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En su rincón
Alicia Baltasar Directora del Surefolk

Alicia Baltasar, alma de raíz

Baltasar, en su casa de la huerta. Javier Lorente

Tal vez la patria no es la infancia sino donde una persona elige vivir. Es lo que le pasa a Alicia Baltasar Hernández, que vino de Madrid con su familia, en 1980, y se quedó a vivir en estas cálidas tierras mediterráneas, de las que se enamoró tanto, tanto, que hoy día es todo un referente en la promoción de la cultura y la música tradicional de nuestra Región. Estos días está a tope, en la organización del FolkFest Región de Murcia, que se celebra en el Auditorio Víctor Villegas, un acontecimiento de primer orden con grandes grupos y solistas participantes a nivel nacional y, por si fuera poco, una exposición colectiva de fotografía en honor al trovero Juan Rita.

Alicia vive en plena huerta, en La Arboleja, rodeada de naranjos y limoneros. Al llegar veo que me espera en su porche, donde mantenemos una muy agradable conversación sobre gestión cultural, música, arte y tradiciones. Me cuenta que en su infancia le gustaba mucho la biología, pero su familia no le pudo pagar la carrera y el desplazamiento necesario, así que estudió informática. Pronto empezó a trabajar en el negocio de su padre, vendiendo a las empresas papel de ordenadores. En 1988, su novio la introdujo en la peña El Melón. A ella le gustaba vestirse de huertana y pronto empezó a cantar jotas y parrandas. Su suegra le regaló un triángulo, que aún conserva, y después lo completó con unos platillos que adquirió. Me cuenta muchas cosas de aquella época y que después se salió de la peña y se metió en el grupo folclórico La Aljufía. En aquella época gustaba de aprender a tocar de los más viejos, poniéndose siempre al lado de ellos. Sus inquietudes culturales ya le llevaban a organizar exposiciones de indumentaria tradicional y de artesanía, al tiempo que siempre la nombraban secretaria de todos los colectivos en los que colaboraba.

En 1986 entró a formar parte de la Directiva de Etnomurcia, colaborando con Manuel Luna. «Había tanto trabajo y tantas iniciativas en la asociación, que pasé de ser secretaria a estar contratada para dedicarme a la revista, a organizar excursiones y encuentros, a gestionar la Cuadrilla Mediterránea y a organizar los Premios Etnomurcia. Todo esto me llevó a ir conociendo toda la Región y a muchos grupos de música tradicional» y añade: «En el año 98, Luna aglutinó un grupo de veinteañeros y se los llevó de gira y a mí me propusieron que fuera su mánager. De aquí nació el grupo Azarbe. Poco después fue el Grupo Malvariche quien solicitó mis gestiones y representación y poco a poco me reclamaron un montón de grupos de dentro y fuera de la Región, y grandísimos artistas como Juanjo Robles. No tuve otra que dedicarme a esto y fundar Surefolk, una empresa líder en el sector, que me da mucho trabajo pero también muchas satisfacciones».

Alicia me va contando su trayectoria, anécdotas, crecimiento personal y empresarial, así como sus reflexiones en torno a la importancia de la música, de las tradiciones y de la transmisión oral. Un gozo de conversación en un rincón tranquilo donde únicamente oímos a los pájaros. En la actualidad son innumerables los grupos que confían en su gestión y las administraciones públicas que reclaman a su empresa para organizar festivales, conciertos y eventos musicales. Su ámbito de trabajo se ha extendido por toda la península ibérica, llevando a los grupos de aquí por otros lares y representando a otros de toda la geografía española en actuaciones por toda la piel de toro, grupos como La Banda Morisca, Acetre, Luar na lumbre, Hermanos Cubero, Los Malagatos, etc.

Su gran apoyo en la empresa es Paco Morales, su marido, músico y cuadrillero, con el que comparte vida, tarea y viajes, que aprovechan para conocer festivales o museos etnográficos. Con él también colabora en la radio, en un cada vez más conocido programa que se llama «Cuerdeando», donde, con la colaboración de gentes como Emilio del Carmelo Tomás Loba, hacen entrevistas a músicos y gentes de la cultura tradicional, coordinando eventos como las Jornadas del Trovo en La Arboleja. El tiempo se nos va mientras me relata la multitud de actividades culturales en las que está implicada y me da una primicia: «Vuelve Pinatar Folk, que no se hace desde 2012 y este próximo mes de mayo lo pondremos en marcha con Surefolk».

Mientras tanto, Alicia sigue en las cuadrillas: «la de La Albatalía la recuperamos en el año 1992, con un trabajo de campo en la zona. Quedaban unos pocos abuelos a los que fuimos entrevistando y grabando sus recuerdos, sus letras y sus músicas. Hablamos con el cura de la Arboleja, que aún tenía los estandartes y las actas, buscamos músicos de la zona y un profesor de coro… Esta fórmula también la llevamos a Beniel, recuperando sus malagueñas, jotas, coplas y bailes agarraos… Todos estos trabajos los hemos digitalizado, están colgados en la red de La Albatalía y están a disposición de los investigadores» y añade: «Necesitamos un Centro del Folclore y la Cultura Tradicional en la Región, un museo, centro de estudios y biblioteca, donde todo sea accesible y todo esté centralizado para que cualquiera pueda aprender, investigar o conocer nuestras raíces».

«La cultura de transmisión oral, la cultura tradicional, la memoria de lo que hemos sido, no se puede perder. El folclore, otra vez, está muy vivo en nuestra Región y aún ha de estarlo más. Estamos en un buen momento y veo con mucho agrado que cada vez se vayan sumando más jóvenes y que cada vez haya más niños que estudian y practican estos bailes y músicas. Aun así, las administraciones aún tienen mucho que aportar, empezando por atender a una importante necesidad de instalaciones y un aumento de la promoción en los centros educativos».

La llaman por teléfono para un bolo en Valladolid y pienso que con tantos viajes, de festival en festival, por la Región y por toda España, es muy difícil que le quede tiempo para más, pero me equivoco: Alicia canta en la Coral Discantus, que dirige Ángel Luis Carrillo. El próximo 23 de febrero hacen el Réquiem de Mozart y el 12 de marzo, en el Batel de Cartagena, un concierto de bandas sonoras. «Lo hemos pasado muy mal en la cultura, pero creo que puedes escribir que la pandemia está superada», y me lo dice con esa amplia sonrisa suya que desborda entusiasmo y sinceridad de buena gente.

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