Exposición

Las "fricciones" y "contradicciones" de Juan Uslé en Verónicas

El cántabro, Premio Nacional de Artes Plástica, presenta en la antigua iglesia barroca un proyecto creado en exclusiva para este espacio y titulado ‘De luz y sangre’

Juan Ulsé posa para La Opinión durante la inauguración.

Juan Ulsé posa para La Opinión durante la inauguración. / Juan Carlos Caval

EFE

Verónicas no es una sala fácil. Y, por tanto, no todo el mundo se atreve a intervenir su espacio. Porque, aunque en ocasiones se exhiban allí proyectos expositivos concebidos previamente y adaptados a posteriori a sus particularidades arquitectónicas, es con los proyectos específicos cuando esta antigua iglesia barroca –ya desacralizada– saca a relucir todo su potencial (y el de los valientes que la enfrentan). Pues bien, este es el caso del cántabro Juan Uslé (Santander, 1954), Premio Nacional de Artes Plásticas 2002. 

Nos referimos, claro está, a un pintor de talla internacional, con obra en el Museo Reina Sofía de Madrid, en el Pompidou de París, en el Moderna Museet de Estocolmo y en el Tate Modern de Londres, entre otros; a un creador de amplio reconocimiento que ha expuesto en el Macba de Barcelona, en el Museo Ludwig de Viena y en el Nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York. Y poder gozar en Murcia de una muestra monográfica suya es todo un acontecimiento para el arte regional, sobre todo cuando sus creaciones solo habían podido ser vistas en la Región con cuentagotas y en exposiciones colectivas ya lejanas en el tiempo.

De ello se congratulaba este viernes el consejero Marcos Ortuño, que definía a Uslé como «uno de los grandes nombres del arte contemporáneo». Además, el responsable de la cartera de Cultura en el Gobierno Regional destacaba que esta muestra, titulada De luz y sangre y creada ex profeso para Verónicas, llega en el mejor momento de la vida del reputado autor: «Gracias a ella, podemos ser testigos de excepción de la madurez de este creador, que en sus cuadros incorpora una gran diversidad de referencias artísticas, históricas e impresiones sensoriales, constatando su profundo conocimiento de los diversos lenguajes pictóricos».

Ortuño, que fue el encargado de recibir a Uslé en Murcia –en cántabro no quiso perderse la apertura de la exposición–, fue también uno de los primeros afortunados en disfrutar de una visita guiada por la muestra de la mano de su máximo responsable, y no ocultó su deseo de que este proyecto de la Consejería sirva para dar a conocer su obras entre el gran público. En esto sentido, el titular de este departamento señaló ayer que, «además de su valor artístico, De luz y sangre tiene una marcada vocación didáctica: tratamos de mostrar este talento creativo vivo a las nuevas generaciones, ya que sus últimas apariciones en la Región se remontan al año 2009».

Vida y religión

Tal y como explican desde Cultura, el singular espacio que ofrece Verónicas fue «determinante» para captar el interés de Uslé, afincado en Nueva York desde hace años. En concreto, el artista comentó a los medios allí reunidos que su primera visita a la sala le llevó a reflexionar sobre la ausencia de luz en el crucero y sobre los retablos que, en otra época, debieron decorar sus paredes, hoy blancas y desprovistas de toda decoración. Una reflexión que acabó llevando por numerosos templos de Murcia, Valencia, Sevilla y Granada, donde tomó en torno a mil fotografías –con planos detalle– de obras de arte sacro; capturas que se exponen en esta muestra, ordenadas sobre una tarima en la nave central.

El espacio bajo el crucero lo ocupa una gran estructura tridimensional revestida de pan de oro, a modo de columna, que se eleva hacia la cúpula en la que el artista echaba en falta algún punto de luz. Y a los lados, dos obras de gran formato inspiradas en los retablos y para las que Uslé ha mezclado la pintura abstracta, su medio natural, con la fotografía de esas obras clásicas analizadas durante el proceso de trabajo. En ellas, los detalles «abigarrados» flanquean al «vacío» del color: azul en un caso, para reflejar la idea de la Virgen María, la mujer, la pureza, y rojo en el otro, en alusión a la sangre. 

Una mujer observa las fotografías tomadas por Uslé.

Una mujer observa las fotografías tomadas por Uslé. / Juan Carlos Caval

De hecho, tal y como reflexionó el autor durante la visita con la prensa, ese color rojo es el hilo conductor de la muestra y se repite en los demás ‘retablos’ –en realidad polípticos–, que recogen la idea de la herida, la sangre de Cristo, y se mezclan con el negro de las cenizas y la cruz. Estas creaciones se distribuyen por las antiguas capillas del templo; son, en total, dieciocho pinturas de diferentes formatos y veintisiete fotografías que conforman seis polípticos que actualizan ese concepto del retablo clásico.

El resultado, según la Consejería, es una muestra en la que Uslé ha aprovechado el pasado del inmueble para sacar a la luz «aspectos de la tradición religiosa española, de la historia de nuestra pintura y de su experiencia autobiográfica». Porque, en palabras del creador cántabro –que ha trabajado «intensamente» durante ocho meses para dar forma a este proyecto–, durante el desarrollo de De luz y sangre se ha «arañado mucho», ha entrado en una parte de su intimidad en la que se reflejan sus contradicciones, haciendo un viaje desde su infancia, cuando era monaguillo, hasta la actualidad, cuando ha renunciado a la religión. «Ha sido un viaje de fricciones, de contradicciones», que llevó a cabo, en la parte pictórica y compositiva, en su taller en la Comunidad Valenciana, donde pudo trabajar «aislado y centrado».

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