Un joven molesto envía un audio en el que dice: "Tío, porque no la encuentro. No la encuentro. Solamente la encuentro en la tele, en los carteles de los bolos y de las canciones, pero soy incapaz de encontrarla a ella". Ella es María José Llergo, cantante cordobesa, compositora de canciones preciosas -"yo siento como canto y canto como siento", define- y ganadora del Goya 2022 a mejor canción por 'Te espera el mar' (de la película 'Mediterráneo').

Y con esa nota de voz -real, por cierto- empieza su nuevo sencillo, 'Mi nombre', una declaración de amor a su tierra, Pozoblanco, a sus orígenes, a su gente y una propuesta para derribar el 'muro invisible' que les separa de ellos. El 'muro invisible' que crea la fama, los focos y también la distancia. No es raro que la defina como su canción "más especial". "Es muy difícil no cambiar cuando todo el mundo cambia su forma de verte, después del Goya todos me veían diferente, por eso hice hincapié en esto, que me vieran tal y como soy, porque soy igual", sentencia en conversación con este diario. 

"Siempre he tenido miedo de que se olviden de mí -confiesa la artista cordobesa-, y quería acercar las dos caras de mi moneda, porque, al final, la exposición, la fama, la tele, son intrínsecos a mi oficio, pero yo no lo he requerido nunca para ser feliz y no quiero que me aleje de mi gente". A Llergo (28 años) su arte la condujo a vivir fuera de su tierra, pasando por Barcelona y ahora residiendo en Madrid, desde donde dirige su carrera (está ultimando un disco para 2023 tras su aplaudido 'Sanación') y desde donde, claro, no ve crecer a sus "primitos" a diario ni tampoco envejecer a sus abuelos.

En el videoclip de 'Mi nombre' aparecen esas y muchas otras personas de su entorno y de su pueblo y los rincones que han cultivado a María José Llergo y su flamenco conmovedor -en esta ocasión, por cierto, le suma el talento del productor Antonio Narváez, pareja creativa de Dellafuente, en lo que es una combinación ganadora-. "He podido hacer partícipe a mi gente, rodar el videoclip allí, decirles que son lo más valioso que tengo y, a la vez, que me siento superquerida por ellos", comenta. "Yo no vivo en Pozoblanco, pero Pozoblanco vive en mí. Es mi refugio, el sitio donde he hecho mis primeras canciones, mis primeros besos, allí me he forjado como persona", añade.

A sus amigos no les eseñó la canción ni el vídeo hasta que no estuvo acabado. Hicieron, asegura, la vida de siempre, también cuando un equipo de vídeo les seguía en la feria del pueblo. "Les dije que habría unos amigos grabando y ya está", dice entre risas. Pozoblanco (17.000 habitantes) es uno de esos pueblos de la España rural en los que cada vez quedan menos jóvenes. "La mayoría de mis amigos han tenido que salir para estudiar. Es el problema de que tengamos un sistema tan centralizado. Se olvidan de que las zonas rurales tienen grandes necesidades, inquietudes que satisfacer como formarse", denuncia la artista. Por eso también ese homenaje a lo rural, a lo olvidado, a presentar al mundo su tierra. "Ojalá en un futuro no tan lejano los jóvenes no tengan que irse de su tierra para formarse. Que el conocimiento nuevo, académico, este hilado con el concimiento de la tradición, la cultura, que no tengas que elegir entre uno y otro, que los dos se abracen", zanja.