El nombre del contrabajista norteamericano Ron Carter era el más destacado de la 41ª edición del Cartagena Jazz, pero se canceló su gira por Europa por motivos de salud, y la organización del festival lo reemplazó por el cantante malagueño Zenet y su espectacular banda de jazz. De cara a la taquilla fue todo un acierto, pues el crooner malagueño agotó el papel.

Aunque lo suyo suene más a club y cabaret, tampoco le viene mal a Zenet ejercer en un festival de jazz tan ecléctico como el de Cartagena, por donde ya pasó anteriormente. A Toni Zenet (que suena como Tony Bennett) le ha llegado su momento. Ha conseguido adueñ̃arse de diferentes sonoridades bajo un idioma armónico comú́n, que es el jazz, reinterpretando cada género. Y ha sido muy laureado por ello. Su último álbum de estudio, La Guapería, se alzaba con el premio al Mejor Álbum de Jazz de 2020.

Música de toda la vida

Zenet anda celebrando el 10 aniversario de La menor explicación. Arrebatador y verdadero, antes de empezar ya tenía en su bolsillo al predispuesto público de Cartagena, que sabía lo que iba a ver: un auténtico animal escénico con enorme poder de evocación, pletórico de facultades vocales y recursos interpretativos, que exprime hábilmente su dominio de la escena. «Le deseamos lo mejor al maestro Ron Carter», dijo nada más salir. «Vamos a empezar en plan íntimo, con un tema que trata del poliamor, y aún está en la fase de arreglos: Amor a tres, escrito por Chipi de La Canalla, que huele a Nueva Orleans y a radio del abuelo». Abrir con un tema que aún no se ha grabado entraña riesgo; desde luego no es frecuente. Le valió a Zenet para tomar el pulso. «Si me quieres así, de esa manera, vas a conseguir que no te quiera», rezaba la canción, y el público la coreaba («arrastrao conmigo», animaba al personal). Con un arranque tan triunfal, todo iba ir rodado, y así fue. «Vamos a traer algunas canciones de cuando en los clubes de jazz había humo», y sonaron canciones de jazz acústico con ese deje suyo, más andaluz que flamenco, de crooner castizo, donde las letras de Javier Laguna se mezclan con las referencias a Pío Baroja o Edith Piaf. Es música de toda la vida. La presenta Zenet con su sempiterna gorra y zapatillas —«por si hay problemas, salir volao»—. Acompañado de su formidable banda de jazz, las piezas cogían vuelo y dejaban salir la pulsación jazzística. Y es que esas historias de amores en blanco y negro resultan de una sencillez y una eficacia impresionantes.

Comenzó con ‘Amor a tres’, un tema sobre el poliamor que está en fase de arreglos, un arranque triunfal

Casi dos horas duró la actuación en la que Zenet ofreció un grandes éxitos de su repertorio, un lienzo mestizo, regalando temas de aire tanguero como Tranquila, donde entró el pianista Juan Cruz, que participó en la grabación («se lo debemos a Ron Carter , que nos ha unido de nuevo«). Un beso de esos respira cubanía, y lució con la trompeta de Manuel Machado y el trombón del ‘rubio más sandunguero’; el público la gozó cantando lo de «surcar en velero los mares de China». Zenet también echó mano del chotis, que, explicó, viene de ‘Scottish’, en Por debajo de Madrid, transformándolo en un viaje a Nueva Orleans, en una metáfora del Sur. El espíritu de los boleros de Bola de Nieve, Celeste Mendoza, estuvo presente con un Zenet enamorado de cada una de las piezas («esta esshh muy bonita», repetía con una muletilla muy particular), que lleva a su terreno sin perder el aroma añejo; boleros como Estás equivocada (del cubano Osvaldo Farrés) y Ansias locas, popularizada por la reina del bolero Olga Guillot en una especie de recreación del inicio del jazz latino, donde entra el mambo y se convierte en un chachachá lento, con unas líneas del Limón limonero y Tengo una muñeca vestida de azul, en que hizo participar al público. Tampoco faltó Me gusta, homenaje a Sinatra que se ha hecho famoso tras cantarlo con El Kanka, ni un «fuerte flojo para no cansaros»: No lo dudes, que habla del teléfono, donde aprovechó para aconsejar que dejaran los móviles y vivieran el momento. Con Dientes de rata, la de muérdeme flojito, el piano improvisó unas notas de Gracias a la vida, y, tras un solo de la contrabajista, enfiló al cierre, que llegaría con Fue por casualidad, un auténtico delirio, y la canción que le catapultó al éxito: Soñar contigo.

No para quieto en su taburete, baila, scatea, gesticula, como un Sinatra sureño, un gigante sobre el escenario

Zenet, que no para quieto en su taburete, baila, scatea, gesticula, es un magnífico entertainer, como un Sinatra sureño, un gigante sobre el escenario, que domina sin sobreactuaciones ni histrionismos.