Fino Oyonarte publica hoy su nuevo disco, Arrecife (2023), y lo estrenará en directo esta noche en el marco del Microsonidos, donde comparte cartel con Joaquín Pascual y el debutante murciano Meca. Además de tocar el bajo durante años en Los Enemigos, Oyonarte ha producido discos clave del pop-rock español y ha liderado proyectos como Clovis y Los Eterno, pero ahora se mueve en solitario. Primero publicó Sueños y tormentas (2018), y ahora, Arrecife, donde vuelve a mostrar su faceta más intimista. Las habituales comparaciones con Nick Drake o Elliott Smith no borran en la música de Fino una impronta muy personal, sin miedo a naufragar.

¿De dónde surge Arrecife? ¿Qué tienen en común este álbum y tu primer disco, Sueños y tormentas?

Surge de la inquietud creativa, de la necesidad y la ilusión de continuar el camino que empecé con Sueños y tormentas. Y Arrecife tiene bastantes cosas en común con ese primer disco. De hecho, hay algunas canciones que estaban ya esbozadas hace unos años, como Espejo, Naufragar y Entre tú y yo. Además, trata algunos temas parecidos: el paso del tiempo, el amor, los sueños por realizar, la redención…

¿Cómo se gestó? ¿Cómo te planteaste la grabación?

Tras el confinamiento y el parón por la pandemia, me propuse trabajar en lo que se ha convertido Arrecife. Los Enemigos acabábamos de publicar Bestieza –en marzo de 2020– y no se pudo presentar en condiciones hasta el año pasado, así que era un buen momento para retomar estas canciones y alguna más para completar el álbum. Hablé con César Verdú y grabamos el disco en diferentes fases: acústicas y voces en su estudio; una sesión en Río Bravo (Valencia) con Xema Fuertes, Caio Bellveser y Alfonso Luna, y en casa y en el local de ensayo con Cristina Plaza, Nacho Olivares, Ana Galletero y Pepe Andreu. También envié algunas canciones a Joaquín Pascual y a Raúl Bernal, que grabaron órganos y pianos, y finalmente volví a contar con Phillip Peterson, a través de mi buen amigo Daniel Lorca (Nada Surf), que hizo unos arreglos de cuerda muy bonitos. En uno de mis viajes a Almería grabé los coros de mi hermana María del Mar y el chelo de mi sobrina Silvia para una canción muy especial para nosotros: La vida es un sueño.

Has tenido que esperar casi un año para editarlo. En el primer disco decías que te sentías afortunado. ¿Sigues pensando lo mismo?

Sí. Este disco está acabado desde hace un año, pero la autoedición lleva mucho tiempo, y es bastante tedioso hacerlo todo tú solo. Tal y como está el panorama, me sigo sintiendo afortunado de dedicarme a mi pasión, que es la música, con todas las dificultades que conlleva. Ya sabía dónde me metía cuando empecé, hace años.

Aunque prácticamente has trabajado con el mismo equipo (los músicos murcianos están muy presentes), sí parece que hayas buscado otras ideas que te interesaban.

César Verdú, Nacho Olivares y Raúl Bernal son músicos excelentes de la mejor cosecha murciana, y he tenido la suerte de poder contar con ellos. Aunque musicalmente puede parecer una continuación de Sueños y tormentas –quizá algo más luminosa–, sí que he experimentado musicalmente con diferentes arreglos, he grabado muchos coros y he jugado con instrumentación usada en el Pet sounds, de los Beach Boys y el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de los Beatles; incluso del Song from a room, de Leonard Cohen. Pero sobre todo he querido tratar temas que me interesan, cosas que me pasan, sensaciones y sentimientos que me rodean.

Te ha gustado siempre meter muchas capas de sonidos. ¿Te viene de tu experiencia como productor?

Siempre me ha gustado grabar capas de instrumentos y voces para crear una determinada sensación, muy en la línea de Phil Spector, pero trasladada al ruidismo y la psicodelia, como podía hacer en Clovis o en alguna producción. Ahora quizá lo he aplicado solo en algunas canciones, como A tu lado y Forma de ser, pero estoy descubriendo y disfrutando la sencillez en la instrumentación, el aire más reposado, los silencios, que también forman parte de la música. Me interesan esas sensaciones que se crean con la sencillez. Llenar todo el espectro musical depende de las canciones. Un piano y una voz puede transmitir sensaciones tan hermosas y emocionantes como una canción llena de guitarras a modo My Bloody Valentine.

A tu lado, que es más luminosa, abre el disco con esa sensación de que, aunque todo esté muy negro, merece la pena vivir.

Este mundo es muy ingrato, y mucha gente lo tiene difícil. Estamos sufriendo las secuelas del confinamiento y la pandemia; nos ha afectado a todos. Quizá sea una canción positiva en ese sentido. Hacer realidad cosas que están en tu mano para que todo vaya mejor para ti y para los demás (sea escribiendo canciones, libros, pintando…, haciendo un acto creativo quien lo necesite o disfrutar de otras obras). También el hecho de vivir cosas sencillas que hagan más llevadera tu vida, como ir a un concierto, al cine, dar un paseo…

¿Eres de los que se desgarra? ¿Te cuesta hacer una canción o te salen según el momento?

La verdad es que me cuesta bastante. Es decir, la primera idea puedo cazarla fugazmente en forma de melodía o jugando con una rueda de acordes, pero por lo general me cuesta acabarlas. Le doy bastantes vueltas. En alguna ocasión han salido muy rápido –como es el caso de A tu lado, que la escribí en diez minutos–, pero otras pueden llevar años, como Entre tú y yo.

¿Se aprende a escribir? ¿Tus letras tienen alguna filiación literaria?

Estoy seguro de que se aprende. ¡Así lo espero! [Ríe]. Hay que esforzarse y practicar. Como todo, es cuestión de oficio; hay trucos y herramientas. Yo he empezado bastante tarde, pero nunca es tarde para empezar. Siempre me ha resultado más sencillo componer música, inventarme una melodía. Escribir lo había practicado menos. Creo que, sobre todo, es tener algo que contar; querer, desear contarlo. Ahora procuro escribir más a menudo, incluso algún poema, pero sobre todo un diario. De ahí he sacado bastantes frases de mis canciones, y voy descubriendo mi voz propia. No estoy muy seguro de que tengan una filiación, pero te digo los que me gustan (que imagino que me han influido): Raymond Carver, Natsume Soseki, Lucia Berlin, Emil Ciorán..., y, en poesía, Luis Cernuda y Fernando Pessoa.

¿De qué trata Naufragar?

Sobre el arte, la música. Sobre hacer las cosas por el gusto de hacerlas, por amor al arte, sin condiciones, no por el rédito que vayas a obtener. Sentirte libre a la hora de crear. Me hago preguntas, reflexiono sobre la incertidumbre que me/nos rodea. Sigo haciendo discos y tocando porque lo necesito y porque ese es mi deseo. Con Sueños y tormentas tenía a veces la sensación de naufragar, pero tengo los pies en el suelo y el corazón ilusionado. Sigo soñando: si no, no hubiera logrado hacer Arrecife.

En Embarcadero colabora Joaquín Pascual, que participa también en este concierto. ¿Tenéis planes para tocar juntos?

Joaquín es un músico y compositor nato, un gran amigo, y hemos compartido experiencias musicales y extramusicales desde finales de los ochenta. Le propuse que tocara en un par de canciones. En Embarcadero toca el piano, que le da un toque muy onírico, mágico. También grabó un órgano para Entre tú y yo. Ha sido un lujo contar con él. A los pocos días me llamó para ayudarles a producir lo que será el nuevo álbum de Surfin’ Bichos, después de treinta años sin publicar nada nuevo. Todo un reto. En el concierto de Microsonidos quizá haya alguna sorpresa. Lo descubriremos quienes estemos allí…

Tu proyecto en solitario no es tan conocido como Los Enemigos. ¿Lo importante es creer en lo que haces y seguir adelante?

Mucho menos conocido. Pero el público de Los Enemigos es muy fiel, variado y ecléctico, y suele demostrar interés por nuestras diferentes facetas, lo cual es de agradecer. Habrá a quien le gusten mis canciones en solitario y a quien no. Lo importante es creer tú en lo que haces, sí, seguir trabajando con ilusión en lo que te propongas y seguir caminando en esta apasionante aventura.