Un año de la invasión rusa

La guerra de Ucrania y la música clásica: de los vetos y la diáspora de artistas al asesinato de Kerpatenko

El conflicto ha removido los cimientos de la ópera y ha creado grandes controversias entre los programadores occidentales

El director ruso Valery Gergiev, la soprano rusa Anna Netrebko y Yuri Kerpatenko, el director ucraniano asesinado por el ejñercito ruso.

El director ruso Valery Gergiev, la soprano rusa Anna Netrebko y Yuri Kerpatenko, el director ucraniano asesinado por el ejñercito ruso.

Pablo Meléndez-Haddad

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha removido los cimientos de la música clásica y de la ópera desde el primer día de la contienda. Además de provocar una diáspora de músicos ucranianos que han intentado continuar con sus vidas dedicadas al arte lejos de la guerra, también ha habido graves controversias entre los programadores occidentales que en algunos casos han acabado con prohibiciones expresas de invitaciones a músicos rusos. La gran mayoría de los artistas ucranianos no lo ha tenido nada fácil, sobre todo los hombres en edad de combatir al haber sido llamados a filas. Por eso casi todos los intérpretes que han encontrado cobijo –y trabajo– en el extranjero (incluida España) son mujeres

Nada más comenzar el conflicto, estrellas rusas consagradas a nivel internacional, como el todopoderoso director Valery Gergiev, estrechamente ligado a la administración Putin, o la diva internacional de la ópera Anna Netrebko, se vieron presionados a posicionarse tras un auténtico bombardeo de reacciones recibidas tanto en redes sociales como en medios de comunicación.

Gergiev –responsable máximo del Teatro Mariinsky de San Petersburgo y amigo personal del presidente ruso– no movió ficha y fue vetado en La Scala de Milán donde se encontraba dirigiendo ‘La dama de picas’ con gran éxito al estallar el conflicto ya que se negó a condenar la invasión.

En cuestión de días fue eliminado de la programación del Carnegie Hall y del Met de Nueva York, de la titularidad de los festivales de Lucerna (Suiza), Riga (Letonia) y Edimburgo (Reino Unido), de las Filarmónicas de Rotterdam, París, Múnich y Viena. El agente artístico del director ruso, Markus Felsner, a su vez, le canceló el contrato de representación, así como su representante en Estados Unidos.

Netrebko, en cambio, optó por continuar actuando en Occidente. Tras un primer momento en el que anunció que se retiraba de la escena pública por tiempo indefinido evitando pronunciarse contra la invasión, la cantante rusa finalmente condenó la guerra tomando distancia de Putin –con quien celebró en 2021 su 50º cumpleaños en el palacio del Kremlin– anunciando que volvía a actuar en Europa.

Algunos teatros rusos en los que tenía programadas actuaciones le han rescindido los contratos, al igual que en América, pero la cantante ha podido continuar con su carrera cantando en Italia, Francia, Austria o incluso en el Teatro Real de Madrid.

Para la historia de esta nueva muestra de la sinrazón humana quedará la inmensa e irreparable pérdida de vidas humanas, como fue el cruel asesinato de Yuri Kerpatenko, director titular de la Orquesta Filarmónica de Jersón a manos del ejército ruso por negarse a tocar para las tropas de ocupación. Y, como él, la muerte de cientos de miles de personas.

Patrimonio borrado

Pero también con una guerra desaparece patrimonio, como los teatros que han sido bombardeados como para intentar borrar de un plumazo una cultura viva. Ucrania, como en tanto países de la órbita exsoviética, es un territorio en el que el arte, la danza, la ópera y la música forma parte de los diferentes ciclos de formación.

A la pérdida de vidas humanas se le une la desaparición de patrimonio cultural, algo contra lo que se lucha, por ejemplo, digitalizando partituras

Por lo mismo, son varias las ciudades del país con orquestas sinfónicas y teatros de ópera con temporadas estables de las que dependen muchas familias de trabajadores fijos, incluyendo a solistas de canto y de ballet. Muchos músicos continúan trabajando incluso en las ciudades bombardeadas, deteniendo las representaciones cuando suenan las alarmas y retomándolas cuando pasa el peligro

Artistas en España

Así lo explica la soprano ucraniana afincada en Cantabria Anastasia Golub, solista principal del Teatro Académico Nacional de Ópera y Ballet de Odessa, escenario al que regresa un par de veces al año para seguir manteniendo su contrato como solista del coliseo. En noviembre intervino en el estreno de una nueva ópera, función que se retrasó porque las sirenas avisaban de peligro; cuando se reanudaba la función, la cantante asegura que podía concentrarse en su papel porque en el escenario “se olvidaba de todo” y se convertía en su personaje. Desde que vive en España la soprano ha estado ofreciendo recitales en distintas ciudades y espera poder actuar con cierta regularidad en el país.

Hay más casos como los de ella, como las sopranos Viktoriia Holubova y Anna Mishchenko, las cuales han podido subir a escenarios españoles gracias a contratos puntuales de la empresa de Coros a la Carta Intermezzo, que dota de refuerzos a coliseos y que ostenta la titularidad de las masas corales del Teatro Real de Madrid y de la Ópera de Oviedo, entre otros. Gracias a Intermezzo, Mishchenko ha intervenido en varios espectáculos en el coliseo madrileño, mientras Holubova lo ha hecho en el Campoamor de la capital de Asturias.

Respuesta internacional

Por otra parte, la comunidad artística internacional ha reaccionado con generosidad y son varios los conciertos benéficos que se han venido realizando en el último año en todo el mundo con el objetivo de recaudar fondos para las víctimas de la catástrofe.

Y también son diversas las iniciativas que han intentado salvar el patrimonio local, como sucedió en Leópolis, sede de la Filarmónica de Lviv, ya que, en cuanto estalló la guerra, los responsables del conjunto comenzaron a digitalizar las partituras de compositores locales para así poder salvar su música –y su legado– de la guerra, un proyecto que se extendió por todo el país. Aunque se trata de una labor muy lenta por lo compleja, más allá de preservar las obras, también se tiene como objetivo compartir las partituras con orquestas de todo el mundo y mantener una actividad artística lo más estable posible.