No sé si os habéis dado cuenta, pero las palabras no se las lleva el viento. Las palabras tienen sus pesquis. Te pueden dejar boquiabierto, porque además de preciosas, como alhajas o amapolas, son... misteriosas, como lo oscuro, poderosas como borrascas, profundas como barrancos, pero también disimuladas, fingidas, como mosquitas muertas. O secretas y veladas como el vaho en el cristal».
Así se inicia el último libro de Marisa López Soria, titulado ¿Me das tu palabra?. La palabra. No es extraña su devoción a las palabras, porque nuestra autora es fundamentalmente poeta, el género literario de la máxima depuración, en que la precisión conceptual y la música cadenciosa en que se enhebran son esenciales. Le viene de casta por ser hija de la gran Josefina Soria, un icono del que siempre toma referencia.
Conviene recordar que la literatura infantil, antes que infantil, ha de ser literatura. Por esto podemos leer los libros de Marisa destinados a los niños como si fueran pequeñas plaquetas poéticas para los mayores. Escribir estos libros aparentemente sencillos requiere del conocimiento de muchos secretos que solo están al alcance, como en su caso, de educadoras de larga observancia y de curiosidad por el alma de los niños y niñas. Pero con eso no bastaría si quien los firma no dispusiera de un profundo poso poético, de un sagrado respeto por las palabras, de aliento literario que sirve tanto para escribir un libro infantil como cualquier otro género.
López Soria es desde hace muchos años una de las primeras escritoras españolas en el ámbito de los libros infantiles y juveniles. En la Región hay cuatro bibliotecas escolares que llevan el nombre de Marisa López Soria, distribuidas entre Mula, Churra, Alcantarilla y Molina de Segura. Y ya tocaba reivindicarla como una de las principales escritoras de nuestra tierra sin necesidad de apostillar necesariamente su especialidad en infantil. Porque la buena literatura no precisa de apellidos.
Marisa López Soria domina el juego de poner cada palabra en su lugar y así compone textos brillantes, tiernos y, contra modas, no condicionados por lo políticamente correcto.