo que me viene de ‘origen’, por la música que escuchaba mi padre en el coche. Quizá yo no me daba cuenta, pero esas influencias me iban entrando y ahora, con los años, uno he empezado a filtrarlas y a entenderlas. Pero eso está bien, ¿eh? Que pasen tiempo dentro, cociéndose a fuego lento, para que cuando salgan estén listas para ser algo tuyo, no una copia de otra cosa.

Por cierto, este ‘animal’ parece haber sacado un poco de rabia...

Sí. Hay canciones superoptimistas, que quizá son las que más destacan -por aquello de que nunca había escrito algo así-, pero también hay otras más viscerales, mucho menos reflexivas, mucho más directas: ahora, si tengo que elegir «te quiero», prefiero decir «te amo», y si tengo que decir «no me caes bien», digo «te odio».

Quizás por eso lo has titulado Animal, porque has respondido a tu parte más instintiva o irracional.

Eso es. La primera palabra que me vino fue ‘instinto’, e ‘instinto’ me llevó al ‘animal’, que puede ser sumiso o más fiero. Al final, nuestro estado de ánimo -el de todos- es cambiante; varía unas cuantas veces desde que nos levantamos y hasta que nos volvemos a acostar. Así que el objetivo de este grupo de canciones es acompañar a la gente, que formen parte de su día a día; ofrecerles un tema para cada momento.

En las canciones del disco hay sonidos algo diferentes a lo que nos tenías acostumbrados.

Sí. Uno va creciendo, va quitándose prejuicios, atreviéndose...

De nuevo el instinto, el animal.

Efectivamente.

La bohemia también tiene algo de animal. Parece que pones en solfa a alguien en esa canción, con cierta ironía.

La verdad es que sí. Uno se dedica a escribir canciones para sí mismo, pero también para otros. Y a veces tengo la suerte de escribir para artistas consagrados, que suelen ser los más respetuosos, por cierto -y la gente de la que más aprendo-, pero otras veces, ya que me gusta no desconectarme de lo que está pasando y de lo que se está haciendo, me junto con gente nueva, la mayoría maravillosos.

«La mayoría»...

Sí. Algunos de ellos… Los espero aquí en mi casa, en mi estudio, con mi libreta, mi boli, mi guitarra, deseoso de aprender y de escribir una canción, y enseguida te das cuenta de que han venido a hacerse una foto con el disco de oro y poco más. Pasa el tiempo y dices: «Tú no estás aquí por esto, tú te dedicas a la música por cosas muy distintas a las que yo». Y esta canción habla sobre eso. Por un lado, recuerda que un músico no tiene por qué ser o sentirse especial: este es un oficio como el de cualquier otro (panadero, florista...). Y, por otro, decir que esto tiene un par de horas de aplausos y de focos, pero el resto son de furgoneta, de pruebas de sonido a cincuenta grados un sábado de agosto..., de muchas cosas mucho más vulgares de lo que quieren vestir. Yo suelo ser mucho más blanco, pero esta canción me salió así.

También te salieron ritmos que están ahora muy de actualidad (reguetón, trap...). ¿Con qué finalidad? Supongo que también uno es permeable a lo que sucede a su alrededor.

Era también por la misma ironía. Quería contarle algo a esos chavales con la forma y el traje que ellos usan. Esa fue un poco la dinámica. Va con toda la ironía del mundo: lleva todos los autotunes que meten ellos, está programado como lo suelen hacer ellos… Es un poco: «Si hacerlo, sabemos hacerlo; otra cosa es que no forme parte de nosotros».

¿Es fácil hacer discos hoy en día? ¿Y venderlos?

Venderlos es una utopía. Que la gente los consuma de manera digital, sí, cada vez más y mejor, pero venderlos es muy difícil. Pero me parece algo lógico. Los formatos van cambiando. Yo mismo, el otro día, estaba limpiando el coche y me encontré un montón de CD’s, y pensé: «Si es que no tengo dónde ponerlos». Pero no es que no pudiera reproducirlos en el equipo del coche, es que tengo un estudio de grabación en mi casa y tampoco allí tengo para ponerlos. Hoy día, la gente que compra el disco lo hace a nivel coleccionista, pero entiendo que el nicho sea pequeñísimo. A mí, mientras las canciones se sigan escuchando, me da igual la forma o el modo.

Volviendo al Animal: ¿Alguna canción te dolió al escribirla?

No, porque las de rabia son sanadoras. Hay una canción que se llama Mi calma y tu ansiedad que es cierto que está escrita desde la rabia -no desde el dolor- y me encanta, es una canción de coger de la pechera a esa persona, a esa enfermedad o a cualquier cosa que te aflige, y decirle: «Tú, ¿qué? ¿No eras tan grande, no dabas tanto miedo? Venga, que aquí me tienes». Por eso este disco tiene mucho que ver con eso, con el instinto, con decir: «No. Freno al miedo. Me pongo delante, y a ver qué tiene que contarme, a ver si era tan fiero, tan grande, tan ruidoso como decía ser o como yo pensaba que era».

Otra canción que has estrenado al margen del disco es Dos mares y una mirada, que hiciste para Fitur, en la que rindes homenaje a la Región de Murcia. ¿Es una canción de encargo, alimenticia, como decía Luis Buñuel cuando hacía aquellas películas en México para poder luego hacer otras?

Digamos que sobrepasa lo de ‘alimenticia’, porque me hizo una ilusión tremenda. De repente, me llamaron para hacerme embajador cultural de la Región de Murcia. Partiendo de esa base, la emoción entra en juego, y cuando la emoción entra en juego, uno piensa en hacerlo lo mejor posible. Pero es que, también te digo: no sé hacer encargos sin corazón. Además, en este tiempo he tenido la suerte de cruzarme con encargos que han trascendido, como el que hice hace ya casi diez años para el turrón Suchard, que todavía se sigue cantando en los colegios. Creo que a los encargos hay que saber ponerles una parte de ti para que formen parte de tu repertorio, para poder defenderlos con dignidad y tocarlos sin ninguna vergüenza.

Dos mares y una mirada reflejaba muchos paisajes de Murcia, el mar, limoneros en flor…, ese trozo de cielo (el «cachito de cielo» que decían aquellos), «lo antiguo y lo nuevo». Recuperas todo eso. ¿Te quedas con todo?

Evidentemente. De lo nuevo hay cosas que me gustan más y otras que me gustan menos, pero creo que tenemos una Región envidiable. De hecho, todo el que viene, lo flipa. Pero, si nos ponemos a pormenorizar, siempre encontraremos cosas que cambiar, que mejorar. ¡Y ojalá lo hiciéramos! Desde cuidar mucho más el patrimonio a salvar nuestra huerta, de la que tanto presumimos (y tan poco cuidamos). Y, sobre todo, el Mar Menor, que en esta canción está presente desde el título. Pienso que ponerlo ahí, en el centro de una campaña como esta, hará que le presten más atención y que lo miren con más cuidado, que se exponga y que se hable de ello. Las canciones pueden contener reivindicaciones en ese sentido: «Si alguien habla de esto, tendremos que hacerle caso».