Robe Iniesta es el rockero del pueblo, una estrella incandescente que con 60 años y tras cerrarse definitivamente la etapa de Extremoduro, inició una carrera en solitario que ha dado ya tres discos. Con sus vestimentas consideradas por muchos como estrafalarias, ha inspirado a varias generaciones con sus letras, que han dejado de hablar de amor y drogas a ser profundamente filosóficas. Porque las letras del artista de Plasencia tienen todas una carga explosiva. «Buscando la manera de hacer revoluciones, pasé la vida entera tocando los cojones», dice en Mierda de filosofía, uno de los temas de su último álbum, Mayéutica, que desgranó en un Cuartel de Artillería de Murcia a rebosar, con público de todas las edades que disfrutó de un espectáculo brutal.
Robe es un guitarrista excelso, pero a su alrededor ha montado una banda magistral, con Carlitos Pérez al violín -¿quién dijo que que un violinista no podía ser rockero?-, Alber Fuentes a la batería, Álvaro Rodríguez en los teclados, Woody Amores a la guitarra, David Lerman en el bajo y Lorenzo González a los coros. Todos, absolutamente todos, brillaron con luz propia en la noche murciana.
El exlíder de Extremoduro, rodeado por una banda magistral, deleitó al público durante más de dos horas
Durante más de dos horas, Robe hizo disfrutar y bailar a todos en su segunda comparecencia en Murcia en un año. La primera fue con restricciones y prometió volver cuando todos pudiéramos estar de pie, bailando y saltando. Y lo hizo en una noche calurosa que arrancó con Del tiempo perdido y concluyó con un clásico de Extremoduro, Ama, ama, ama y ensancha el alma. «Disfrutad del momento», recomendó a sus fans entregados nada más aparecer por el escenario del Cuartel de Artillería el extremeño, quien en la segunda parte del concierto, tras ese descanso de una media hora que siempre se toma, ofreció una exhibición espectacular de casi 40 minutos tocando sin descanso, demostrando que está en un gran momento de forma y que la edad no le impide tocar la guitarra con dedos de seda. Encadenó Interludio, Primer movimiento: después de la catarsis, Segundo movimiento: mierda de filosofía, Tercer movimiento: un instante de luz, Cuarto movimiento: yo no soy el dueño de mis emociones y Coda feliz en una segunda parte del concierto solo al alcance de un genio como este plasentino capaz de enfrentarse a las productoras y ponerlas a caldo en las redes sociales solo para defender a los que pagan una entrada por verle en directo.
Robe Iniesta demostró que no es historia del rock español, aún es presente y piensa seguir deleitando a esa legión de seguidores incondicionales que se reparte por todo el mundo. Porque da igual que lidere Extremoduro como que viaje en solitario. Es único, genuino y por eso nadie duda en pasar por taquilla cuando ve que el genio extremeño se sube a un escenario. Larga vida a Robe y al rock español.